Antes de Lex Luthor o de Gatúbela, el villano era alguien que vivía en una aldeúcha, en un pequeño poblado, en una villa; alguien sin demasiada formación, sin un oficio prestigioso, sin modales sofisticados. Como no vivía en una urbe, le faltaba urbanidad; por lo tanto era grosero, tosco y salvaje. De la falta de modales a la malicia hay unos pocos pasos, y así el villano se convirtió en un granuja y un bribón. Algo similar puede verse en la palabra forajido; etimológicamente significa «quien vive fuera del ejido urbano», es decir, quien está en los arrabales o más allá. La polaridad entre la ciudad y el campo como respectivos lugares de la civilización y la barbarie es muy anterior a Sarmiento. Para el hombre de la ciudad, el campesino era tosco, simplón y peligroso; como en la ciudad se editan los periódicos, se imprimen los libros y se confeccionan los diccionarios, es natural que su punto de vista haya prevalecido. Así, la persona con plenos derechos civiles es un ciudadano; el pequeño propietario es un burgués. Puede rastrearse esa oposición aún más. Pagano deriva de la palabra latina «pagus», que significa aldea, terruño, comarca; lo que el folclore de Cosquín llama el pago. El cristianismo se difundió primero por las grandes ciudades, mientras que la gente del campo conservó por más tiempo sus creencias ancestrales; los primeros cristianos los llamaron paganos por su lugar de origen, y luego la palabra pasó a describir una fe y una religión.
(En la imagen: Bane, uno de los grandes rivales Batman. En The Dark Knight Rises, de Christopher Nolan, 2012.)