El Juicio a las Juntas Militares en 1985 significó la primera condena al terrorismo de Estado en la Argentina. Sin embargo, sólo fue posible llevar ante la Justicia a los altos mandos de la última dictadura militar con la perseverancia de los fiscales: Julio César Strassera y Luis Moreno Ocampo.
“Señores jueces, nunca más”, afirmó Strassera en el final de su último alegato al Juicio a las Juntas e inmortalizó así una frase que se convirtió en un emblema contra el periodo dictatorial más sangriento de la historia argentina, refiriendo al informe de la CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas).
La vida y carrera de Julio Strassera
El fiscal nació en 1933 en Comodoro Rivadavia, pero luego se mudó a la Capital Federal. Tras un matrimonio fallido y múltiples trabajos, Strassera comenzó a estudiar derecho a los 25 años.
Al cumplir 30, el abogado ya contaba con un trabajo en tTibunales y había alcanzado su título. El letrado no hizo más que crecer dentro del Poder Judicial: fue secretario, fiscal, juez, de sentencia y fiscal de Cámara.
En ese sentido, en 1976, año en el que comenzó la dictadura más sangrienta en Argentina, fue nombrado secretario de Juzgado, pero al poco tiempo fue promovido como fiscal General.
En medio del golpe de Estado, Strassera fue uno de los pocos fiscales en aceptar los habeas corpus solicitados por los presos políticos. Una vez instaurada la democracia, asumió como fiscal de la Cámara Federal de Apelaciones en lo Criminal y Correccional.
El Juicio a las Juntas Militares
En 1985 Strassera, junto con Luis Moreno Ocampo se propusieron darles a las víctimas del terrorismo de Estado algo que los militares no pudieron darles: un juicio justo. De igual forma, la tarea no fue nada fácil pese a estar en democracia, debido a la fuerte influencia que mantenían los comandantes.
De esta manera, el juicio se basaba en poder probar la responsabilidad penal de los nueve titulares del Ejército, las Fuerzas Armadas y la Fuerza Aérea. Así, los fiscales recurrieron a la figura del derecho alemán, utilizada contra los oficiales del nazismo: aquel que media entre el delito y quien lo comete tiene la misma responsabilidad de quien llevó adelante el acto.
Strassera analizó la responsabilidad de cada arma y no de las Juntas Militares en su conjunto, razón por la cual de los nueve acusados, sólo cinco fueron condenados.
El Juicio a las Juntas también permitió a las víctimas del terrorismo de Estado enfrentar a sus persecutores y relatar las terribles torturas que sufrieron durante su estadía en los centros clandestinos de detención. A lo largo de 17 semanas, se escucharon 530 horas de testimonios con el relato de 839 testigos.
“A partir de este juicio y de la condena que propugnó, nos cabe la responsabilidad de fundar una paz basada no en el olvido sino en la memoria; no en la violencia sino en la justicia”, sostuvo Strassera.
Al iniciar su alegato, el letrado consideró: “Este proceso (la dictadura) ha significado, para quienes hemos tenido el doloroso privilegio de conocerlo íntimamente, una suerte de descenso a zonas tenebrosas del alma humana, donde la miseria, la abyección y el horror registran profundidades difíciles de imaginar antes y de comprender después”.
El fiscal instó a los jueces a tomar una decisión que no deje impune a los que perpetraron la dictadura militar más sangrienta de la historia argentina. “Ésta es nuestra oportunidad, quizá sea la última”, insistió en el juicio.
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De esta manera, el proceso comenzó un 22 de abril de 1985 y culminó el 9 de diciembre de ese mismo año con la lectura de la sentencia, en la que Jorge Rafael Videla y Emilio Massera fueron condenados a prisión perpetua; Orlando Ramón Agosti a cuatro años y seis meses; Roberto Eduardo Viola, 17 años; y Armando Lambrushini, a 8. Omar Rubens Graffigna, Arturo Lami Dozo, Leopoldo Galtieri y Jorge Anaya resultaron absueltos por los jueces.
La vida luego del Juicio a las Juntas Militares
Tras lograr condenar a los responsables de los actos atroces que se cometieron durante el golpe de Estado del 76, Strassera representó al país ante organismos internacionales de los Derechos Humanos en la década del 90´.
En 2006, defendió al entonces jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Aníbal Ibarra, por Cromañón, causa que terminó con la destitución del antiguo mandatario porteño.
Durante su último tiempo de vida, Strassera fue una figura bastante crítica del gobierno kirchnerista y llegó a enfrentarse con algunos funcionarios. Incluso, había anticipado que participaría de la marcha del 18 de febrero de 2015 por la muerte de Alberto Nisman.
Sin embargo, debió ser hospitalizado por un cuadro intestinal y de hiperglucemia, razón por la cual no pudo asistir. El 27 de febrero de ese mismo año, el emblemático fiscal murió a causa de una insuficiencia respiratoria tras pasar varios días en estado de coma.
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