El 10 de diciembre de 1983 la Argentina regresó a la democracia y 15 meses después empezó el juicio a las Juntas militares. Allí estaban las principales “cabezas” de aquel genocidio nacional.
En el banquillo de los acusados estaban: Jorge Rafael Videla, Orlando Ramón Agosti, Emilio Eduardo Massera, Roberto Eduardo Viola, Omar Graffigna, Armando Lambruschini, Leopoldo Fortunato Galtieri, Basilio Lami Dozo y Jorge Anaya.
El fiscal adjunto de este proceso histórico Luis Moreno Ocampo dijo a este medio: “Era la democracia que funcionaba y estábamos todos unidos por una cosa muy clara que era no más violencia política”.
“Me parece que el juicio las juntas unió a los argentinos. Era la idea que la violencia para cambiar o mantener las cosas no era permitida en Argentina”, expresó Moreno Ocampo. Y luego añadió: “Esa fue la elección y terminamos con la violencia política y los golpes de estado”.
El 22 de abril de 1985 comenzó el juicio a las Juntas Militares en Argentina
Una de las historias que más conmovieron a la corte fue la de Pablo Díaz a quien sus tías y vecinos habían visto cómo lo secuestraban. Además entre las pruebas se encontraban acciones legales que sus padres habían iniciado tras el secuestro de 1976.
“Él nos contó su historia que fue tremenda y nos dejó llorando a todos", recordó Moreno Ocampo y agregó que, "una chica que estaba al lado de su celda a quién le había prometido ser su novio cuando salieran y ella le dijo que no la iban a dejar salir". La chica aún continua desaparecida, mientras que "Díaz levanta la vista al cielo cada fin de año porque dice que tiene que estar bien".
El juicio a las Juntas militares fue una etapa de transformación de la sociedad, un antes y un después de los derechos humanos en la Argentina y en el mundo.