Alejandro Finocchiaro, dirigente político de Juntos por el Cambio, destacó que el juicio político a la Corte Suprema es uno de los principales temas de interés para la Nación. “Están llevando adelante una batalla cultural con el objetivo de minar la capacidad de la Justicia de emitir sentencias”, afirmó en Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (FM 101.9).
¿Qué pronóstico hacés del tratamiento del proyecto de juicio político?
No lo sabemos. El reglamento de la comisión es muy laxo. Ayer estuvimos reunidos los integrantes de Juntos por el Cambio de la comisión, había diputados con mucha más experiencia que yo, que recordaban otras instancias como la de De Vido, Boudou, o la Corte de Menem, y todos tenían distintas experiencias sobre el proceso. Es muy ambiguo el reglamento.
Sí sabemos cómo va a terminar. Porque, aunque se consiga dictamen en la comisión, donde el oficialismo tiene 16 diputados y nosotros 15, el kirchnerismo no va a lograr tener 172 diputados en el recinto, le faltan como 50.
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La cuestión es el “para qué” hace esto el Gobierno. El kirchnerismo nunca encara batallas que de antemano sabe que va a perder por mucho. Entonces, para qué ponen al país en un estado de tanta crispación, en un momento en que estamos viviendo una crisis profunda,
Creo que, por un lado, hay una explicación coyuntural. Quieren que esta discusión tape la inflación, el problema del aumento de los alquileres, la crisis. Tapar los fundamentos de la condena a Cristina, que posiblemente reabra el juicio a Hotesur, entre otras cosas. Eso desde la lógica de ellos, porque no se puede tapar.
Con respecto a lo que decías, Cristina criticaba que Macri no la había enfrentado cuando ella fue por su reelección, diciendo que Néstor Kirchner había encabezado listas donde no estaba asegurada la victoria, como en la vez que fue derrotado ante De Narváez en Provincia, también se me viene a la mente el ejemplo de la Ley de Medios, que nunca se pudo implementar. ¿Puede ser que una parte del gobierno busque, aunque no un triunfo judicial, sí al menos un triunfo cultural?
Con respecto a esos ejemplos, en el 2009 no estaba claro de antemano que Néstor Kirchner iba a perder. Y, con la Ley de Medios, ellos la aprobaron en el Congreso. Les costó implementarla porque era una ley muy difícil de implementar. Yo dije que el kirchnerismo nunca da batallas que sabe perdidas de antemano por tanta diferencia.
Pero el fondo de la cuestión es que ellos tienen el Poder Ejecutivo Nacional. Lo han ganado en buena ley en elecciones democráticas, en las que utilizaron el ardid de llevar un candidato muleto, lo cual no es ilegal.
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Desde el 2021, con la nueva composición de la cámara de diputados y senadores, se terminó la escribanía. Hemos podido frenar leyes de creación de nuevos impuestos y de instituciones que ellos están pergeñando para refugiarse en la derrota. Pero también es verdad que hoy el Congreso está semi paralizado, porque el Gobierno no llama a sesiones ordinarias, sino a extraordinarias, cuyo temario lo ponen ellos.
Frente a esto, lo único que les queda, en su sueño hegemónico, es el Poder Judicial. Claramente van a perder en el recinto, pero la idea es socavar los fundamentos morales de las decisiones judiciales. Porque si se socavan los fundamentos morales, la justicia no puede impartir justicia.
Y cuando eso pasa, finalmente se consagra la impunidad, que fue, no nos olvidemos, la base del pacto que llevó a Alberto Fernández a la presidencia de la Nación.
Supongamos que ellos ganan y destituyen a los jueces de la Corte, descabezando al Poder Judicial, porque no hay consenso para nombrar a otros. En este escenario, el peronismo estaría muy cerca de lograr ese sueño tan anhelado que llevan en su ADN, la autocracia. El kirchnerismo quiere lograr una autocracia, que todas las decisiones pasen por una sola cabeza.
Alfonsín decía que había derrotas que tenían grandezas que muchos triunfos carecían. Yo creo que las batallas culturales pueden tener consecuencias electorales, y en determinado momento hay derrotas que significan triunfos, así como también hay triunfos pírricos.
Es así, esta es una batalla cultural. Desde nuestro punto de vista, es una batalla cultural por defender la República, sobre el modelo de país en el que queremos vivir.
Alejandro Gomel (AG): Sobre la medida de la oposición de no dar quórum, el Gobierno los acusa de trabar proyectos parlamentarios importantes. ¿Su idea es no sentarse hasta marzo, cuando comiencen las sesiones ordinarias?
Vamos a seguir en la misma tesitura. En el Congreso, al día de hoy, hay una paridad. El oficialismo tiene 118 diputados y nosotros 116, luego hay bancadas menores. Cuando vos tenés esa paridad, estás obligado a que haya sesiones ordinarias, para que la gente sepa que todas las semanas se sesione, y los temas a tratar se negocian.
Siempre el oficialismo tiene una preeminencia, quizás poner algunos temas más, pero tampoco hay problema en eso, porque después hay que conseguir los votos. Nosotros creemos que hay que tratar una Ley de Alquileres, o derogar la que está, que hay que votar alguna ley que le de algún alivio a las Pymes y a los comercios de nuestro país, que se están fundiendo todos los días.
Por supuesto que hay temas que el oficialismo tiene derecho de colocar en el temario. Pero en un ambiente de esta crispación, están llevando adelante una batalla cultural con el objetivo de minar la capacidad de la Justicia de emitir sentencias.
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Los fallos, uno puede criticarlos, pero se acatan una vez que están dictados. Por supuesto que podés recurrir a una instancia supranacional, pero lo que ha hecho el gobierno no se hace.
AG: ¿No hay posibilidad de encapsular la discusión en la comisión y seguir tratando otros temas? ¿Después del primero de marzo, cuando vuelven las sesiones ordinarias, allí si bajarían al recinto?
Nosotros consideramos que la cuestión de la Corte es central para la República Argentina. Pero además, no es que vuelven las sesiones ordinarias. Se abre el año legislativo, y puede pasar como el año pasado, que hubo muy pocas sesiones, con extraordinarias donde Gobierno pone solo los temas que le interesan, y además tiene la potestad de cambiar el temario iniciada la sesión en el recinto, cosa que en las sesiones ordinarias no se puede hacer.
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El año pasado, la gran mayoría de las comisiones del Congreso no funcionaron. El trabajo de un diputado no es solo sentarse en el Congreso el día de la sesión.
Estoy en ocho comisiones. De esas ocho, solamente tres funcionaron un par de veces, cuando deberían tener funcionamientos semanales. Estamos cansados de la prepotencia del Gobierno, y hemos decidido no ser condescendientes con ello.
FM JL