El escritor Carlos Gamerro comparó a Javier Milei con la representación de Shakespeare de Ricardo III y afirmó: "Son figuras de rápido ascenso y rápida caída". En Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (AM 1190), también analizó la retórica de "sodomización" del Gobierno y el fracaso del "inconcebible experimento de destruir el Estado desde el Estado".
Carlos Gamerro es un destacado escritor, traductor, crítico literario y ensayista argentino. Se licenció en Letras en la Universidad de Buenos Aires, donde también fue docente hasta 2002. Escribió novelas, cuentos, teatro, ensayos, y también incursionó en guiones de cine. Fue reconocido como personalidad destacada de la cultura por la ciudad de Buenos Aires.
Desde el conocimiento epistémico de las ciencias sociales es difícil es poder interpretar, predecir e incluso diagnosticar qué es lo que pasa. Bueno, muchas veces, en esas circunstancias, es el arte el que tiene más conocimiento y más sabiduría para ayudarnos a entender qué es lo que pasa. ¿Qué diría Shakespeare de la Argentina de hoy? ¿Qué escribiría viendo a Milei? ¿Sería Milei un protagonista de Shakespeare?
Es una buena pregunta y, de hecho, cuando me la hiciste dije: “No, ¿qué digo?”. Pero hace unos días yo mismo pensé en Shakespeare, viendo, por ejemplo, con mucha incredulidad las imágenes del show de Milei ahí en el Movistar Arena. Y centrándome en lo que haría Shakespeare, si bien fue un escritor que entendía muy bien no solo la política de su tiempo, sino la política en general, escribió sobre el poder, pero además sobre las distintas maneras de ejercerlo. Son muy distintas sus obras sobre los reyes ingleses, de quienes tiene todo un ciclo, de hecho una estructura compleja de dos tetralogías que van desde los reinados de Ricardo II hasta Enrique V.
Pero Shakespeare también podía entender perfectamente cómo funcionaba un sistema republicano, y hasta populista, en sus obras sobre Roma, como Julio César y Coriolano. Allí aparece la relación entre esta vieja aristocracia de la República Romana y la plebe, y la nueva institución de los tribunos de la plebe. Él entendía formas políticas que no conocía de primera mano, podía intuirlas y quizás hasta predecirlas. Así que habría podido predecir un fenómeno como este.
Para una de las columnas de PERFIL leí el discurso de Davos de 2025, inflado de lo que en la tragedia griega se llamaba hubris, ese exceso de confianza: el presidente plantándose ante los líderes del mundo y diciendo “Ustedes hicieron todo mal y están tomados por la ideología woke, y yo vengo a enseñarles cuál es el camino”. Menos de ocho meses después, esa figura parecía estar en bancarrota, aunque sobreactuaba un exitismo y una confianza en sí mismo que uno no sabe en qué se sustenta. Y estas son figuras de rápido ascenso y rápida caída, como Ricardo III, por ejemplo, son muy interesantes, porque además es una figura no muy habitual en la obra de Shakespeare: un rey villano. Que el villano de la pieza sea, además, la persona en el poder. Milei me recuerda a Ricardo III de Shakespeare, rápido ascenso y caída.
Creo que ahí encontramos, una y otra vez, esta figura que sorprende por la rapidez de su encumbramiento y, a veces, por venir de la nada, sin un pasado ni experiencia. La falta de experiencia de un gobernante, más allá de las ideas, con las cuales estoy en desacuerdo, poner a alguien en el máximo lugar de poder que no tiene experiencia en manejar una empresa o en ser intendente de un pueblo de 500 habitantes, pensar que eso es una ventaja, un valor… Y después, lo estrepitoso de darse cuenta.
Eso habla de la sociedad...
Y sí, habla de la sociedad. También habla del descrédito de muchos gobernantes que, teniendo una trayectoria, una experiencia y una formación, después no estuvieron a la altura de esas cualidades. Pero bueno, en Shakespeare también tenemos en las tragedias de tema romano, la importancia de la oratoria, de la capacidad de influir sobre la gente, de lograr adhesión. En el caso famoso de Julio César, después del asesinato de César, Bruto pronuncia un discurso justificando el asesinato y todo el pueblo está con Bruto. Luego viene Marco Antonio, logra dar vuelta la situación y todos están con él.
¿Ves alguna posibilidad de que en la Argentina suceda algo parecido?
Y yo creo que, así como de la nada, buena parte de la sociedad se volcó, confió, hizo este salto al vacío tras esta figura estrambótica, que además claramente representa la elección de una persona más que de un partido o conjunto de ideas, eso lo estamos viendo con mayor claridad. Lo que más temí en un momento, aunque ahora estoy menos temeroso, es que estas posturas, ideas y valores llegaran para quedarse, y que hubiera un futuro de ultraderecha muy asentado. Yo decía: “¿Cómo puede ser que este país, esta gente que atravesó la dictadura, que valoró tanto los 40 años de democracia, de golpe abandone todo eso?”. Pero creo que ahora el núcleo que sigue las ideas de Javier Milei, que las conoce bien, es mucho más reducido y no va a influir de manera determinante en las elecciones.
Más allá de los anuncios y las posibilidades de resultados macroeconómicos, creo que la gente, en su economía personal, se da cuenta de que este inconcebible experimento de destruir el Estado desde el Estado, de crear una república libertaria en algún enclave perdido en el globo no puede hacerse en uno de los países más grandes del mundo. Creo que la evidencia del fracaso es palpable. Que haya gente que se niegue a verlo, y además, con todo el enorme trabajo que se hace en las redes para difundir noticias falsas, en lo cual todos los movimientos y gobiernos de ultraderecha han demostrado ser muy expertos, ya es otra cuestión. Es difícil. Yo no puedo predecir qué va a pasar. Creo que ya nadie se atreve a hacerlo.
Hay un libro interesante de un lingüista sobre el lenguaje del Tercer Reich. Cada etapa trata de imponer algunas palabras, y la pregnancia en su capacidad de imponerlas demuestra algo del humor de época y, al mismo tiempo, del poder de quien las emite. No cabe ninguna duda de que Milei instaló palabras que resuenan, como “casta”, “periodistas ensobrados” y “economistas mandriles”. ¿Qué te dice el glosario de palabras de Milei?
Sin duda hay una comprensión de cómo funciona la comunicación en estos tiempos. Podemos encontrar ejemplos yendo hacia atrás en el nazismo o en el estalinismo. Pero la lógica ha variado; la circulación de estos lenguajes hoy sigue otros canales. Se ha hablado mucho de un cambio en la manera de hacer política de lo intelectual, lo conceptual, a lo afectivo, pero creo que nos quedamos cortos en ese diagnóstico. Hemos pasado de lo intelectual y lo ideológico a lo afectivo, y de lo afectivo a lo pavloviano. Porque reaccionar emocionalmente también implica un grado de comprensión. Las emociones humanas están hechas de reacciones físicas, de emociones, pero también de sentimientos. Le pregunté a la inteligencia artificial hace un tiempo cuál es la diferencia entre emociones y sentimientos, palabras que a veces usamos como intercambiables, el sentimiento implica un cierto grado de elaboración, de reflexión. Un acto reflejo no califica como tal. En cambio, las respuestas a estas palabras son como el perro al que le silban y saliva, el clásico experimento de Pávlov.
Son los somáticos.
Sí, son un sonido que produce una respuesta física que puede estar escrita, pero uno no ve. Sí, son mandriles, sí, son ensobrados. Me hace acordar a la novela de George Orwell, Rebelión en la granja, que cada vez que había un debate que los cerdos en el poder querían acallar, le daban pie a las ovejas, que simplemente balaban: “Cuatro patas bueno, dos patas malo. Cuatro patas bueno, dos patas malo”, hasta que, por supuesto, llega el momento en que los cerdos empiezan a caminar en dos patas. Entonces, las ovejas les enseñan a balar: “Cuatro patas bueno, dos patas mejor”. Funciona así la comunicación mileísta. No hay mucho más. Lo que hay que analizar, es por qué no hay más, por qué con eso les alcanza.
Habla de nosotros, habla de la sociedad, no solamente de ellos. Hay otro ejemplo de la literatura, "El matadero", de Esteban Echeverría, y "El incendio y las vísperas", de Beatriz Guido, donde aparece la sodomización de manera repetida, con un antiperonista y un antirosista. Y hay en el lenguaje de Milei, más allá de tener una virulencia, tiene algo focalizado con la somatización. El ano aparece todo el tiempo en el caso de Milei. ¿Hay algún punto de reflexión que nos permite hacer la literatura en estas dos obras clásicas y la recurrencia que tiene Milei en el tema?
Creo que tenemos que hacer un poco de literatura y de historia. Evidentemente, si bien en el secundario en general no nos contaban que en "El matadero" lo que se proponen los mazorqueros no es degollar al joven unitario, sino sodomizarlo con una vela o la famosa mazorca, algo que tampoco se suele difundir justamente por pruritos morales. Una de las explicaciones del nombre “mazorca” para esta policía secreta, estos grupos de choque paraestatales de Rosas, era que introducían el maíz en el ano de los varones. La sodomización, como manifestación de poder, sea en el acto o en la amenaza, o verbalmente, tiene que ver con una lógica machista, de la cual las mujeres quedan excluidas. Es interesante que la retórica de Javier Milei y de sus seguidores se centra siempre en un adversario que hay que someter masculino, lo cual es una forma de machismo también, porque es como decir: la mujer no entra en el verdadero juego de poder.
Y, por supuesto, la función de toda violación, sea del género que sea, es no solo amenazar, sino humillar, causar vergüenza. Una persona que es agredida físicamente, apuñalada, golpeada, a la que le disparan, no necesariamente siente vergüenza. Puede sentir el horror que implica sufrir la violencia física y percibir el odio del otro, aunque sea un odio que uno no ha motivado personalmente. La violación, en cambio, siempre introduce un matiz de culpa en la persona violada. Induce muchas veces a no realizar la denuncia, al secreto.
Hay una película estadounidense de John Boorman, "Deliverance", que creo que se tradujo como "La violencia está en nosotros", una gran película sobre la violencia, que entre otras cosas muestra una violación de un hombre por otro. Y claramente, cuando los violadores finalmente son derrotados, son muertos, la súplica del hombre que fue violado a sus amigos es: “No lo cuenten. Que no se sepa". Pero esta forma también muchas veces, en las guerras, los vencidos no eran solo ejecutados o degollados -como fue costumbre en las guerras civiles nuestras-, sino también sodomizados. Y es una manera de marcar el poder sobre el cuerpo del otro, sobre todo si es un cuerpo que va a seguir vivo.
Creo que no es solo herir el cuerpo, sino herir el alma. Algo de la batalla cultural, de vencer no solo materialmente, sino el deseo de sodomizar los significantes del otro. Para que sea cultural hay que vencer al otro en su autoestima, para decirlo de alguna manera.
Sí. Y como se dijo en la teoría de la guerra, derrotar no es únicamente matar o quitar el poder militar, sino quitar la voluntad de combatir o de resistir. También hay que decir que, hábilmente, esta retórica del gobierno, que creo que está bastante centrada en el Presidente, pero luego se expande, se monta, vaya palabra, sobre una retórica machista, homofóbica, muy violenta de nuestra cultura. Podemos remontar, como hemos hecho, a la política del siglo XIX, pero también al lenguaje cotidiano. Todo el tiempo usamos frases como: “La tienen adentro”. En el fútbol es muy frecuente esta retórica.
En ese sentido, no es que instaura algo nuevo, sino que simplemente lo lleva a un plano, a una dimensión que nos parece impensable: diciendo que esto en la cancha está bien, esto en la vida cotidiana, en el barrio, lo decimos sin problema. Pero que, de golpe, lo esté usando el presidente de la Nación en comunicaciones oficiales referidas a adversarios políticos, a periodistas, a cualquier persona que considere una amenaza es la novedad y, por supuesto, ese cambio transforma totalmente la manera de significar.
Podríamos estar cinco programas con tus libros. Hay uno que a lo mejor representa esto que estamos buscando: señales en la producción literaria que, de alguna manera, nos ayudan a entender el presente. "Facundo o Martín Fierro" es uno de ellos. ¿Qué nos dice la elección de uno o de otro respecto de esta situación actual de la Argentina?
El título de este libro yo lo tomé de una frase de Jorge Luis Borges. Siempre uno vuelve a Borges cuando piensa en nuestro país, y no solo en su literatura. Tuvo una evolución interesante. Justo la semana pasada di una charla sobre la relación de Borges con el "Martín Fierro" en el Colegio de Escribanos. Porque en una primera etapa, entre sus 20 y 30 años, Borges, yrigoyenista y democrático, valora el "Martín Fierro" y deplora lo que él llama el sarmientismo. Claramente esa postura entra en crisis a partir del 45, cuando empieza el peronismo. Pero todavía ahí él piensa que el "Martín Fierro" defiende un individualismo que puede oponerse a los estados totalitarios. Él menciona el comunismo, el fascismo, y, por supuesto, ya en el 46 está implícito el peronismo.
A partir de 1970, y sobre todo en el año clave 1974, de alguna manera dice que el "Martín Fierro", al final, se lo quedaron ellos, es de los peronistas. "Martín Fierro, si viviera hoy, sería un peronista más. José Hernández era un ur-peronista”, dijo. Y ahí se abraza al "Facundo" y a la figura de Sarmiento porque el "Martín Fierro" es muy ambivalente. Hay un "Martín Fierro" de derecha conservador, el de Leopoldo Lugones, por ejemplo, y hay un "Martín Fierro", de izquierda revolucionario, el de Pino Solanas. El "Martín Fierro" está dividido contra sí mismo. Está "La ida", que es el texto más popular, anarquista, bárbaro, si se quiere, y "La vuelta", donde de alguna manera Fierro se pone bajo el imperio de la ley. Se institucionaliza, da consejos a sus hijos de cómo ser buenos peones y buenos ciudadanos. Borges lo llama “una desdichadísima palinodia”. La palinodia es una palabra que se usa en literatura cuando un autor se arrepiente públicamente por escritos o posturas que tuvo en el pasado.
Ahora tenemos un sarmientismo a ultranza. Lo hemos visto una vez más en este horrendo video sobre el 12 de octubre, que el Gobierno ha decidido llamar nuevamente “Día de la Raza”, donde nuestros pueblos originarios y sus culturas tan complejas y civilizaciones tan elaboradas son reducidos a caos y barbarie, y España viene a traer el progreso, la civilización y los únicos valores que valen, que son los occidentales en el discurso del Gobierno.
En ese sentido, hay que decir que, si hay un sarmientismo más complejo en sus inicios, el "Facundo" también es un libro complejo, donde hay cierta valoración de la figura del gaucho, incluso del caudillo. El gran enigma para el "Facundo" es Juan Manuel de Rosas. Ya hacia el final de la carrera literaria y de la vida de Sarmiento, en su último libro "Conflicto y armonías de las razas en América", básicamente dice que todos los problemas de América vienen por los indios y la sangre india, y que todo lo bueno viene de la raza blanca y la cultura europea. Esta es la postura absolutamente copiada y sin ninguna elaboración que toma el gobierno de Milei.
TV cp