Con una larga lista de reproches a su antecesor y a la clase política, Rodrigo Chaves Robles asumió la presidencia de Costa Rica para los próximos cuatro años. Lo juramentó la Asamblea Legislativa mientras el presidente saliente, Carlos Alvarado, se despedía cantando canciones de Soda Stereo.
Alvarado presentó una estatua de Gustavo Cerati en una plaza de San José. Tomó el micrófono y, acompañado de un guitarrista y ante el asombro de todos, cantó Persiana americana y Té para tres.
Una sorpresa, mientras Chaves -del conservador partido Progreso Social Democrático que sirvió como ministro de Hacienda en el gobierno de Alvarado durante seis meses- repasaba los problemas que aquejan a Costa Rica. En especial, la delincuencia y el narcotráfico.
A Chaves le reprochan, principalmente, los sectores feministas por haber sido acusado de acoso y sancionado por conductas inadecuadas mientras fue funcionario del Banco Mundial.
La estatua de Cerati fue donada por el gobierno argentino a Costa Rica debido a la celebración del Bicentenario de la Independencia.
AVS PAR
