La autorización gubernamental para comercializar el primer trigo transgénico del mundo sigue generando rechazo entre sectores científicos y exportadores, mientras la empresa desarrolladora alega que se trata de una oportunidad única para la economía argentina. La variedad HB4 es resistente a sequías y al herbicida glufosinato de amonio, y tiene un 20% más de productividad promedio que el trigo convencional. Aunque fue ideada por el Conicet y la Universidad Nacional del Litoral, la patente es del consorcio privado Bioceres.
La empresa ya tiene la autorización para exportarlo a Brasil, Colombia, Nueva Zelanda y Australia, mientras gestiona permisos en Estados Unidos, Chile e Indonesia, entre otros países. Pero como el resto del mundo todavía lo prohíbe para consumo humano, los grandes exportadores aseguran que la decisión pone en riesgo al grano argentino, que podría devaluarse ante la posibilidad de que se rechacen embarques por temor a la contaminación.
La avanzada transgénica
“El trigo podría correr una suerte similar a la soja no transgénica, que fue reemplazada por variedades transgénicas”, había advertido una carta de más de mil investigadores a fines de 2020. En diálogo con el sitio SciDev.Net, Claudio Dunan -director de Estrategia de Bioceres- rechazó esa posibilidad, ya que la empresa gestiona un sistema de cultivos confinados donde se auditan los procesos de siembra, cosecha, transporte y almacenamiento. De todas formas, también proyecta “incrementar la superficie o producir de una manera distinta”, una estrategia que apoya la Casa Rosada ante la alta demanda de cereales por la guerra en Ucrania.
Mientras Bioceres anuncia el lanzamiento de una cerveza a base de trigo HB4 junto a la productora artesanal Rabieta, crece la preocupación ante el casi seguro aumento en el uso del glufosinato de amonio, que la Organización Mundial de la Salud considera “moderadamente peligroso”. Este año, un estudio del investigador Rafael Lajmanovich advirtió sobre la peligrosidad de su interacción con residuos del plástico, una señal de preocupación en Argentina, tercer productor de cultivos transgénicos y el mayor fabricante de silobolsas del mundo.
JL PAR