La Casa Blanca está decidida a regular la inteligencia artificial (IA), una tecnología llamada a transformar la manera en que vivimos, trabajamos y nos comunicamos.
El presidente Joe Biden firmó una orden ejecutiva que pretende “equilibrar las necesidades de las empresas tecnológicas con la seguridad nacional y los derechos de los consumidores”. Para el mandatario, “debemos gobernar esta tecnología” en busca de “hacer realidad sus promesas y evitar los riesgos”.
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Washington exigirá a los desarrolladores presentar los resultados de sus pruebas de seguridad cuando los proyectos supongan riesgos para la economía, la salud y la seguridad interior, con foco sobre los campos de la biotecnología y las infraestructuras. También habrá recomendaciones sobre la detección de contenidos generados artificialmente, cada vez más fáciles de confundir con la realidad.
Mientras la Unión Europea avanza con un marco regulatorio que podría ver la luz antes de fin de año, Argentina se convirtió en junio en el primer país de la región en adoptar la Recomendación sobre la Ética de la Inteligencia Artificialde UNESCO.
El documento plantea que la IA creó oportunidades como facilitar los diagnósticos de salud y habilitar conexiones humanas a través de las redes sociales, pero también preocupaciones sobre la recopilación de datos personales como raza, género, edad, religión u opiniones políticas, muchas veces usados “como base para la publicidad dirigida y la manipulación del comportamiento”.
El componente económico también es central. América Latina y el Caribe tienen apenas el 1 por ciento de las patentes de IA en el mundo, según el Banco Interamericano de Desarrollo. Ante este panorama, la UNESCO reconoce la necesidad de fortalecer las capacidades regionales y nacionales, dejando atrás un modelo de “auto-regulación” que “ha priorizado los objetivos comerciales y geopolíticos por encima de las personas durante demasiado tiempo”.
