La asunción oficial de Milei trajo aparejado el mismo tono exacerbado que mantuvo durante la campaña, aunque dejó entrever una parte más sensible y frágil en medio de un discurso extremista. Esa demostración, casi propia de un oxímoron, despierta la incógnita de si el Presidente se rige por amor, honestidad o ignorancia.
Día 1: error de diagnóstico |
Télam
"Cada uno juzga la realidad desde el lugar que te toca, cada uno lo ve desde la posición de género, geográfica, educativa, y por eso es único. La verdad se constituye por una suma de verdades, las cuales son una convención de todas las subjetividades: lo que en una época es verdad no necesariamente siga así en otra época”, explicó Jorge Fontevecchia en el inicio de Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio Amadeus (FM 91.1) del lunes 11 de diciembre.
Parto de un error de diagnóstico que precede al Presidente, aunque él lo exacerbó: la sociedad cree que el cambio es lo opuesto de lo preexistente, cuando el cambio, en estos últimos años, ha sido irse de un extremo al otro, cual péndulo de Galileo.
Es decir, generalmente cuando cada uno empieza a gobernar lo hace pensando en refundar la Argentina, considerando que todo lo que hicieron los anteriores está mal. Se busca un cambio de 180 grados, cuando el verdadero cambio sería una fórmula de síntesis entre la tesis y la antítesis.
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El Presidente, en lugar de dar un discurso clásico, esperanzador y que integre a todos los argentinos, lo hizo para sus propios partidarios. Y afirmó que de seguir como estaba el país, la pobreza iba a llegar a 90% y la inflación al 15.000%. Y que si hubiera seguido la convertibilidad, el salario argentino sería de 3 mil dólares mensuales en lugar de los 300 actuales.
Si bien es cierto que la Argentina tiene muchos problemas, no es una situación terminal. Por ejemplo, el déficit fiscal que tenemos es de 5% y cuando asumió Macri era del 6%. Además, tenemos muchísima más inflación que cuando asumió Macri, que asumió con 2% por mes, y probablemente la inflación que teníamos antes de conocerse el triunfo de Milei era 12%. No es lo mismo, pero tampoco es la que recibió Menem, que lo hizo con la hiperinflación de Alfonsín de 3.500%.
Realmente Milei coloca un déficit fiscal en 5 % pero le agrega 10% del déficit fiscal de las leliqs. Economistas ortodoxos, como Daniel Artana, explican que no es así, porque ese mismo déficit cuasifiscal que generan los intereses de las leliqs se licúa con la propia inflación, es decir, terminan siendo tasas que no son positivas. Obviamente el tema de las leliqs y los pasivos remunerados del Banco Central requiere que haya una solución, pero no es que el déficit fiscal de la Argentina sea de 15%, porque suma el 10% de las leliqs y el 5% del déficit fiscal.
A su vez, el déficit fiscal, que sí es gasto del Estado, va a tener muchas soluciones. Por lo pronto, simplemente sin hacer nada, por el hecho de que no va a haber sequía, se reducirá 1% el déficit fiscal. Es cierto que hay que hacer correcciones de precios relativos que están retrasados, pero el planteo, lo que considero el error diagnóstico, es la manera de hacer: si era amputando o era corrigiendo progresivamente.
Milei, entre el amor y la ignorancia
Entre lágrimas, el Presidente le tomó juramento a su hermana Karina. Esa imagen genera afecto y evidencia el apoyo de una hermana que lo cuida, casi como una madre o una pareja. Más allá de que aparentemente esté equivocado con su diagnóstico, parecer ser una persona honesta y frágil, exponiéndose a personas de poder que no son precisamente dóciles.
Desde el balcón de la Casa Rosada se lo pudo escuchar entonando la letra de la canción "Panic show", de La Renga, ante las casi 25 mil personas que lo fueron a recibir y la atenta mirada de su hermana Karina.
Asunción de Javier Milei
Da la sensación de que la figura del León, como autoproclamación, es una formación reactiva, diría Freud, de alguien frágil, que necesita proyectarse en la personalidad de algo fuerte, que él no es, y que toda esa actitud, a veces agresiva en su decir, no es nada más que una cobertura de dicha fragilidad.
Lo que la Argentina precisa es un presidente integrador y que haga síntesis. En ese sentido, el arzobispo de Buenos Aires, García Cuerva, en la ceremonia interreligiosa, expresó que “la verdadera libertad se expresa plenamente en caridad, no hay libertad sin amor”.
“La creencia en un dios liberador implica ser libres para ser más dignos y solidarios, comprometiéndonos especialmente con los que más sufren. La visión individualista de la libertad no tiene lugar para quien ha experimentado la liberación de dios, ya que implica alejarse de los demás y ver al ser humano encerrado en sí mismo, cuando en realidad hay que estar siempre en comunidad”, completó García Cuerva.
“Aquí hay una perspectiva de que no hay libertad sin amor, pero hay otra: para los griegos, el mal era la ignorancia. O sea, la persona puede tener amor y ser ignorante en el sentido de que elije el diagnóstico incorrecto y, de esa manera, puede producir daño aún teniendo amor. Ojalá no sea así”, fue el deseo de Jorge Fontevecchia en el cierre de su columna editorial.
