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MODO FONTEVECCHIA
El editorial de Jorge Fontevecchia

Día 606: Del Homo Argentum al Homo Libertarium

El Gobierno avanzó contra Vialidad Nacional, vació la línea 144 y ajustó la entrega de medicamentos contra el VIH. ¿Cómo cambiamos del argentino solidario al individuo solo frente al mundo?

Homo Argentum (2025)
Homo Argentum (2025) | Star

“El argentino, individualmente, se destaca en todo el mundo; somos solidarios, familieros. No sé cómo no podemos salir adelante como país”, dice uno de los 16 personajes que interpreta magistralmente Guillermo Francella en “Homo Argentum”, su última película. Se estrena hoy, mientras el país se transforma aceleradamente bajo el gobierno de Javier Milei, y quizá junto con él, la propia “argentinidad” que la obra audiovisual, dirigida por Mariano Cohn y Gastón Duprat, intenta escenificar.

La pregunta de Francella es legítima. ¿Seguimos siendo aquel homo argentum tan familiero y solidario que describieron numerosos artículos académicos tras la crisis de 2001, y que aún se expresa en comedores populares, jóvenes que dan clases de apoyo en los barrios y redes de contención formadas alrededor de cooperativas luego de la caída del neoliberalismo? ¿O, a 606 días de Milei, ya se ha dejado su huella que impulsa un individualismo que nos acerca más a un homo libertarium, centrado únicamente en la propia supervivencia?

En este sentido es necesario destacar el intento de cambio subjetivo que el Gobierno hace de esta suerte de ethos del pueblo argentino. El ministro de Desregulación Federico Sturzennegger se refirió a lo sucedido con las muertes por el fentanilo adulterado y dijo: “El ANMAT me desprotegió al decirme que me protegía y sin protegerme. A veces el Estado es el que te crea los riesgos”.

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Este recorte de Sturzenegger pinta una cosmovisión de fondo. En su hipótesis, el paciente debería informarse sobre qué fentanilo es el adecuado, que laboratorio trabaja correctamente y discutirlo con el médico. El Estado no se haría cargo de las consecuencias de un medicamento en mal estado y sobre el paciente recaería toda la responsabilidad. Un Estado que deja solo con su propia individualidad a cada ciudadano porque, de esta manera, cada argentino se cuidaría mejor si sabe que está solo.

Siguiendo el mismo razonamiento, la Policía, como toda institución, también tiene sus fallas. A veces dice cuidarte y no lo hace. Lo mismo pasa con el periodismo, que tiene periodistas corruptos. Probablemente si no hubiese Policía, todos nos cuidaríamos mucho más, nos quedaríamos encerrados en nuestras casas cuando oscurece y probablemente andaríamos armados para protegernos a nosotros y a nuestra familia de delincuentes o gente peligrosa.

Guillermo Francella: “Somos familieros, solidarios, buenos amigos y chantas”

La solución, en vez de mejorar el Estado, es quitarlo. Es como si el planteo libertario de Sturzenegger atrasara el pensamiento occidental hacia antes de 1651, cuando se publicó “El Leviatán” de Thomas Hobbes, en donde se establece como todos delegamos algo de nuestra libertad para que haya un Estado que nos proteja de la guerra de todos contra todos. Plantea que es el miedo el que nos hace construir una autoridad a la que le delegamos la posibilidad de arbitrar nuestras pulsiones.

Por otro lado, Marcel Mauss, en “Ensayo sobre el don: forma y función del intercambio en las sociedades arcaicas" (1925), sostiene que muchas sociedades tradicionales no se organizan a partir del miedo o la coacción, sino a través del intercambio de regalos. El don no es un acto puramente económico ni un gesto de altruismo desinteresado, sino una práctica social compleja que combina bienes, simbolismo, afecto y obligaciones. Cada regalo genera un vínculo, pues quien recibe está moralmente obligado a devolverlo, lo que crea un ciclo de reciprocidad que fortalece la cohesión y la confianza dentro de la comunidad.

Este enfoque de Mauss contrasta con teorías que plantean que la sociedad se sostiene sobre el temor o la fuerza, como en el caso de Hobbes. Para Mauss, lo que mantiene unidas a las personas son las relaciones sociales basadas en la generosidad y el compromiso mutuo, y no la amenaza de castigo. La sociedad se construye desde la interdependencia y la responsabilidad compartida: dar, recibir y devolver son los tres movimientos que sostienen un tejido social duradero, donde la cooperación y la solidaridad se convierten en la base de la vida colectiva.

Unos por el miedo y otros por el amor. Es tan viejo como lo que planteaba Sigmund Freud de la pulsión de muerte, o la discusión de Jean-Jacques Rousseau y Montesquieu sobre si el hombre nace bueno y la sociedad lo hace malo, o si el hombre silvestre es malo y la sociedad lo hace bueno.

Ambas teorías son antilibertarias. Una porque partiendo de un diagnóstico común, cada individuo lucha solo por su supervivencia, termina en la necesidad de la intervención estatal, y la otra porque presupone una conceptualización distinta de la naturaleza humana, más orientada por el bien, pero siempre hace falta un campo donde nuestras emociones puedan ser intercambiadas de una manera que plantee algo medianamente equitativo. Eso es el Estado, esa es la sociedad del Estado. Es el que crea y regula ese campo de intercambio libidinal, diría un psicoanalista. El Estado organiza nuestras necesidades emocionales con las de los otros con los que convivimos.

Milei Sturzenegger

El Gobierno también avanzó contra Vialidad Nacional, vació la línea 144 de atención a las víctimas de violencia de género, realizó ajustes en la entrega de medicamentos retrovirales contra el VIH, desmanteló campañas de entregas de preservativos y desmanteló la dirección nacional que coordinaba la respuesta al contagio de este virus en la población.

Probablemente, el Presidente, Sturzenegger y el resto de los funcionarios crean que ahora es responsabilidad del individuo no tener accidentes viales, no estar en pareja con una persona violenta y no contagiarse VIH. El Homo Libertarium que propone el Gobierno es un individuo solo frente al mundo. La noción de libertad se hermana de esta manera a la soledad y al individualismo. No hay mayor pobreza que la soledad. Del “derecho irrestricto al proyecto de vida del prójimo”, que repite como mantra el Presidente, a la indiferencia irrestricta frente al proyecto de vida del prójimo y al propio prójimo. La concepción de que hay uno solo, y se olvida de su interdependencia con los demás.

¿Cuáles son los efectos de estas políticas en la vida de los argentinos? Analicemos los dichos del ministro de Obras Públicas de Santa Fe, Lisandro Enrico, sobre el estado de las rutas. “Este retiro absoluto del Estado es inédito en la historia del país. Es un tema que genera una gran peligrosidad para millones de personas que suben a las rutas. Las rutas requieren un mantenimiento periódico. El Gobierno nacional cobra un impuesto todos los días, y el Ministerio de Economía lo retiene”, advirtió. Viajar es cada vez más peligroso, en este sentido es lamentablemente esperable que crezca la cantidad de accidentes. Esperemos estar equivocados.

Recordemos el caso del jubilado portador de VIH que intentó prenderse fuego en una sede de PAMI en Córdoba en diciembre de 2024 luego de no conseguir los medicamentos retrovirales.

En relación al vaciamiento de la línea 144 de atención a las víctimas de violencia de género, la actriz y modelo Julieta Prandi contó como ya de por sí para miles de mujeres es muy difícil denunciar este tipo de violencia por la estructura socio-jurídica que aún tiene fuertes elementos machistas. ¿Realmente era necesario avanzar contra los pocos elementos de ayuda a quienes sufren este problema? ¿El ahorro económico en ese gasto estaba tan justificado?

Los libertarios vuelven a poner en debate público que es el homo libertarium para ellos, quienes serían “los argentinos de bien”. Unos de los máximos ideólogos del Gobierno y biógrafo del Presidente, Nicolás Márquez posteó lo siguiente en sus redes sobre el caso Prandi: “Cualquier mujer con dos dedos de frente y cierto nivel cultural, al ser golpeada o abusada por su esposo se separa en el acto y hace la denuncia pertinente".

Nicolás Marquez

Tras la ola de repudio, Marques borró la publicación. Sin embargo, sirve para entender su cosmovisión. Si sufrís violencia de género es tu culpa o es mentira o no sos una mujer que no tiene dos dedos de frente. El Estado no tiene porqué ayudarte.

Alguien cercano al Gobierno nos podría decir que estamos tomando una declaración de un solo funcionario y otra de un allegado al Presidente, pero que el Gobierno no piensa de esta manera. Pero vamos a recordar una tristemente célebre declaración de la diputada libertaria Lilia Lemoine. Cualquier persona con dos dedos de frente, como dijo Márques, creería que los médicos del Garrahan que salvan chicos de cáncer son personas valiosas para nuestra sociedad.

“Yo estudié algo que me permitió ganar dinero para ayudar a mi familia. Entiendo que tengas sueños y quieras estudiar lo que te gusta. Yo estudie efectos especiales a los 28 años, no a los 18. No es un problema que causó este Gobierno”, dijo la diputada libertaria sobre el reclamo de los médicos del Hospital Garrahan.

Si vos tuviste un hijo con discapacidad no es problema del Estado. ¿Por qué yo tengo que pagar peaje y ustedes no?” le dijo el director de la Agencia de Discapacidad, Diego Spagnuolo, a la madre de Ian Moche, un niño con autismo.

Mamá de un niño con parálisis cerebral que votó a Milei: "Hay gente que me dice que me joda"

Parece que estuviésemos pasando clips de una suerte de película distópica pero es la realidad. ¿Cómo llegamos a esto? Mejor dicho, ¿cómo este Homo Argentum familiero y solidario lo tolera? Bueno, tal vez es algo que se empezó a cocinar hace años. Tal vez las divisiones políticas entre los partidos, pero en toda la sociedad argentina empezó a generar una suerte de anomia política que hace que nos sintamos cada vez más lejos del que piensa distinto y no podamos reconocerlo en su sufrimiento.

Desde el ocaso del kirchnerismo y el fin del último ciclo de crecimiento sostenido, la política argentina ha transitado no uno, sino dos fenómenos simultáneos: un giro gradual y luego acelerado hacia la derecha, y una fragmentación cada vez más profunda de sus estructuras partidarias y sociales.

Juntos por el Cambio, otra coalición cohesionada, hoy es una diáspora de listas internas. Tras la derrota, figuras como Elisa Carrió rompieron con la alianza, mientras bloques como Cambio Federal se desentendieron por completo. El peronismo mantiene unidad formal, pero en los hechos está tan fracturado como siempre.

Ni siquiera La Libertad Avanza elude esta lógica. Si bien logró imponerse en la elección porteña, obteniendo un 30 % del voto, lo hizo con apenas el 30% de un padrón que participó en un histórico 53,3%. Esto pone de relieve tanto la dispersión política como la atomización de preferencias: los argentinos ya no parecen compartir una narrativa común ni prioridades homogéneas.

En paralelo, conceptos como “grieta” revelan el quiebre social. La política dejó de ser espacio de debate colectivo y pasó a ser arena de fragmentación identitaria. La proliferación de listas difusas, con candidatos que se disputan el mismo nicho, y la menor centralidad de partidos tradicionales indican que la sociedad tampoco está alineada.

Ya en las PASO 2023, la participación fue apenas del 70,4%, la más baja desde 2011. Estos datos revelan que crece la sensación de que la política y las elecciones no importan. No hay agenda compartida, ni un diagnóstico consensuado de prioridades, y menos aún un plan colectivo para encarar los problemas. Argentina parece hoy una Torre de Babel: los partidos hablan, pero no se entienden, y la ciudadanía dejó de escuchar.

Javier Milei

Probablemente esta anomia política viene acompañada de cierto individualismo y elementos de falta de identidad común. Como si el último gran grito del homo argentum sean los festejos por la victoria de la Copa del Mundo, cuando 5 millones de personas salieron a la calle a recibir a nuestra selección.

Por otro lado, el estilo agresivo de Milei, que parte de esta noción de no reconocer el otro como un semejante empezó a teñir al resto de los actores del sistema político. El embajador Diego Guelar dijo en Radio Con Vos, con un tono prácticamente igual al Presidente, que Mauricio Macri “es un reverendo hijo de puta”.

Sin embargo, esta individualización de la sociedad tuvo su epicentro en la pandemia del COVID-19, que representó un punto de inflexión en la vida social y emocional de millones de personas en todo el mundo. Durante los años de confinamiento, aislamiento y restricciones sanitarias, se puso a prueba no solo la resiliencia de los sistemas de salud y las economías, sino también la manera en que nos relacionamos con los demás. ¿Salimos más individualistas de la pandemia?

El periodista Damián Toschi escribió en La Nación que “la propagación del virus presenta un efecto nocivo extra: tiñe de individualismo y desconfianza la conducta de una parte de la sociedad”, lo que pone en evidencia cómo el miedo y el instinto de autopreservación pueden erosionar los vínculos colectivos.

Toschi retomó un ensayo de Jorge Luis Borges, escrito en 1946 y llamado "Nuestro pobre individualismo", en el que plantea: "El argentino, a diferencia de los americanos del norte y de casi todos los europeos, no se identifica con el Estado. Ello puede atribuirse a la circunstancia de que, en este país, los gobiernos suelen ser pésimos o al hecho general de que el Estado es una inconcebible abstracción; lo cierto es que el argentino es un individuo, no un ciudadano".

Desde una perspectiva más clínica, Vanesa Bahur, magister en psicoanálisis y docente en la UNMdP, advirtió en LU9 Mar del Plata que “ante las injusticias sociales, las personas sienten que perdieron y se volvieron más individualistas, cada uno cuidando de sí mismo”. Sostuvo que el aislamiento prolongado “ha tenido efectos en el resurgimiento de la defensa individualista” y que se registra una “falla de la palabra como mediadora y una falta de confianza en las instituciones”. Es una mirada centrada en cómo el encierro afecta nuestras formas de relacionarnos y de confiar en la comunidad. Es como si el COVID-19 nos hubiera hecho volver a la época de las cavernas.

Detuvieron a dos personas durante la marcha de jubilados en Congreso

En otra clave, la psiquiatra y humanista Diana Kordon, explicó que “somos un pueblo que necesita fuertemente del contacto corporal con otros, del abrazo, del mate compartido” porque “son gestos que definen fraternidad”, y que el encierro activó “sentimientos de hostilidad y agresividad” incluso en el seno familiar. Para ella, la pandemia puso en evidencia la ilusión del “sálvese quien pueda” y contrastó la preservación individual como “simplemente ilusoria”, frente a la organización colectiva como única forma efectiva de cuidado real.

Contraponiendo estas visiones centradas en la crisis del lazo social, Alejandro Grimson invierte el enfoque en un texto publicado por FLACSO y sostiene que lo que entra en una “crisis brutal" es toda la noción del individualismo porque en esta pandemia [...] “queda más claro que nunca que nadie se salva solo”. Para él, este escenario supuso una oportunidad “para reflexionar sobre la racionalidad neoliberal” y preparar “una nueva lucha cultural y política” post-pandemia, que desafíe ese paradigma individualista.

Probablemente, Javier Milei y Federico Sturzenengger nos estén devolviendo con sus políticas de desguace de lo público un espejo a nosotros mismos sobre lo que estamos dispuestos a tolerar solo para que, presuntamente, se controle la inflación. ¿Estamos dispuestos a tolerarlo todo a cambio de la baja inflación? Bueno, eso se verá en las próximas elecciones y en las siguientes.

Producción de texto e imágenes: Matías Rodríguez Ghrimoldi y Facundo Maceira

TV/MU