¿Qué pasó ayer? Vetaron a Javier Milei. Lo vetó una mayoría social a favor de la universidad pública expresada en la calle, lo vetó el mercado con un dólar que tocó la banda y lo vetó la política con más de 160 diputados. En este momento, el Presidente y su hermana están suspendidos en el aire.
Freud decía que el chiste funciona como el inconsciente. En el inconsciente el sentido de las cosas se desplaza y se condensa. Es decir, se mueve y se agrupa. Este título condensa la noticia del rechazo al veto en Diputados, el aumento del dólar tocando el techo de la banda y el peligro para el Gobierno de los casos de corrupción que incriminan a Milei y a su hermana. Vamos a ir explicando todos estos sentidos condensados.
Este miércoles, cientos de miles personas en la calle y más de 160 diputados rompieron el veto de Milei al financiamiento universitario y el del Garrahan. Además, el mercado vetó al Gobierno y el dólar tocó el techo de la banda. Esto llevó al Banco Central a por primera vez desde que se instaló el sistema de bandas vender directamente reservas por 53 millones de dólares. Primera vez, lo que podría indicar que cada día tenga que vender más y más hasta lo insustentable. Esas dos noticias hoy están en la tapa de todos los diarios.
Son en general la primera y la segunda noticia más importantes. Con este título de chiste que funciona como el inconsciente, estamos diciendo que los dos hechos están relacionados. Los mercados, los acreedores privados de la Argentina están dejando de creer que Milei pueda gobernar este país y pagarles. Por eso lo vetan y sube el dólar.


¿Por qué perdieron la confianza? Porque notaron que la sociedad argentina empezó a vetar a Milei. Lo hizo hace dos semanas con la votación en la provincia más grande del país, lo hice ayer en una plaza colmada. Y lo hicieron los Diputados, que empezaron a alinearse en una posición más confrontativa. Ya no están los 87 héroes para blindar el veto del Presidente. Ahora hay 60 héroes nada más.
Además, esta falta de apoyo de la sociedad y del mercado hacen que Milei quede suspendido en el aire, con denuncias de corrupción que apuntan a él y a su hermana. ¿Qué puede suceder si en estos momentos, a partir ahora del fin del secreto de sumario en la Justicia, se produjera algún nuevo descubrimiento que incrimina al Presidente y a su hermana en el caso LIBRA y Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS, está última ya citada a prestar testimonio en la comisión investigadora del Congreso. En ese caso, la banda, ya no de flotación, estaría en serios riesgos de ser vetada totalmente.
Luego de ser rechazados los vetos presidenciales adentro y afuera del Congreso se unía la calle y la política. Mientras los Diputados cantaron "Karina es alta coimera", los manifestantes festejaron fuera del Congreso.
Realmente la imagen de Milei y su hermana salieron golpeadísimas el día de ayer. Queda claro que su hermana es solo la coraza de protección de Milei. Ella absorbe los rayos en contra del Presidente, pero ella misma es su hermano.
Es muy probable que el Senado convalide el rechazo esta tarde. De esta manera, serían ya tres leyes que fueron vetadas por el presidente, cuyo veto fue anulado por el Congreso. Esto hace que el poder legislativo y el poder ejecutivo entren en una suerte de doble poder institucional que dejan al Presidente en una situación de extrema debilidad. ¿Podría sentarse a negociar y sacar leyes por consenso? Parece imposible eso implicaría otro Gobierno con otra naturaleza.
Hasta hace algunas semanas, cuando en este programa, luego de que se conocieran los audios de Diego Spagnuolo, le preguntábamos a nuestros entrevistados por la posibilidad de un juicio político, en general nos respondían, casi escanadalizados, que no estaban las condiciones dadas. Ahora, muchos manifestantes ayer en la calle empezaron a hablar a pedir que Milei se vaya y a hablar de Asamblea Legislativa.
¿Qué pasó en el medio? Pasó las elecciones bonaerenses. En la provincia donde vive el 40% de la población, el Gobierno perdió más por más de 13 puntos. Esta derrota a su vez, resignificó todas las elecciones anteriores en las que La Libertad Avanza sacó menos de 35%. Inclusive en la Ciudad de Buenos Aires que ganó, probablemente si el peronismo hubiese ido unido, si las otras dos listas más pequeñas no hubiesen dividido votos, tal vez ganaba.
Milei gozaba de lo que se denomina efecto “carro ganador”. Por ser artificial, se corre el riesgo de pasar sin etapas al efecto “carro del perdedor”, a partir de un punto llamado schwerpunkt por el afamado general Clausewitz. Se convirtió en teoría militar cuando una derrota genera un efecto dominó. Si esto se confirma en octubre, el Gobierno entraría en una zona complicada.
Mao Tse Tung tenía una forma de explicar los procesos políticos que puede ayudar a entender lo que sucede. Para Mao había contradicciones principales y contradicciones secundarias. ¿Cuál es la contradicción principal del momento? Hay una contradicción entre las necesidades de la mayoría de la sociedad y la de los mercados y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Milei, hasta hace poco, había logrado que la sociedad respalde a la motosierra, es decir el ajuste, lo que quieren los mercados y el FMI, que buscan garantizar sus ganancias.
Si hay equilibrio fiscal, hay metas con el Fondo, y si hay metas con el Fondo hay más dinero para afrontar vencimientos. Sobre todo, hay posibilidades de acceder al crédito externo y continuar generando resultados positivos para quienes son los tenedores de la deuda argentina. Pero esto se rompió. La sociedad no aguanta más ajuste y motosierra.
En consecuencia, los mercados empiezan a sacar su dinero de Argentina y el dólar sube. Si todavía no lo vemos con un fuerte impacto en los precios es por los niveles de recesión que hay. Los comercios no aumentan precios por temor a vender aún menos a clientes que tienen cada vez más pesos, pero los precios mayoristas ya sobrepasaron el 3% de aumento mensual.
¿Qué sostiene a Milei entonces? Paradójicamente, lo sostiene Victoria Villarruel, el escudo de Milei. El kirchnerismo, principal accionista del peronismo, no estaría de acuerdo en dejar en la presidencia a una reivindicadora de la dictadura militar que, además, tuvo vinculaciones con Jorge Rafael Videla. La vicepresidente es la que sigue en la línea sucesoria y a pesar de que Milei la a acusado de traidora, las vueltas de la política, hacen que sea hoy su mejor defensa. Haber elegido una vicepresidente que pocos querrían es una de las formas que Milei tiene de garantizarse que no lo destituyan.
Si hoy avanzara alguna de las causas de corrupción que precipite el juicio político a Milei, Miguel Ángel Pichetto por su experiencia podría ser votado como presidente interino por la Asamblea Legislativa. Pero la oposición debería acordar con Villarruel que ella renuncie también. La vicepresidente no tiene ningún caso de corrupción en el que esté involucrada. En ese sentido, no se la puede incluir en ningún juicio político. Paradójicamente, Milei al apartarla del Gobierno, la terminó salvando. Se salvaron uno y otro peleándose.
Otra opción es que la oposición acuerde con Villarruel hoy que se haga cargo de un gobierno interino de algunos meses para que llame a elecciones anticipadas en las que ella misma se pudiera presentar.
Pero ella carece de lo mismo que Milei. Tiene los mismos problemas, o incluso peores. No tiene estructura, equipos técnicos, capilaridad territorial, incluso menos conocimiento económico que Milei y la ayuda que se especuló podría aportarle Mauricio Macri luciría insuficiente en este contexto político.

Joaquín Morales Solá generó una especie de terremoto la semana pasada al publicar en La Nación hay diputados y senadores que esperan que Juan Schiaretti asuma como diputado en diciembre para ser elegido por la Asamblea Legislativa. Es importante remarcar que esto se escribió ya varias veces, pero ahora pasa a resignificarse. Esto mismo escrito hace un mes no tuvo relevancia, pero hoy se torna verosímil.
Es difícil que el mayoritario peronismo bonaerense votase por Schiaretti por el antikirchnerismo del peronismo de Córdoba, mientras que la hipótesis de Pichetto podría ser aceptada por todos. También queda la posibilidad de que la necesidad de esta situación se genere antes de diciembre, antes de que asuman los nuevos legisladores. En este sentido, es más probable la hipótesis de Pichetto que la de Schiaretti.
En los sistemas presidencialistas, la figura del jefe de Estado se concentra con la de jefe de Gobierno. A diferencia del parlamentarismo, donde la salida de un primer ministro se procesa con relativa institucionalidad mediante una moción de censura o un recambio en la coalición, en el presidencialismo las caídas tienden a ser abruptas, traumáticas y muchas veces con consecuencias profundas. La rigidez del sistema, que no prevé mecanismos fluidos de reemplazo, genera que las crisis políticas y sociales se resuelvan en la calle o mediante decisiones drásticas de otros poderes. América Latina es el laboratorio privilegiado de este fenómeno porque tiene sistemas presidencialistas y debilidad institucional.
En 1992, Fernando Collor de Mello, fue destituido en Brasil en medio de un gigantesco escándalo de corrupción. La movilización popular de los “caras pintadas”, jóvenes que exigían su salida, selló la suerte de un presidente que había llegado con un discurso modernizador y terminó devorado por su propia trama de negocios turbios.
En 2016, también en Brasil, Dilma Rousseff fue apartada de la presidencia a través de un impeachment por irregularidades fiscales que, en la práctica, funcionó como una destitución política, en un contexto de crisis económica y de erosión de apoyos parlamentarios.
Es muy interesante ver que en la mayor democracia latinoamericana hubo dos impeachments en los últimos 30 años, y nadie duda de su fortaleza democrática. Es decir, el sistema constitucional lo permite, no es golpista, como normalmente se repite en Argentina.
En Paraguay, en 2012, Fernando Lugo sufrió un juicio político exprés que lo removió en cuestión de horas. El detonante fue un enfrentamiento sangriento entre campesinos y policías en Curuguaty. Pro lo que estaba en juego era la incomodidad de las élites ante un presidente outsider, que no controlaba los resortes tradicionales de poder. La debilidad institucional paraguaya mostró que en sistemas presidencialistas frágiles, un Congreso hostil puede ser más rápido que la calle.
En Honduras, en 2009, Manuel Zelaya fue directamente derrocado por un golpe militar avalado por la Corte Suprema y el Congreso. Su intento de convocar una consulta popular para habilitar una reforma constitucional fue el pretexto que permitió a las Fuerzas Armadas sacarlo de la cama en pijama y enviarlo al exilio. Ese episodio expuso la vulnerabilidad de los presidencialismos cuando se tensionan los límites legales y las élites tradicionales se sienten amenazadas.
En Perú, la lista de presidentes caídos es particularmente larga. Alberto Fujimori en 2000 huyó del país y renunció por fax desde Japón, cercado por denuncias de corrupción y violaciones a los derechos humanos. Pedro Pablo Kuczynski, en 2018, renunció acorralado por denuncias de sobornos vinculados a Odebrecht, y Pedro Castillo, en 2022, intentó un autogolpe que terminó con su arresto inmediato y destitución.
En todos los casos, la combinación de fragmentación parlamentaria, denuncias de corrupción y movilización popular terminó derribando gobiernos que en teoría debían durar todo su mandato.
La historia presidencialista fuera de América Latina también registra episodios de abrupta interrupción de mandatos, sin que resulten escandalosos. Richard Nixon en Estados Unidos debió renunciar en 1974, acorralado por el escándalo del Watergate, cuando la evidencia de espionaje y encubrimiento se volvió insostenible y el Congreso preparaba un impeachment inminente.
En Corea del Sur, otro país desarrollado, Park Geun-hye cayó en 2017 luego de masivas protestas que movilizaron a millones en Seúl, al destaparse un caso de corrupción y tráfico de influencias ligado a su entorno íntimo. Corea del Sur es uno de los países económicamente más exitosos en los últimos 30 años. En Filipinas, Joseph Estrada fue obligado a renunciar en 2001 tras un proceso de destitución trabado en el Congreso, pero desbordado por las protestas callejeras y la presión de las Fuerzas Armadas.
Estos episodios muestran un patrón: el presidencialismo concentra tanto poder en una sola figura que cuando esa figura se desploma, el sistema entero tambalea. A diferencia del parlamentarismo, no hay válvula de escape ordenada; la salida suele implicar impeachment, golpe, renuncia forzada o fuga. Y casi siempre, detrás del desenlace formal, aparece una combinación de tres factores: movilización social en la calle, pérdida de respaldo en el Congreso y fractura en las élites del poder económico. En algunos casos de los países menos desarrollados, también el poder militar. En la Argentina no tiene ninguna incidencia.
La caída presidencialista no es sólo el final de un gobierno: es la puesta en evidencia de la fragilidad de un sistema que promete estabilidad institucional, pero que en la práctica depende de la fortaleza personal y política de quien ocupa el sillón presidencial.
Al Gobierno ahora se le vienen dos grandes batallas que pueden definir su futuro. Por un lado, las elecciones de octubre y por el otro, la discusión del Presupuesto 2026. Esta última tiene un particular interés porque el Fondo le pidió al gobierno que el ajuste fiscal y la reforma impositiva sean votadas en el Congreso para demostrar respaldo político.
¿Cuál es el problema? Que el veto del marco, producto del veto de la sociedad, hizo que el dólar suba por arriba de la expectativa que el presupuesto tiene para el año que viene. Nadie cree que el dólar en diciembre de 2026, estará a 1300 pesos. Nuevamente hablamos de un error psicológico más que técnico del Presidente, similar al empecinamiento en creer que el dólar iba a ir al piso de banda de 900 pesos en abril y no comprar reservas a 1.200 pesos, creyendo que el dólar iba a bajar. Esta idea de Milei, verdadero ministro de Economía, se repite en sus proyecciones hacia 2026, haciendo inverosímil la base de cálculo del presupuesto porque afecta a todas las demás variables.
Es interesante remarcar la relación entre el Presidente y su formal ministro de Economía, como su hubiera una abducción de Luis Caputo, a tal punto que el presupuesto parte de la idea del Milei de que el dólar va a bajar.
Entonces ¿sobre qué base se va a discutir el presupuesto? Prácticamente obliga a la oposición a rechazarlo o pedir que se modifique por completo. Si el Fondo ve que el Presidente no tiene ningún tipo de apoyo político, ¿hará que Donald Trump le envíe más dinero? Esto es probable, ya hubo un préstamo político con Macri y otro recientemente con Milei.
Ahora, ¿podría Trump dinero en una elección que parece encaminarse a una derrota? Si efectivamente habrá un préstamo del Tesoro estadounidense como lo prometió en una visita Scott Bessent debería ser en estos días, antes de la elección de octubre. Cada día que pasa, el Gobierno se debilita más y el dólar sigue subiendo.
La otra gran batalla son las elecciones. El Gobierno puede ser el partido más votado y aún así, perder en todos o casi todos los distritos. Es decir, si saca un 35% a nivel nacional, puede ser que sea el partido más votado, porque el peronismo es representado en el interior por fuerzas provinciales que no están dentro de Fuerza Patria. Sin embargo, ¿le alcanzaría esto para vender un triunfo a la sociedad y los mercados? Es difícil creerlo porque luego seguiría en una situación de extrema debilidad en el Congreso.
La canción de la Renga que Milei utiliza para sus actos desde que saltó a la escena política dice: “Yo soy el rey, te destrozaré, yo soy el rey de un mundo perdido”. Efectivamente tenía razón. Está destrozando las condiciones de vida de la mayoría de los argentinos y por eso es el rey de un mundo perdido, un mundo que queda solo en su mente, cada vez más lejos de la realidad y de este verdadero país.
Producción de texto e imágenes: Matías Rodríguez Ghrimoldi
TV/ff