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MODO FONTEVECCHIA
El editorial de Jorge Fontevecchia

Día 722: La hora de las diásporas

La asunción del 10 de diciembre de 2025 de los nuevos diputados electos fortalecerá el número propio de La Libertad Avanza, pero no eliminará la necesidad de negociación; solo hará que su costo sea ligeramente menor.

Día 722: La hora de las diásporas
Día 722: La hora de las diásporas | CEDOC

Si todo el mundo admite la frase de que la “unión hace la fuerza”, podríamos concluir que la división hace la debilidad. ¿Por qué entonces los políticos de la oposición eligen dividirse justamente ahora que Javier Milei está pasando por uno de sus momentos de mayor fortaleza? Gracias a estas divisiones, La Libertad Avanza (LLA) puede pasar a ser el bloque mayoritario en el Congreso. ¿Qué racionalidad hay detrás de este comportamiento que comparten peronistas, radicales y opositores de todos los colores?

Desde la óptica de las estrategias bélicas, la derrota tiene un efecto corrosivo directo sobre dos activos vitales: la autoridad del mando y la moral de la tropa. Sun Tzu subraya en "El Arte de la Guerra" que el éxito depende de una planificación impecable y de una disciplina inquebrantable. Cuando sobreviene el fracaso, la estructura de poder se rompe, pues la derrota es la prueba irrefutable de un fallo en el liderazgo.

En el campo de las ciencias políticas, la división post-derrota se explica a través de la teoría de la competencia y los incentivos. La Teoría de la Elección Racional sostiene que la unidad es viable solo si promete una victoria futura creíble. Si la derrota es percibida como catastrófica, la racionalidad de la élite exige una demostración de renovación. La forma más expedita de lograrlo es desplazar y demonizar a la facción perdedora, es decir, el ala que encabezó el fracaso electoral o militar.

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La diáspora que nos ocupa en esta columna tuvo hasta ahora tres momentos. Primero, la victoria electoral de Milei el 19 de noviembre de 2023 desató una profunda fragmentación en el Congreso. El resultado es un mapa político sin mayorías claras, donde los gobernadores provinciales emergieron como los árbitros indispensables. Una de las fracturas más notables se dio en el corazón del peronismo.

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Unión por la Patria (UxP), que ingresó como la primera minoría, sufrió una sangría impulsada por la necesidad de los gobernadores peronistas de negociar recursos y fondos con el nuevo gobierno. Este desmembramiento se evidenció con la salida de diputados ligados a provincias clave, principalmente Salta, Catamarca, Tucumán y Misiones. Los legisladores de Tucumán, respondiendo a Osvaldo Jaldo, formaron el bloque Independencia para apoyar explícitamente la agenda económica de LLA.

Por su parte, los diputados salteños, cercanos al gobernador Gustavo Sáenz, se unieron a sus pares de Misiones para crear Innovación Federal el 8 de diciembre de 2023. Este bloque, junto con otros espacios territoriales, se constituyó con la misión clara de negociar voto por voto los intereses provinciales, diferenciándose de la oposición dura que mantuvo UxP, relegada principalmente a los legisladores de Buenos Aires, Formosa y Tierra del Fuego.

Al grupo de bloques provinciales dialoguistas se suman fuerzas como el Movimiento Popular Neuquino (MPN) y los representantes del Frente Cívico por Santiago que si bien estos últimos permanecieron leales al armado general del kirchnerismo, ahora son “tanteados” por el Gobierno y el resto de gobernadores que se quieren sentar a negociar.

El otro gran quiebre se produjo en el seno de Juntos por el Cambio, que se desdobló en dos posturas opuestas frente a LLA. Por un lado, el PRO, liderado por Mauricio Macri, se alineó como un aliado estratégico y permanente del oficialismo. Sus cerca de 37 bancas son la base de apoyo incondicional del gobierno. Por otro lado, la Unión Cívica Radical (UCR), con alrededor de 34 diputados, se consolidó como la oposición negociadora por excelencia.

La UCR se encuentra dividida entre la crítica más confrontativa, encarnada por Martín Lousteau, y la postura predominante de la "oposición constructiva" que impulsan los gobernadores como Maximiliano Pullaro y el líder del bloque de Diputados, Rodrigo De Loredo. Esta posición constructiva les permite votar las leyes consideradas estructurales, como la Ley Bases, a cambio de introducir modificaciones que defiendan el federalismo y los recursos provinciales. Esta estrategia se basa en la convicción de Pullaro de que la UCR debe mostrar capacidad de gestión y de diálogo para no quedar aislada.

Pero no nos adelantemos y pasemos al segundo momento de la diáspora: la reunificación opositora. Durante buena parte del 2025, la oposición logró unirse en diputados y senadores y le propinó duras derrotas al Gobierno. La ley de financiamiento universitario, la ley de Discapacidad, el bloque al veto presidencial a estas mismas leyes, el bloqueo al aumento del presupuesto a la SIDE, fueron hitos donde peronistas, radicales, diputados provinciales y hasta algunos del PRO se unieron para ponerle un freno al Gobierno. Frente a esta situación, los mercados reaccionaron con incertidumbre, la situación cambiaria empezó a desbocarse y apareció la ayuda de Bessent y Trump.

Lo demás es historia conocida, la falta de propuesta opositora y la ayuda de Estados Unidos pavimentó el triunfo libertario y se produjo un cambio de situación política en la que el Gobierno se refortaleció. Esto nos trae al tercer momento de la diáspora: el triunfo de octubre que dejó a LLA a solo tres diputados de ser la primera minoría en el Congreso. Sin embargo, aún Unión por la Patria se mantiene como la primera minoría con 97 diputados. La suma de esta diáspora es lo que configura el nuevo equilibrio de poder. El oficialismo puede alcanzar la mayoría absoluta de 129 votos sumando el triunfo de octubre, la defección de varios opositores y las gestiones de Patricia Bullrich.

Jura de la senadora Patricia Bullrich.
Patricia Bullrich será jefa del bloque oficialista en el Senado desde el próximo 10 de diciembre.

Bullrich consiguió que tres diputados más electos por el ex Juntos por Cambio (Verónica Razzini, Alejandro Bongiovanni y Lorena Petrovich) se sumaran a LLA como parte del bloque de Bullrich, que sumados a los ochos que ya se habían ido del PRO con ella, más los tres radicales que cooptó hace pocos días (Mariano Campero, Luis Picat y José Tournier) totalizan 14. Y con su aporte, LLA alcanza 94 diputados, amenazando con arrebatarle la primera minoría al peronismo que tiene 97, aunque algunos amenazan con saltar del barco perdedor para negociar con Milei.

La asunción del 10 de diciembre de 2025 de los nuevos diputados electos, si bien fortalecerá el número propio de LLA, no eliminará esta necesidad de negociación, sino que solo hará que el costo de la misma sea ligeramente menor. La diáspora opositora ha institucionalizado la negociación territorial como el método operativo del Congreso.

Hay que dejar en claro que libertarios puros son 51. Se llega a 94 con ex PRO, ex radicales y de otras fuerzas políticas. ¿Por qué decimos esto? Porque en la cambiante Argentina, estos diputados que están por fuera del núcleo duro mileista, pueden armar sus propios bloques como lo hizo Lourdes Arrieta, Marcela Pagano y Oscar Zago. Pero, por lo pronto Milei está en su prime, como se dice en las redes sociales, y tiene viento a favor. Entonces, si tiene 94 votos y el peronismo 97, con que se sumen más de alguna fuerza a la libertad avanza y algunos peronistas provinciales hagan su propio bloque, los libertarios pasarían a ser la primera minoría.

De hecho, según una reciente nota de Letra P de Mauricio Cantando, Martín Menem cree que superará por poco a UxP a partir de la salida de tres de los cuatro diputados de Catamarca. Espera que tres representantes del oficialismo de esa provincia, que responde al gobernador Raúl Jalil, no asistan este martes a la reunión convocada por el jefe del peronismo, Germán Martínez, y armen un bloque propio. Se trata de Fernando Monguillot, Fernanda Ávila y Sebastián Nóblega. Solo iría a UxP Claudia Palladino, cercana a la senadora Lucía Corpacci, leal a Cristina Kirchner. Esto dejaría igualado 94 a 94 entre LLA y el peronismo. Sin embargo, el declive peronista puede seguir si como amenazó, el puntano Jorge Fernández no se pliega a esa bancada. Eso dejaría al Gobierno a la delantera.

En el centro político y el fiel de la balanza legislativo, la atomización es aún peor. El magro resultado de Provincias Unidas desorganizó políticamente al centro político y empezaron las internas. Miguel Ángel Pichetto, presidente del bloque de Encuentro Federal se alejó de Provincias Unidas y junto a Nicolás Massot dará forma a un bloque, por ahora compuesto por ellos dos que intentará sumar a los dos de la Coalición Cívica para armar un republicanismo opositor, no tan negociador con Milei. En frente quedó el gobernador santafesino Pullaro que reclamó para Gisela Scaglia, su vicegobernadora la presidencia del bloque de Provincias Unidas, algo que, según algunos trascendidos de otros medios, terminó por irritar a Pichetto y Massot.

En Senadores la historia es similar. A partir del 10 de diciembre, el Gobierno pasa a tener 20 senadores, más los seis del PRO. El peronismo tiene 28, situación que los encuentra casi en paridad. La UCR tiene 9 senadores. Recordemos que Lousteau, el radical más opositor, ahora entra por diputados, con lo cual puede suceder que el radicalismo se vaya con el Gobierno. Provincias Unidas queda con tres senadores y hay seis regionales.

Esta situación, además de ser auspiciosa para el Gobierno, hace emerger un nuevo primus inter pares en el peronismo. El gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora que tiene los tres senadores por su provincia y cinco diputados que le responden directamente. Además, fue uno de los pocos que ganó las elecciones provinciales y luego a nivel nacional.

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Pero volviendo al núcleo de nuestra columna ¿hay alguna ganancia entre quienes se dividen frente al adversario o es solo irracionalidad? La desintegración de una formación política o militar tras una derrota contundente, lejos de ser un error estratégico, puede interpretarse bajo el prisma de la etología del miedo y el reflejo de supervivencia, análoga al desbande de una manada frente a un depredador.

La etología, el estudio de las causas y orígenes del comportamiento animal, nos ofrece un marco robusto para entender por qué la derrota genera división en lugar de cohesión. En la naturaleza, la unidad del grupo es la defensa primaria contra amenazas menores. Sin embargo, cuando el impacto o el shock provocado por un depredador es abrumador, se activa un mecanismo evolutivo radical: el desbande. Este no es un acto de cobardía desorganizada, sino una táctica que maximiza la probabilidad de supervivencia individual.

Las teorías de las ciencias políticas refuerzan esta analogía mediante la Teoría de la Elección Racional. La derrota fulminante anula el incentivo racional para la unidad. Los líderes de las facciones internas -los "animales más rápidos" que pueden escapar- reconocen que el futuro político está comprometido si cargan con el lastre del fracaso total. La división se convierte en un imperativo para reconstruir la marca política, demostrando que ellos, individualmente, no son responsables del fracaso colectivo. Señalar al líder derrotado y tomar una dirección opuesta es la prueba de su "renovación" y un intento desesperado por no ser devorados por el electorado o el adversario. La dispersión, o diáspora, es su forma de asegurar que al menos una parte del grupo sobreviva para la próxima temporada de caza.

De esta forma, la división no es un fallo, sino un mecanismo adaptativo ante una derrota percibida como terminal. El temor al depredador (el adversario vencedor) y la necesidad de sobrevivir políticamente priman sobre la lógica de la unidad, llevando a la élite a desmembrar la manada para que sus partes tengan la posibilidad de escapar y regenerarse en el futuro.

Una de las políticas más astutas de la historia reciente de la Argentina es Cristina Kirchner, quien probablemente entienda que es su conducción la que está cuestionada. Por eso, su estrategia es ordenar a quienes le cuestionan que hagan lo que harían de cualquier modo para evitar que se note el cuestionamiento mismo.

Es decir, para contener la diáspora del peronismo en el Congreso, Cristina ofreció una respuesta directa a los puentes tendidos por el ministro del Interior, Diego Santilli, hacia los gobernadores. La expresidenta, aunque sigue de cerca las conversaciones y ha dialogado con figuras clave como Zamora y Jalil, ha emitido un mensaje de doble vía a su tropa.

Por un lado, demostrando ser "institucionalista", ha dado luz verde a los gobernadores peronistas para que negocien el Presupuesto 2026 y obtengan fondos provinciales de la Casa Rosada, entendiendo la necesidad de los territorios y del Gobierno de tener una hoja de ruta. Sin embargo, esta laxitud tiene una condición inquebrantable: la unidad de los bloques en el Congreso.

Cristina ha bajado la orden de evitar rupturas y desprendimientos, buscando contener el espacio que enfrenta fricciones y cuestionamientos a su liderazgo. Este mandato se da en un contexto donde el caso de Zamora, con su peso de diez legisladores entre ambas cámaras, es crucial, y donde Jalil ya anticipó al Gobierno que rompería con UxP en Diputados. La meta de la Casa Rosada es lograr que el peronismo se desgrane para negociar con sectores menos extremos, mientras que la oposición logró una primera victoria de unidad al fusionar sus facciones de senadores bajo el nombre de “Bloque Justicialista”.

Además, hay un aspecto técnico de la táctica del gobierno. Si LLA logra ser la primera minoría, se queda con la presidencia de las comisiones en el Congreso, algo que le va a permitir avanzar con dictámenes de mayoría de manera más aceitada.

Si hay una historia de una alianza exitosa en el país es la de Juntos por el Cambio. Esta historia nació a contramano de lo que expresamos en esta columna. Tras el triunfo de Cristina en el 2011 con el 54% de los votos, diferentes partidos, primeros con el FAP, luego con UNEN y finalmente con Cambiemos, se fueron integrando gracias al mecanismo de las PASO que permitía dirimir las candidaturas y ofrecieron un proyecto de país alternativo al kirchnerismo que en solo cuatro años lo desalojó de la Casa Rosada.

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El PRO, el radicalismo, la Coalición Cívica y hasta el GEN, pasando por los socialistas santafesinos lograron articular una opción mayoritaria que habían empezado a intercambiar en la rebelión rural del 2008. Tal vez eso le haga falta a la oposición, un sector social que los una y que les dé un marco para que su unidad no se vea como un acto de oportunismo. ¿Por qué Lousteau y los radicales que lo siguen, la Coalición Cívica de Carrió, partidos provinciales y Unión por la Patria, pasando por Pichetto y otros peronistas disidentes no hicieron una alianza para derrotar a Milei como la hizo Lula da Silva en Brasil para derrotar a Jair Bolsonaro?

Como diría Sun Tzu, por el desprestigio de la generala. Cristina presa por corrupción, con causas que se acumulan no es Lula, tiene un mayor desprestigio en la sociedad y eso parece ir in crescendo. Esto hace que no haya un bloque social más o menos homogéneo y extenso que la admita como generala y al haber quitado las PASO con complicidad de varios sectores del peronismo, no se puede encontrar un nuevo general. Por ahora, entre el fin de las primarias abiertas simultáneas y obligatorias y el bloque político de Cristina, su espacio se achica y se vuelve más aislado políticamente.

La alternativa a Milei puede venir de un nuevo Juntos para el Cambio pero progresista o por lo menos democrático o de una suerte de Milei de izquierda. Es decir, de un outsider antilibertario. Por lo pronto, esto probablemente sea a expensas de Cristina Kirchner, como el fenómeno Milei fue a expensas de Mauricio Macri.

Es decir, el fracaso de Juntos por el Cambio en el 2019 tuvo dos sacrificios claves. En primer lugar, Marcos Peña, armador político y estratega del macrismo soft, por así decirlo, dejó la política y se dedicó a escribir y a analizar lo que había salido mal. En segundo lugar, Macri empezó un lento declive político al que reaccionó de la peor manera. Macri hizo lo imposible por mantener su influencia y buscó destruir a Horacio Rodríguez Larreta primero y luego subordinó a Bullrich a Milei para seguir sosteniendo su poder e influencia.

Macri destruyó al PRO para usarlo como moneda de cambio con Milei, pero Milei jamás le pagó su retribución por haberlo apoyado electoralmente en el balotaje, por respaldarlo en el Congreso y mientras lo invitaba a comer milanesas a la Quinta de Olivos, tejía un astuto plan para quitarle todos sus dirigentes de peso. ¿No está haciendo Cristina Kirchner lo mismo que Macri al ir contra Axel Kicillof y bloquear todo tipo de renovación? ¿No terminará Cristina Kirchner siendo quién efectivamente le ponga el último clavo al cajón del kirchnerismo por intentar mantener su liderazgo?

En el caso de Macri, cometió un error en apoyar a Bullrich que solo se apoyó en el expresidente para impulsar su propia candidatura. Cristina parece preferir a Sergio Massa antes que, a su propio exprotegido, el gobernador bonaerense. ¿No es Massa más cercano a un profesional del poder como lo es Bullrich? ¿Alguien que ni bien pueda le soltará la mano como Bullrich lo hizo con Macri? Preguntas que por lo pronto no tienen respuesta, pero que trazan un paralelismo entre Macri y Cristina, dos de los dirigentes que hegemonizaban la política de los últimos 20 años y ahora están en su ocaso.

Producción de texto e imágenes: Matías Rodríguez Ghrimoldi

TV/ff