La mesa estaba servida. El ministro de Economía Martín Guzmán esperaba a su invitado para darle la bienvenida a su área. Roberto Feletti tenía una decisión tomada: dejar su cargo.
El hombre que había sido bautizado como “el capitán frío” entre el empresariado por su política de congelamiento de precios había empezado a ser cuestionado internamente por el kirchnerismo duro.
¿Los motivos de las críticas? Miraban con desconfianza su celeridad. Por el fideicomiso para los productores de trigo había logrado reunir más de dos mil millones de pesos. De allí solo había hecho un pago a Molinos Cañuelas el día anterior a presentar su renuncia.
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Tampoco lograba avanzar en la diferenciación de precios locales e internacionales, es decir: más retenciones.
Y el programa de Precios Cuidados empezó a tener menos incidencia en los números del consumo masivo por la inflación, el incumplimiento del empresariado en el abastecimiento de productos en las góndolas y la incidencia de la guerra en Europa.
Algo sucedió el fin de semana. Roberto Feletti había escuchado de la boca de Cristina, su jefa política, que el kirchnerismo duro iba a empezar a mencionarlo en público entre sus críticas a la situación económica. Como a Guzmán. Evidentemente, el paso de la órbita de Producción a Economía no le convino.
Tan lejos estaba el Presidente de esperar la renuncia del ahora ex secretario de Comercio que, al mediodía lo mencionó públicamente. De hecho, Feletti, había dicho el viernes que le parecía razonable el cambio de área y había sido parte de un primer encuentro con Guzmán, a quien ahora le tocaba comunicar su renuncia.
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El ministro de Economía fue quien se encargó de decírselo al Presidente. Roberto Feletti le había dicho que iba a tener que correrse. Y sin más se hizo eco de lo que estaba decidido como el “relato” de su salida: “no le habilitaban las herramientas necesarias para propiciar los cambios que la Argentina necesita” y por otra parte que su paso al costado responde a la “urgente necesidad de una coordinación del Gabinete Económico.”
Ahora Martín Guzmán se queda con todo. Con la Secretaría de Comercio y su manejo, con un hombre de su máxima confianza. Con la política sobre el control de precios, pero, al mismo tiempo, con una base amplificada ahora de los cuestionamientos del kirchnerismo duro, si a corto plazo no obtiene buenos resultados.
GA PAR