Rafael Grossi, director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), sostuvo que la creciente inestabilidad global y el avance de potencias nucleares tensionan el sistema de "la disuasión mutua asegurada". En diálogo con Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (AM 1190), el diplomático que podría conducir las Naciones Unidas advirtió: “Hay un grado de alerta más alto y un ''runrún' que evoca la posibilidad de la utilización del arma nuclear”.
Rafael Grossi es un diplomático que actualmente se desempeña como director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). Asumió ese cargo en diciembre de 2019, siendo el primer latinoamericano en ocupar esa posición, y fue reelegido para un segundo periodo en marzo de 2022. Cuenta con 40 años de experiencia en diplomacia, paz, seguridad, no proliferación y desarrollo internacional. Antes de liderar en la OIEA fue embajador de Argentina en Austria y ante organismos internacionales.
Tensión ante la orden de Trump de reanudar pruebas nucleares
Cada vez se habla más de que le tocaría a Latinoamérica conducir las Naciones Unidas, y que usted es el candidato que representaría con mayor cantidad de votos a Latinoamérica. Sería una especie de Francisco para la Argentina si usted estuviera en esa posición. No quisiera estar en sus zapatos, porque va a representar a la Argentina desde una posición muy expectante en el mundo, como la que tuvo Francisco a lo largo de 11 años, ¿no?
La reflexión es muy generosa. Por supuesto, jamás me pondría a la altura del Santo Padre, al que tuve ocasión de encontrar en distintas oportunidades. Creo, sí, que hay un elemento legítimo de idea de que haya un argentino en una posición de esta naturaleza, que creo yo también en cierto modo excede a nuestro propio país. Es algo que se refiere también a la región, en el sentido de que hay una ley no escrita, pero que tiene bastante sentido. Las Naciones Unidas han cumplido 80 años, desde 1945 hasta ahora. Y en todo este largo periodo, en una sola ocasión hubo un secretario general, Javier Pérez de Cuéllar, y después hubo varias ocasiones europeos, hubo dos asiáticos y hubo también dos africanos. De modo que existe una lógica en esto, pero usted sabe, las elecciones son procesos en los cuales el tema regional tiene una cierta incidencia, pero no es una incidencia absoluta. Aquí hay que convencer al Consejo de Seguridad acerca de quién es la persona que está en mejor capacidad de conducir a las Naciones Unidas en un periodo que es particularmente difícil.
Y en ese punto, casualmente, se escucha hablar nuevamente de la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial por el aumento en el porcentaje de la inversión en armamento sobre el producto bruto. ¿Usted ve riesgo de que haya una Tercera Guerra Mundial y que en una guerra así se comience directamente con arsenal atómico y no se termine, como fue en la segunda?
No puede ser excluida esa hipótesis, y ya eso es bastante decir.¿Por qué lo digo? Porque existe una llamativa fragmentación en la escena internacional, con una serie de conflictos armados. Uno muy manifiesto, muy grande, muy importante, está en Europa y tiene que ver con el conflicto entre la Federación de Rusia y Ucrania, que es un conflicto mayor. Hay muchos otros en África y en otros lugares, pero claramente en este se ve una dimensión nuclear más clara porque uno de los dos beligerantes es un país que tiene armas nucleares y además está en una confrontación, en este caso indirecta,con países de la Alianza Atlántica, que están apoyando abiertamente a Ucrania.
Las líneas que separan las confrontaciones por interpósita nación o por interpósita potencia pueden a veces mezclarse. Entonces existe, en cierto modo, una preocupación acerca de esto. Hay un grado de alerta de las armas nucleares más alto, que ha sido elevado por parte de la Federación de Rusia. Ha habido declaraciones hace pocos días con relación a ensayos que no se sabe bien si se refieren a ensayos de tipo nuclear o ensayos vinculados a vectores convencionales, pero hay todo un "runrún", por decirlo en criollo, que evoca la posibilidad de la utilización del arma nuclear.
Nuestra tarea en el Organismo Internacional de Energía Atómica está basada fundamentalmente en la no proliferación, con que no haya más estados que tengan armas nucleares de los que ya hay hoy. Y en ese sentido, este aumento de la retórica con relación a las armas nucleares, de los ensayos de distintos tipos de armamento, las incertidumbres que hay con relación a la estabilidad del paraguas nuclear que pueda dar una gran potencia sobre otros, hace que un número creciente de países importantes cada vez más abiertamente se pregunten si no ha llegado el momento de revisar su abstención de tener armas nucleares y de revisar ese esquema del orden nuclear mundial tal como lo conocemos y, de pronto, acceder a más nucleares. Imaginemos por un momento un mundo con este tipo de conflictividad y con 20 países que tengan armas nucleares. Entonces, de eso se trata.
Usted ha leído lo que se denomina "la paradoja de Tucídides" y la proyección de que más tarde o más temprano una potencia emergente va a generar un conflicto con la potencia anterior en la lucha por la hegemonía. Hoy por hoy, el armamento de Estados Unidos es tres a uno el de China, y alcanza con ese uno para destruir todo el mundo. ¿Cómo imagina usted si en la tercera década del siglo XXI va a funcionar como fue en la última parte del siglo XX la mutua disuasión? Es decir, que las potencias puedan destruirse varias veces a sí mismas sea una garantía de paz y no de guerra.
A eso me refería indirectamente en la última parte de mi respuesta. Es decir, ¿es aún la disuasión, tal como ha sido entendida en los últimos 45 años o en los últimos 40 años, válida? El presupuesto de que tener una cierta cantidad o capacidad de destrucción inhibe al otro a usar el arma nuclear. Hoy, por ejemplo, se habla de conflictos nucleares limitados, de armas nucleares tácticas, de escenarios en los cuales el uso de un arma nuclear no lleve necesariamente a Armagedón, a una mega confrontación donde las grandes potencias se tiren todo lo que tienen. Esto es una hipótesis, habría que probar qué es lo que sucede en la realidad, esperemos que nunca tengamos que probar eso.
El elemento nuevo que se agrega ahora es la duda. La disuasión mutua asegurada funcionó como un presupuesto incontestado por muchas décadas, y eso parece haberse erosionado, por un lado, por la existencia de sistemas nucleares de tipo táctico más pequeños, y también por el hecho de que nuevas potencias se doten de armas nucleares, y con esas nuevas potencias usted no tiene nunca la seguridad de que participen de ese juego de abstención. Entonces, ahí hay toda una revisión, como si fueran las cartas, una especie de “dar de nuevo”, donde los presupuestos de lo que ha la seguridad del mundo en los últimos 40 años, se ven por lo menos cuestionados.
La era de la disuasión simbólica
En ese contexto de aumento de las posibilidades de la utilización de armamento nuclear y esa erosión de la mutua disuasión, ¿podríamos decir que el hemisferio sur termina geopolíticamente siendo más valorado como zona de paz, zona no atómica, ya sea para inversiones, para elecciones de vida, para elecciones de colocar lugares estratégicos como centros de datos? Es decir, ¿es una ventaja para el hemisferio sur ser el hemisferio libre de bombas atómicas?
Yo creo que, en general, no tener armas nucleares es siempre una ventaja porque, en principio, los países que no las tienen no están incluidos en los presupuestos de alianzas que pueden ser susceptibles de ser atacadas con armas nucleares. Recuerde, en el caso del hemisferio occidental, en el caso de Latinoamérica y el Caribe, donde tenemos el Tratado de Tlatelolco, por el cual nosotros no nos dotamos de armas nucleares, pero también, a través de los protocolos que tiene, los países que las tienen tienen la prohibición de emplazarlas en nuestra región, que eso es también realmente muy importante.
Pero diré que si bien es cierto que no estar involucrados en la carrera armamentista nuclear es una ventaja relativa, un mundo donde haya conflictos nucleares armados, en última instancia, no beneficia a nadie. Entonces, es como aquel que piensa que si se cae mi vecino, se cae, y yo estoy bien protegido en mi casita. Los países están muy integrados comercialmente, económicamente y demás. Imaginemos las consecuencias económicas, climáticas, geográficas y en la salud que podría tener un conflicto nuclear. Naturalmente habría un impacto. Pero sí, no estar en la carrera armamentista nuclear es algo que tiene que ser valorado positivamente.
¿Cómo vive personalmente las amenazas que desde Irán se hicieron contra usted respecto de sus análisis en función de la capacidad nuclear que le quedaba a Irán?
Es una dificultad. No es algo que no es agradable, pero naturalmente la materia con la que trata el organismo que yo tengo el honor de dirigir es totalmente sensible y que apunta a lo más estratégico, a lo más sensitivo de los países. Y, sin dar explicaciones o justificar a quienes me han amenazado, se entiende que esto genera enormes pasiones, enormes excesos, muchas veces verbales, otras veces no tanto. En este caso, por esa razón fue que tuvimos que aceptar una protección especial. Creo que tiene que ver con la misión que uno ejerce y con dar las señales adecuadas de que las amenazas o el chantaje de tipo de la seguridad personal no nos afectan en la tarea. Así que lo tomo como parte de la responsabilidad en mi trabajo. En otras décadas, quizá quien estaba sentado en este sillón no tenía este tipo de consecuencias no queridas por su trabajo. Ahora el mundo está alcanzando una multidimensionalidad enorme en la que se mezcla en todo.
¿Qué tiene para aportar el fin del mundo, como definía Francisco, la subjetividad argentina a las relaciones internacionales?
Creo que muchísimo. La Argentina es un país que sintetiza, en una manera muy interesante para el observador externo. Es un país que tiene un elemento nativo, pero es un país básicamente moldeado por la inmigración. Es un país hecho por gente que vino aquí a trabajar, a forjar su futuro. Es un país que tiene también una muy interesante y muy peculiar mezcla de ser un país productor de materias primas, pero con una base tecnológica interesantísima. De hecho, el hecho de que yo esté acá, además de las cualidades que yo pudiera o no tener, también es el reflejo de una Argentina nuclear, de una Argentina que tiene 50 años de actividad muy destacada en un ámbito estratégico internacional. No es el único: tenemos otros ámbitos en los cuales también somos muy destacados. Entonces, creo yo que eso nos da una cierta plasticidad, una cierta flexibilidad, y una cierta aproximación, en el caso mío personal, a la negociación que da muchas veces resultado. Al menos así lo quiero pensar.
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