Ernesto Tenembaum, destacado periodista, se refirió al Día del Periodista y repasó los cambios que hubo en la comunicación. Además, analizó la interna de Juntos por el Cambio y el rol de Javier Milei, en Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (101.9).
¿En que cambió el periodismo desde que empezaste hasta hoy?
Yo entré en Página 12 en 1987, es decir, hace 35 años. Cambiaron muchas cosas, en ese momento no había celulares, ni ningún tipo de comunicación inmediata. Y cualquier tipo de búsqueda de información era mucho más dificultosa.
En esa época, uno juntaba cospeles para conseguir notas desde los teléfonos públicos, ya que no había muchas líneas telefónicas en Página 12. En este momento, si uno quiere saber información sobre cualquier tema o figura del planeta, bastan unos pocos segundos para encontrarla en internet.
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En aquella época, la sección que tenía más espacio en una redacción era el archivo, donde había un grupo de gente que recortaba notas de varios diarios al mismo tiempo y las colocaba en los sobres correspondientes, para que después uno los pueda buscar.
Los que teníamos pasión por el periodismo, en nuestras casas teníamos pilas de diarios, revistas y recortes en sobres, pasábamos mucho tiempo archivando cosas.
¿Qué te impulsó a ser periodista?
En mi casa natal, mi papá le daba una importancia al periodismo muy grande. Cuando cumplió 80 años contó que su papá le enseñó la historia argentina que él aprendía del suplemento que publicaba en yiddish el diario judío Di Presse, que tenía una tirada de 80 mil ejemplares, un número muy importante debido a la gran comunidad que hablaba ese idioma en el país.
Mi abuelo leía el suplemento y se lo traducía a mi papá para que aprendiera de la historia argentina. Cuando quería jugar a la pelota, le pedía a mi viejo y él respondía "esperá que termine este artículo y jugamos", por lo que el valor que le daba al artículo periodístico era muy grande.
De adolescente, ya en época de dictadura, el diario Di Presse se fundía porque no había mucha gente que leyera en yiddish y sacó un suplemento que se llamaba Nueva Presencia, en el cual se discutía de política, algo que no pasaba en otros medios durante esa época. Allí se empezó a hablar de desaparecidos y de política internacional con una mirada bastante de izquierda.
También recuerdo cuando me molestaba que mis viejos pongan a todo volumen a Magdalena y me despertaban con su programa cuando tenía que ir al colegio. Una vez mi viejo me hizo escuchar como ella hablaba en la radio, y en plena dictadura, de los desaparecidos.
Imagino que esa presencia en casa tan fuerte, hizo que de chico participe de una revista en La Plata, que cuando me mudé a Buenos Aires me quisieron contratar de los dos medios judíos que existían y, a partir de los contactos que fui armando, como el de Horacio Verbitsky, terminé en Página 12.
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Página 12 nació con una posición ideológica de liberación, pero siguiendo los cánones del periodismo tradicional. ¿Cómo creés que llegó a esta situación de periodismo de guerra o militante, utilizando adjetivos con esa proporción a la que uno no estaba acostumbrado hace 30 años?
A mí no me gusta y soy bastante explícito en eso. Cuando el periodismo toda la semana dice lo mismo: "Cristina es lo mejor del mundo y Macri lo peor" o "Cristina es lo peor del mundo y Macri lo mejor", eso a lo que estamos tan acostumbrados, me parece muy desagradable y no tiene nada que ver con el periodismo en el que yo creo.
También hay que decir que uno creció con un periodismo militante y en ese contexto había buenos periodistas que, aún con un sesgo político, hacían bien su trabajo. Tuvimos muchos periodistas antimenemistas, algunos lo hacían bien y otros lo hacían mal. Entiendo que lo mejor es no tener sesgo y aplicar una serie de criterios morales iguales ante distintos actores políticos, pero en cierto punto es imposible.
Los buenos periodistas son los que te cuentan una buena historia, fundamentada, te agregan reflexiones que uno no contemplaba o te conmueven. Los malos periodistas son los que repiten como loros algo que les termina significando un negocio.
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Uno antes pensaba que el periodismo comercial buscaba la mayor cantidad de audiencia posible y no recluirse en un nicho, pero la proliferación de canales de cable hace que con un pequeño sector se logre una audiencia competitiva. Los casos más claros son los de La Nación + y C5N. De repente, comenzó a ser rentable el periodismo de nicho.
Recién escuchaba las noticias sobre la Corte Suprema y lo que está pasando con el pedido de comparecencia a Maqueda, en algunos medios es un tema central y en otros el tema directamente no existe.
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¿Cuál es tu visión sobre la responsabilidad de los medios en la emergencia de una personalidad como Milei?
Analizando con sus correspondientes matices, creo que la realidad construye más a los medios que los medios a la realidad.
El caso de Milei, se produjo por el fenómeno de la medición. Fantino en su momento explicó que Milei triplicó su audiencia y que, a partir de ahí, no salió más de los medios. Hay un fenómeno comercial que se produce en la prensa cuando una figura prende, en ese sentido me parece que el rating es bastante democrático.
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La televisión, con el minuto a minuto, se guía con lo que la gente demanda. De todas formas, prefería evitarlo. Me han ofrecido trabajo en canales de cable que están peleando el rating y les dije "no es tu negocio contratarme a mí porque voy a hacer cosas que no voy a hacer para tener rating". Prefiero hacer un periodismo más chiquito pero más criterioso y más constructivo.
Igualmente, entiendo la lógica de poner a Milei o a cualquier figura que pueda dar rating. No creo que el periodismo defina una elección, ni que la gente es tonta. La idea de que los medios construyen la realidad tiene un costado muy gorila porque considera que hay una mayoría tonta e hipnotizada por los medios, y una minoría iluminada que no se deja arrastrar por ese mecanismo.
La izquierda muchas veces acusó al peronismo de creer en un demagogo y la respuesta siempre era "¿ustedes quiénes son para despreciar a la conciencia de la gente?". Por otro lado, creo que el periodismo puede destruir personas, angustiar a mucha gente, polarizar, etc.
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Claramente tiene efectos, pero de una sociedad que va en ese sentido. Javier Milei funcionó porque había una demanda de ese personaje. El fenómeno de Milei, Bolsonaro, Trump, o las ultraderechas de España o Italia no pueden ser reducidos a una cuestión mediática.
Parafraseando a Sartre, podríamos decir que los medios hacen con la sociedad lo que primero hizo la sociedad con ellos.
Es probable, también uno podría reclamar cierta responsabilidad en los medios. De hecho hay personajes que son homofóbicos y despectivos con las mujeres, que están teniendo mucho lugar en YouTube y que podrían aportar mucho rating, pero los medios deciden no invitarlos.
Hay un lugar en el cual el medio comercial está teniendo límites y uno ve situaciones que pasan en medios norteamericanos que acá no suceden. No sé si se abusa de la libertad de prensa, como dijo el Presidente, pero el periodista que insulta y que humilla públicamente está mal, como cuando dicen "se tiene que ir Di María", "se tiene que ir Messi", "¿cuánto tiempo vamos a bancar a estos inútiles?".
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Ese tipo de cosas, aplicadas al futbol o a la política, me parecen muy desagradables, nos desprestigia y hace que la gente desprecie al periodismo. Pero bueno, hay gente que lucra con eso y tampoco se la puede censurar. Así es la vida.
La interna de la oposición
¿Qué consecuencias creés que puede tener esta implosión que se está dando en Juntos por el Cambio?
No lo sé, pero usando mi rol de psicólogo, entiendo que hay una reproducción en la relación Macri-Larreta de lo que fue la relación Franco-Mauricio. Es decir, hay una explosión de un tipo que dice "si tengo que ser, tengo que ser yo mismo y no estar cobijado por mi papá".
Larreta está buscando un lugar propio porque, si seguía bajo la tutela de Macri, nunca iba a poder ser presidente, porque le iba a seguir poniendo límites. Esa relación fue más fuerte que la conveniencia mutua, porque si hubiesen acordado, hoy tendrían una repartija de poder muy razonable y una sucesión ordenada.
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Pero, tal como ocurre en muchas familias, el padre está dispuesto a rentar su herencia, con tal de que su hijo la agarre. La única forma que tiene el hijo de agarrar la herencia es reventando al padre, y lo que está pasando es una reproducción de algo que se da desde que el tiempo es tiempo.
Creo que Bullrich podría ser la beneficiaria de esta situación, pero es un personaje menor. Los personajes mayores de Juntos por el Cambio se están matando y veremos después quién queda vivo y quién no.
Esta pelea ya la protagonizaron Duhalde y Menem, Mauricio y Franco, Alberto y Cristina, y también pasa en las provincias, como la situación de Uñac y Gioja. Hay una saña personal de esto que parece impresionante y hay que ver hasta dónde llega porque los dos deben saber muchos secretos del otro.
ADP JL