A tres días de la segunda vuelta de las presidenciales de Colombia, el candidato por la Liga de Gobernantes Anticorrupción, Rodolfo Hernández, no asistió el jueves por la noche al debate con su rival de izquierda, Gustavo Petro, decidido por el Tribunal Superior de Bogotá.
El pretexto de Hernández, exalcalde de Bucaramanga, fue la falta de respuesta a una solicitud de aclaración sobre las condiciones del debate, remitida al Tribunal Superior un día antes. También adujo que las imprecisiones de Petro, candidato por el Pacto Histórico, sobre los pormenores del debate no respetaban la naturaleza del fallo.
Antes de declinar, Hernández había solicitado que el debate fuera cerca de su casa por razones de seguridad y sugirió que los tópicos por abordar fueran la supuesta campaña sucia de su adversario. También le pidió a Petro que le pagara los gastos de viaje de su equipo. En la primera vuelta, el 29 de mayo, Petro superó en forma holgada a Hernández con el 40,3% contra el 28,5% de los votos.
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Hernández, de 77 años, revirtió ese resultado, al menos en las encuestas, y se ha posicionado como el candidato más disruptivo de la historia, así como Petro, exguerrillero del M-19 y senador veterano, se ha convertido en el primer candidato de izquierda con posibilidad de ser presidente.
El mote de “Trump tropical” le ahorró explicaciones a Hernández sobre el golpe que le dio a un concejal que lo ofendió cuando era alcalde o el consejo de limpiarse el trasero con la ley que le dio a un empleado municipal. ¿Un gran pensador? Adolf Hitler. Repuso después que había querido decir Albert Einstein.
Hernández es un candidato anticorrupción que ha sido acusado de corrupción, un candidato de austeridad cuyas políticas condujeron a una huelga de hambre de los empleados municipales, un magnate de la construcción que alguna vez prometió 20.000 hogares para los pobres que nunca recibieron.
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En mayo logró un sorpresivo segundo puesto en las presidenciales, imponiéndose a Federico Gutiérrez, respaldado por la élite conservadora. Su discurso contra el establishment y la corrupción ha calado hondo. Si Petro propone renovar el sistema económico a través de una gran expansión de los programas sociales e impuestos a los más adinerados, Hernández promete declarar un estado de emergencia para atender la corrupción, lo que ha suscitado el temor de que cierre el Congreso.
En Colombia, con sondeos que reflejan una elección reñida, cunde la "Petrofobia" más que el entusiasmo por Hernández. Las reformas socioeconómicas drásticas que sugiere Petro despiertan recelo en algunos sectores del país, temerosos de que Colombia se convierta en una sucursal del chavismo.
JL PAR