Los resultados de la primera vuelta electoral en Colombia han generado diferentes especulaciones en relación con cuánto de ese proceso puede prefigurar nuestro 2023.
El relato es simple. Una elección en la que previamente Petro, el candidato de la izquierda, casi tenía asegurada la presidencia, enfrentado con Gutiérrez, el candidato del gobierno y del establishment.
De pronto apareció Rodolfo Hernández, un personaje casi desconocido, empresario, ingeniero como a él le gusta que lo llamen, ex alcade de una pequeña localidad del interior. Con una historia personal terrible, ya que perdió una hija secuestrada por la guerrilla por la cual se había negado a pagar rescate, lo que sí hizo en ocasión de que su padre fuera secuestrado. El no pago le costó la vida a su hija adoptiva. Y, según cuenta él mismo, la decisión fue tomada en familia porque pensaron que si pagaban seguirían secuestrándolos.
Toda una decisión difícil, pero también pinta al personaje y sus características. Y ese personaje realizó una campaña que con inteligencia se diferenció tanto de Petro como del establishment. Podemos resumir su mensaje en: “Nuestro problema es la corrupción, producto de la conducta permanente de la dirigencia política, que para todo pide prebendas, terminemos con esto”. Un mensaje simple, sencillo, que servía tanto para explicar cómo se resuelve el problema económico como el de la inseguridad, diferenciándose en los hechos del conjunto de la dirigencia y dándose el lujo de no ir a los debates presidenciales.
Fue una campaña corta que fue creciendo en la medida en que el dirigente salía de su localidad y se hacía conocer, al tiempo que utilizaba fuertemente Tik Tok. Como todos saben, la primera vuelta terminó, en números redondos, 40% para Petro, 28% para Hernández. Y las encuestas que circulan actualmente lo muestran con posibilidades de ganar la segunda vuelta. Veremos cómo termina esta historia.
Pasemos ahora a las lecturas que le podríamos dar en nuestro país a esta situación. La fácil sería: Milei es Hernández, entra en la segunda vuelta y gana. Es lo que dice el dirigente libertario y veo que muchos repiten. Pero si pensamos un poco más, veríamos que de acuerdo con nuestro código electoral, si las elecciones hubieran sido en nuestro país, aquí Petro habría ganado en primera vuelta, ya que con 40% de los votos con una diferencia de diez puntos con el segundo se es presidente.
Ello no ocurrió nunca en nuestro país desde la reforma del 94. O los presidentes se consagraron por tener más de 45% de los votos, o debieron ir a segunda vuelta –la no realización de esta en 2003 por el abandono de Menem reafirma la regla–. Surgen entonces varios interrogantes. Uno de ellos refiere a si es posible que el presidente de 2023 surja de la fórmula mágica de 40% más 10. Y, además, de qué fuerza política podría ser ese candidato. Otro de los interrogantes que tenemos es si las actuales coaliciones llegarán enteras o alguna de ellas tendrá desprendimientos. Otro refiere a si es posible para alguien como Milei continuar siendo novedad dentro de un año y medio.
La experiencia de Hernández en Colombia nos muestra que, al surgir en pocos meses, con consignas simplificadas, no dio tiempo a demasiado análisis. Pero hoy, ya en camino a la segunda vuelta, está tratando de explicar qué quiso decir con eso de que “lo mejor sería que las mujeres se dedicaran a la crianza”.
En una segunda vuelta se opta, y a lo mejor no es preciso dar muchas explicaciones. Pero Milei tendrá más de un año para ser auscultado por un electorado que, hoy fascinado por su crítica a “la casta”, no necesariamente está de acuerdo con que el Estado debe desaparecer. El electorado viene reclamando mejores conductas al Estado, ya sea demandando que sea más ágil y eficiente, o que sea más presente y activo. Pero no cero Estado.
Hoy tenemos un electorado fraccionado en tres, en donde obviamente el peronismo intentará vencer por la fórmula mágica 40% más 10, mientras Milei piensa en el ballottage y Juntos en la fórmula 45%. Falta mucho, pero en 2014, para esta época del año, las encuestas mostraban que el ganador en 2015 sería el candidato que expresaba la renovación. Ello, como todos sabemos, no ocurrió.
*Consultor político.