La consecuencia principal de la derrota del Xeneize frente a Fluminense por la Copa Libertadores fue la renuncia de su director técnico.
Jorge Almirón renunció como entrenador de Boca |
Télam
El periodista Román Iucht, en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio Amadeus (FM 91.1), sostuvo que analizar un ciclo como el de Jorge Almirón implica ponerlo en dos planos. Por un lado, el de los resultados y, por otro lado, el del juego.
El plano de los resultados fue muy magro desde todo punto de vista: en 43 partidos Boca ganó 17, empató 13 y perdió otros 13. Almirón, como técnico de uno de los equipos más grandes del fútbol argentino sólo obtuvo un 49% de eficacia, ganó solamente tres de los últimos 20 partidos que jugó.
Por lo tanto, estaba claro que el ciclo de Almirón había resultado, con independencia del resultado del domingo, un juego de ideas contrapuestas, de un equipo que nunca encontró en los números una continuidad como para desde ese lugar al menos armar fortaleza en cuanto a la idea.
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Desde la idea, desde el juego, desde lo que podríamos denominar la "filosofía Almirón", Boca tampoco encontró una idea de juego aplomada.
La realidad entre causa y efecto de los más de 30 partidos sobre 43, en donde Almirón hizo cambios, muestra la inestabilidad, la idea casi compulsiva del técnico de tocar permanentemente algo en la formación pensando que esto le podía dar un funcionamiento más firme, cuando claramente el efecto fue el contrario.
No estaba claro si Almirón iba a poder sobrevivir para seguir siendo el técnico xeneize en 2024, aunque Boca hubiera ganado la final de la Copa Libertadores de América.
Con la derrota en la final de la Libertadores no había ninguna duda que Almirón iba a dejar de ser el técnico xeneize cuando terminara su contrato el 31 de diciembre.
Viendo ese panorama y sabiendo que era imposible para Almirón poder recuperar, desde lo anímico, un grupo que en lo futbolístico casi no le había podido dar señales con continuidad, lo que hizo el técnico fue adelantarse a la jugada, por lo que le presentó a Juan Román Riquelme la renuncia a la vuelta del viaje de Río.
El hombre fuerte de la dirigencia de Boca hizo una reunión con el cuerpo técnico, también con los jugadores y les planteó tres situaciones. El agradecimiento por haber llegado a la final de la Copa Libertadores, el estupor y la sorpresa, pero al mismo tiempo el rechazo por una campaña en la Copa de la Liga muy floja que pone en peligro la clasificación de Boca para la Copa Libertadores de América del año que viene.
En consecuencia, esto implica hacer todos los esfuerzos posibles para ganar la Copa Argentina, y en función de esa posible obtención de un título ya no depender de ningún otro resultado para jugar el torneo continental que viene.
Hoy a las 16 hay un entrenamiento, que iba a ser matutino y se postergó, que será dirigido por Mariano Herrón. El miércoles vendrá el partido frente a San Lorenzo en el torneo local y luego una disyuntiva: si Riquelme piensa dentro de lo que es el tiempo preelectoral contratar un entrenador antes del mismo para entregar una certeza al respecto o, de lo contrario, continuar con Herrón hasta las elecciones y en función de ese resultado, de su continuidad o de la llegada de una nueva dirigencia, encontrar un nuevo entrenador.
Lo cierto es que el ciclo de Almirón se terminó, duró algo más de nueve meses y, a diferencia de lo que pasó con los últimos técnicos que pasaron por el banco de suplentes de Boca, no ganó ningún título.
Un ciclo que nunca encontró una dimensión futbolística de gran altura y que sólo se sostuvo desde la continuidad de Boca en la Copa Libertadores de América. Una vez que llegó la derrota frente a Fluminense también llegó el certificado de defunción para el técnico al frente de Boca.
