En entrevista con Modo Fontevecchia (Radio Perfil FM 101.9 y Net TV), el periodista Oscar “Negro” González Oro, habló sobre su estrecha amistad con Cacho Fontana y contó qué, el locutor, “murió con dolor” por quería “menos homenajes y más trabajo” pero “nadie se lo dio”.
¿Qué reflexión te merece enterarte de la muerte de Cacho Fonana?
En mi reflexión aparecen imágenes y desde hace dos años que pierdo amigos. Perdí a Cacho Castaña, a Jorge Horacio Brito, a Cacho Fontana y tantos otros que habría que nombrarlos. Yo imaginaba que la vida era otra cosa, que íbamos a estar mucho más tiempo juntos. Me dio angustia y tristeza, el dolor se transformó en una paralización.
Después empecé a pensar en Cacho, y a buscar desesperadamente una carta que me había mandado hace 10 o 12 años en Posadas, donde me dijo cosas muy íntimas y profundas de la amistad que yo tenía con él. Sentí dolor y bronca porque Cacho murió con ganas de trabajar y nadie se lo dio, quería menos homenajes y más trabajo.
El último tipo que le dio trabajo fue Armando Perez, que tiene un laboratorio de cosméticos femeninos y organizaba festivales en Córdoba para sus clientas, para que Cacho trabajara y él estaba feliz. Me contaba que tenía trabajo y que, más que por el dinero, lo importante para él era la presencia.
Nos encargamos, durante mucho tiempo, de que la gente se olvidara que había un Cacho Fontana. Hemos sido injustos con Cacho. Almorzaba con él una o dos veces por semana donde a él le gustaba comer y hablábamos durante horas.
¿Hay algo con la vejez en el que, la Argentina en particular, es un poco más dura? ¿Puede ser que, un país que viene de 50 años de decadencia, tenga el deseo de olvidar el pasado más rápidamente?
Maltratamos a nuestros ídolos. Para generaciones enteras, de 30 años, no sabían de quién estábamos hablando. Tuvieron que googlear. Me pedían por redes que les cuente qué hizo. Nos dedicamos a olvidar. No fue mucha gente al geriátrico, ni a ofrecerle un trabajo al menos una vez por semana o un domingo a la tarde simplemente para que levantara su vida. Él estaba dispuesto a hacerlo pero nadie se lo ofreció. Nadie lo quería.
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Juani Fernández Juvé (JFJ): Tocaste un tema importante que es el olvido. Así como le pasó a Cacho, le pasa a muchos actores y actrices que, cuando mueren, resurgen. ¿Qué visión tenía Cacho sobre eso? ¿Tenía resentimiento? No, es la primera vez que él pasa por una situación, no de olvido, pero sí de cancelación por denuncias que había tenido.
No estaba con resentimiento. Él muere con el dolor de no haber podido trabajar nuevamente en lo que amaba, en la radio y en la televisión, se fue con mucha tristeza. La última nota que le hice en Rivadavia, escuchás la voz de Cacho y es indiscutiblemente Cacho. Pero ese Cacho seguirá en la historia de la radiofonía. Voy a extrañar a Norberto Palese, hijo de una señora de 100 años, a la cual cuidó toda su vida. Él es el tipo que obligó a su papá, quien no quería viajar en avión, y convence a Aerolíneas Argentinas para que le cierren en primera, y él pueda viajar en el Jumbo, arriba, sólo con él y que vea lo que era volar. Era un tipo de solidaridad encantadora, generoso, nunca compitió conmigo, siempre estuvo orgulloso de que me vaya bien. Me aconsejaba.
Imaginate la importancia y visibilidad que tenía para que se cierre la primera clase de un avión para que él pueda estar allí. Si él ponía un disco de Palito Ortega, a la tarde, se vendían decenas de miles de copias de ese disco. No hay parangón con la fragmentación de los medios que la tecnología produce con algo que pueda ser imaginable el día de hoy.
Era otro mundo y otro país. El consejo de Cacho, de que compres determinada leche o galletitas, era una orden. No había esta guerra de páginas e información y de alertas. Era un mundo en donde el personaje era el producto y también lo sacaron.
CB PAR