De cara a las lejanas elecciones de 2024, la mayoría de los venezolanos no quiere que sea reelegido por enésima vez Nicolás Maduro, cuya candidatura ha sido confirmada por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), ni que su próximo presidente sea un exponente de la oposición como el presidente encargado, Juan Guaidó, o Leopoldo López, exiliado en España.
Un 61,3% prefiere un outsider, según los últimos sondeos de la encuestadora independiente Datincorp. Un ilustre desconocido que no esté intoxicado con los vicios de la política tradicional. El PSUV procuró tomar la delantera con señales de cambio, sobre todo en la economía, y un intento de mejorar la imagen desde las primarias de agosto de 2021. El partido de Maduro y del primer vicepresidente, Diosdado Cabello, pretende mostrar mayor apertura con la rotación de sus caciques regionales.
Igualmente, sólo una persona aglutina todo el poder: Maduro. Al giro económico, que propició la primera baja de la inflación en varios años y el restablecimiento de las cadenas de consumo, le sumó una aplicación llamada VenApp a través de la cual los ciudadanos pueden denunciar los problemas de sus comunidades.
Maduro inició a comienzos de este año ese proceso de limpieza de su imagen en coincidencia con el encarcelamiento de alcaldes y miembros del PSUV involucrados en casos de narcotráfico y contrabando de combustible. Luego, a raíz de la guerra de Ucrania, el gobierno de Estados Unidos suavizó las sanciones por su necesidad de hidrocarburos.
La oposición anunció que habrá primarias en 2023, pero viene rezagada a falta de acuerdos entre sus principales dirigentes. El deseo del surgimiento de un outsider tiene una lectura electoral y otra política. De mantenerse esa tendencia, Venezuela podría reproducir el fenómeno del candidato antisistema colombiano Rodolfo Hernández, rival el 19 de junio del izquierdista Gustavo Petro en la segunda vuelta de las presidenciales. Un casillero vacío. Al menos, por ahora.
JL PAR