En diálogo con Modo Fontevecchia (Radio Perfil FM 101.9 y Net TV), Patricia Bullrich, presidenta del Pro, analizó los errores de la gestión que integró junto a Mauricio Macri y dijo que no “entendieron la historia argentina”: “Fue una ingenuidad pensar que llegar era un cambio en sí mismo”, expresó.
¿Cómo explicás el éxito y la popularidad que venís teniendo?
Creo en la persistencia, en una convicción y la capacidad de llevarla adelante en gestiones que demuestran que la idea y la acción van de la mano.
La gestión no es vacía, sino más grande, con un objetivo, como el que nos propusimos en seguridad, que fue dar vuelta un sistema que era la preeminencia del criminal sobre la víctima. Dar vuelta un paradigma en el que la sociedad se sentía sola.
En el marco de la presidencia del Pro, fue la defensa de la libertad, del trabajo, en el medio de un encierro muy fuerte; y la decisión de poner por encima de un objetivo personal, como una candidatura a la Legislatura, la decisión de conducir un conjunto hacia una victoria electoral como la que tuvimos.
Esta mezcla de ideas y capacidad de impulsarlas se reconoce como una virtud. Me da pudor decirlo pero el carácter se reconoce como una virtud, ser capaz de tomar las medidas necesarias sin miedo escénico. La política sabe que tiene que tomar una decisión pero da un paso atrás porque no se anima y prolonga la agonía.
Tiene que haber ideas y capacidad de comunicarlas pero también de ejecutarlas. En líneas generales puede ser la disconformidad de la sociedad porque los políticos hablan pero, en el momento de hacer, no hacen ¿Considerás que ese es el talón de Aquiles más grande de este Gobierno?
El talón de Aquiles de este Gobierno es no tener un concepto de qué hacer. Le faltan ideas y llevarlas a la práctica. No saben qué dirección tomar y así no llegan a ningún lado. Están en una situación de vacío conceptual que es llevado a una no gestión, que logra que el país y el poder estén en un agujero negro que se come todo en 5 minutos.
El poder está fragmentado en pedazos, nadie sabe para dónde vamos. Esto es la contracara de lo que hay que hacer y lo que el país necesita para plantearse con carácter, poder e ideas.
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¿Creés que lo que te caracteriza y lo que te permite que puedas ejecutar las ideas es porque vos no tenés miedo?
Sí. El miedo es el peor enemigo de un político. El político que tiene miedo a que le hagan una causa, porque muchas veces las causas son usadas como herramientas por la política, se frena en su convicción y cambia el cambio por el continuismo.
Es más cómodo mantener, aunque se hayan hecho mal las cosas. Pueden haber continuidades pero se necesitan momentos de cambios y rupturas para instalar el pensamiento que vos creés que necesita el país. Cuando el funcionario se paraliza por miedo a las reacciones y no ejecuta, la sociedad siente que la abandonaste. Si nos toca gobernar de nuevo no podemos tener funcionarios con miedo porque es lo peor que le puede pasar a un gobierno.
Ese carácter que se forma en las experiencias de la vida. ¿Cuánto tuvo que ver la pérdida del miedo con las situaciones que vos pasaste con la violencia en los 70?
Mi carácter está forjado en toda mi historia y eso tiene mucho que ver. Todo eso lo estoy uniendo en una sola personalidad pulida en cuanto a muchas formas, pero hay cosas que tienen que ver con cómo te construiste que las llevas adentro.
Como autocrítica, ¿crees que el Gobierno anterior tuvo ideas? Y en el caso de Mauricio Macri, ¿tuvo miedo?
Si, creo que en algunos casos, lo que hubo fue una idea mágica de pensar que el solo hecho de llegar cambiaba la historia de la Argentina. El gobierno de Macri no entendió la historia argentina a la hora de gobernar. Pero cuando uno gobierna, tiene toda su historia: un país que tuvo más años de inflación que de tranquilidad, más quiebre que continuidad.
Fue una ingenuidad pensar que llegar era un cambio en sí mismo. Pero el cambio es la construcción cotidiana y concreta para llegar a lo que planteaste. Tomás el país con todo su inventario, sos la Argentina de 1810, 1853, la del 1976, sos todo eso. Lo bueno y lo malo. Todo eso está en el ADN de los argentinos. No llegás en un cuerpo vacío.
La gente no va a aceptar y entender el cambio. Las crisis han generado culturas defensivas. La gente quiere cuidar lo poco que tiene aunque tenga el agua al cuello, como en una inundación.
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Ese carácter marcado por el no miedo que tenés, algo que tácitamente le faltó en alguna proporción en Macri, ¿eso pasa también entre Cristina y Alberto, independientemente de que las ideas son distintas?
Siento que Cristina Kirchner tuvo ese carácter y ahora está en una zona pantanosa. Sus temas judiciales y familiares le han hecho perder parte de eso. Cristina no tiene el carácter que tuvo en otro momento. Tal vez es una subjetividad mía.
Alberto Fernández no tiene carácter. Le pegan y al otro día va y le dice a Cristina que va con ella, se justifica todo el tiempo, se deja manosear e insultar. Cristina parece que tuviera carácter sin hablar porque da la imagen de que quiere hacerse cargo pero no lo hace. Algo perdió de esa personalidad que en otros momentos la llevó a casi renunciar en la 125 o a enfrentarse a la prensa, al campo, y, también, a ganar dos veces las elecciones, nos guste o no.
CB PAR