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MODO FONTEVECCHIA
Autocrítica y resistencia

¿Quién lo dijo? “El peronismo se está radicalizando... se parece cada vez más a los radicales”

“El ‘no a Milei’ no alcanza”: el ex jefe de Gabinete Juan Manuel Abal Medina, analizó el fracaso electoral y el desconcierto estratégico del peronismo.

Juan Manuel Abal Medina
Juan Manuel Abal Medina | Prensa Juan Manuel Abal Medina

En Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (AM 1190), Juan Manuel Abal Medina afirmó que “el peronismo se está radicalizando, pero no porque estemos más extremos, sino porque nos estamos pareciendo a los radicales”. El ex jefe de Gabinete cuestionó que el PJ “se quedó muy quieto en el pasado”, que “nos cuesta pensar un futuro” y que el espacio “tomó una actitud muy cómoda”. Además, señaló que el “no a Milei” es insuficiente porque “los problemas argentinos no empezaron el 10 de diciembre”, y reclamó una renovación profunda capaz de ofrecer un proyecto realista para una sociedad que “hace años ve solo crisis”.

Juan Manuel Abal Medina es politólogo, académico, docente de la Universidad de Buenos Aires e investigador del CONICET. En la función pública ocupó varios cargos durante las presidencias de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Se desempeñó como jefe de Gabinete de Ministros de la Nación Argentina entre 2011 y 2013; fue secretario de Comunicación Pública. Además, fue senador de la Nación Argentina por la provincia de Buenos Aires.

Vos eras jefe de Gabinete en el momento en el que la Causa Cuadernos contaba que se llevaban bolsos a la Casa Rosada, vos contaste de que lo recibías pensando de que era dinero para la campaña. Y recuerdo que tantas veces Cristina mencionaba que los verdaderos responsables son los jefes de Gabinete, más responsables que el presidente; presidente se lo decía también por Alberto Fernández, porque son los que tienen que poner la firma. Vos tenés credenciales más que nadie para poder hablar de este tema y explicárselo a la audiencia desde tu perspectiva.

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A ver, la causa en sí misma es una causa muy extraña, como todos sabemos. Que empieza con cuadernos, que el que los presenta y escribe dice bajo juramento que los quemó; cuadernos que aparecen dos días antes de la elección presidencial 2019. O sea, una causa muy entreverada. En lo que a mí me toca, que yo dije del principio, y por suerte toda la investigación judicial corroboró, fue simplemente esto: a mí me llamaron, me dijeron que los empresarios que van a hacer los aportes que hacen siempre, “te lo quieren hacer alcanzar”. Yo dije a un secretario que los agarrara y los llevara al partido.

Nunca estuvieron en mi oficina, como escriben algunos en los bolsos. Nunca pasaron por ahí. Yo lo aclaré desde el principio, por suerte en el allanamiento de mi secretario apareció la lista donde decía cuánto era para cada provincia, nombres de personas que fueron citados por la justicia y dijeron: “Sí, recibimos otra plata para tal campaña, recibimos una campaña para tal cosa”, y todos en los meses de la elección de 2013. Esto es lo que te puedo contar.

Y hay que acordarse que en ese momento la legislación electoral prohibía el aporte de personas físicas; o sea, los empresarios no podían aportar. Entonces, eso ya incentivaba este tipo de comportamientos, que de todas maneras siguen existiendo y siguen siendo más o menos iguales. Por ejemplo, cuando yo me enteré que uno de los que aportó para esa campaña fue Angelo Calcaterra, que era el primo de Macri. O sea, él seguramente estaría muy poco interesado en que ese fuera un aporte visible.

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Vos lo que decís es: “A mí me enviaron esta cantidad de dinero y yo la mandé al partido distribuido por provincia”. ¿Y esa cantidad de dinero tenía especificado el origen?

No. Eran aportes empresarios. Aparte, la institución general eran esos aportes más los aportes formales del partido más la plata que poníamos los distintos militantes para hacerlo. O sea, el conjunto de la campaña.

Vos no sabías de dónde venía la plata, no había ningún registro, no había ninguna trazabilidad de ese dinero. ¿Y a vos te parecía normal?

Sí. Es la primera vez que me tocaba esa función. Yo había sido jefe de campaña en la elección anterior, pero por suerte la elección 2011, si vos te acordás, fue una elección muy barata. Nosotros siempre entendimos que para que no haya espacio para el dinero negro lo más importante es bajar el costo de la campaña. En 2011 hicimos la que todavía algunos siguen sufriendo: la distribución de los medios audiovisuales. Con lo cual, esa campaña fue prácticamente muy económica. Esta es una elección nacional y nosotros quisimos ayudar a las personas que competían por nuestra fuerza política que no tenía al gobernador; fue la elección del año 2013, una elección de medio término, que ganamos en el plano nacional, pero perdimos en la provincia de Buenos Aires con Sergio Massa. Nos fue muy bien en el conjunto del país, pero la derrota en la provincia de Buenos Aires significa un golpe político.

Y cuando ves, porque independientemente de que es cierto lo que vos decís, de que los cuadernos primero se habían quemado, luego aparecieron, hay discusiones respecto a algunas tachaduras, como toda prueba tiene sus aportes y tiene sus fragilidades. Pero luego el testimonio de un arrepentido no sirve como prueba si luego no se corrobora que lo que dice fue así a través de otro elemento probatorio. Acá, en el caso de los Cuadernos, tenés los arrepentidos y luego es el sistema probatorio de giros de dinero en los mismos momentos que se mencionan en los cuadernos, geolocalización de teléfonos de las personas que estaban citadas allí. Y cuando ves toda lo profuso de lo probatorio, no simplemente los cuadros y los montos. ¿Qué reflexión te queda?

Los montos, por lo que yo tengo entendido de mi caso particular eran mucho menores a lo que de decía. Que es lo que recibió él, pues yo nunca lo tuve. Lo que recibió mi secretario, pero de la mano del mismo empresario. Este chofer extraño decía: “Acá creo que hay $500.000 dólares”, pero porque veía un bolso. No sé. Pero bueno, más allá de eso, me parece que lo importante acá está en que tenemos un tribunal de una solvencia y una sobriedad poco común. Yo la verdad que participando en las audiencias veo un tribunal muy serio, que viene intentando trabajar lo mejor posible, que sufre un montón de ataques permanentemente: que si tiene que ser virtual, que si no tiene que ser virtual, que son lentos, que por qué uno se queda en enero. Y veo tres jueces que, yo los escucho y sentís respeto por la justicia, sobrios, van adelante. No tengo ninguna duda que van a dar un fallo justo en esta causa.

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Y a tu juicio, ¿qué sería un fallo justo? ¿Qué imaginás?

Que se pueda saber: si es inocente, es inocente; y el culpable, que sea culpable. El tema de los arrepentidos, lo tendrán que decir en el juicio. Yo voté la ley del arrepentido, me parece una buena herramienta, pero uno de los puntos que constaban en la ley, por el cual nosotros la votamos en el Senado era que tenían que tener algún tipo de verificación más allá de lo usual. Lógico. Audio o video, y eso no existió.

Pero te pregunto: el hecho de que hayan intervenido tantas personas en el momento de la declaración. O sea, nunca es que estuvo solo el arrepentido con el juez o el funcionario que le tomaba la declaración, sino que había abogados de un lado, del otro, varios funcionarios. ¿No te parece que incluso ninguno de ellos desmiente lo que dijo?

Por eso, si no lo desmiente, y durante el juicio no lo desmiente, tendrán la validez. Cuando se votó la ley fue muy, muy, muy claro en todos los discursos, fuimos muy claros en que para certeza y para seguridad de todos había que tomarlo con otro tipo de medidas. Hasta ahora yo lo que escucho es una seriedad y un profesionalismo por parte de los jueces poco común.Porque están hace años con esta causa, pidieron más recursos, nunca les dieron; y de repente, de un día para el otro, les piden disparates. Yo escuchaba, que querían que fuera virtual. Y la causa de Vialidad, que estaban todos contentos con que se condenó a Cristina, nadie cuestionaba que fuera virtual. Me parece que acá hay un tribunal que realmente quiere hacer justicia. Y eso es bueno para la política y para la justicia argentina.

¿Está taponada la modernización del peronismo casualmente a partir de que quien preside el peronismo tiene una condena, va camino a otra y probablemente a otra también?

La situación del peronismo no es solo culpa de Cristina. Mis discusiones con ella son públicas hace mucho tiempo. Pero creo que la principal responsabilidad de la situación del peronismo hoy es Alberto Fernández, que hizo una pésima gestión, que gobernó la Argentina de una manera absolutamente no peronista, no transformando la vida a la gente. Fue un gobierno muy malo. Y creo que estamos pagando eso. Más allá de que Cristina tiene su responsabilidad; quienes fueron ministros en ese gobierno tienen su responsabilidad. Me parece que la principal responsabilidad es del que preside. Y el que preside es el presidente. Si el presidente no quiere presidir, es culpa de él, no de otro.

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Me parece que todavía no hemos logrado hacer una autocrítica de lo que nos pasó; no hemos logrado plantear una idea de futuro. Hoy simplemente queremos que, con decir “no a Milei”, “Milei no nos gusta”, “Milei es feo”; tenemos que hacernos cargo de que los problemas argentinos no empezaron el 10 de diciembre cuando asumió Milei. Entonces: hagámonos cargo de las cosas que hicimos mal, hagámonos cargo de los errores que cometimos y, centralmente, hablemos de una idea de futuro. No puede ser que, cuando se discuta la reforma laboral, nosotros simplemente digamos “no” a la reforma laboral. ¿Por qué no hicimos nosotros alguna modernización de legislación laboral que permitiera, por ejemplo, que los millones y millones de argentinos que no tienen ningún derecho tengan algún derecho? Me parece que el peronismo tomó una actitud muy cómoda, muy de quedarse para atrás y de no pensar los nuevos tiempos. El peronismo no pensó los nuevos tiempos.

Yo me acuerdo, en la última campaña electoral, cuando íbamos a programas como el tuyo y decíamos: “Milei viene por tus derechos, viene por tus vacaciones, viene por tu aguinaldo”. Lo cual era cierto. Pero nos escuchaba un montón de gente que nunca en su vida había cobrado un aguinaldo ni había tenido vacaciones. Me parece que eso es lo que necesitamos, un peronismo que piense el momento que estamos viviendo.

¿Creés que le pueda estar pasando algo similar al radicalismo en su momento hace 25 años?

Sí. Hay una amiga, Lara, que trabaja en Management & Fit, que dijo: “Te diría que el peronismo está radicalizándose, pero no radicalizándose porque estemos más extremos, sino que nos estamos pareciendo a los radicales”. Y algo de eso hay. Nos quedamos muy quietos en el pasado, seguimos hablando de las cosas que hicimos para atrás. Nos cuesta pensar un futuro, nos cuesta pensar una renovación en serio, nos cuesta discutir cosas nuevas. Algún gobernador dijo hace poco que hay que tocar nuevas canciones y casi lo matan. Después no tocó ninguna. Los que decimos que tenemos que hacernos cargo de una autocrítica de verdad de la gestión de Alberto, del Frente de Todos, nos dicen: “No, no lo digas”. Pero la gente se va a acordar igual que fue un mal gobierno. No hace falta que yo lo diga.

¿Creés que Axel tendría que ser el candidato natural del peronismo en 2027?

No tiene que ser ningún candidato natural. Lo que tenemos que hacer es una gran una interna amplia, exacta, donde se presenten todos y todas los que quieran ser. Pero que se presenten diciendo qué quieren hacer con el país. No simplemente “quiero gobernar yo”, con esa idea de: sacamos a Macri y vuelve el peronismo, está todo bien. Fracasó. Lo que tenemos que hacer ahora es una interna donde la gente diga qué quiere hacer con la economía, con la industria, con el déficit fiscal, con el déficit externo, con etcétera, etcétera, con la educación, con la justicia, con todo, con todo. Y que sea la gente, con su voto, la que empodere a alguien. Y ese va a ser gobierno. Me parece que el gran déficit del peronismo fue ese.

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Decía Peter Drucker que las organizaciones mueren de éxito: que repiten aquello que les dio resultado y, en un momento de obsolescencia, no son capaces de darse cuenta de que la herramienta ya no sirve más. En 2019, el “no a Macri” alcanzó. Y el “no a Milei” no alcanza.

No puede alcanzar nunca. Porque el “no a Macri”, en 2019, hacía referencia a la experiencia anterior, a los años positivos que tuvimos en la década de Cristina y Néstor. Ahora, el “no a Milei”, la gente se acuerda de los años de Alberto Fernández. Entonces, si queremos simplemente decir “no a Milei”, nos va a ir muy mal. Y, de vuelta, porque Milei lo que expresa es un cansancio muy real con una Argentina que hace muchos años que no crece. Hay países que no crecen. Los compañeros míos que se enojan con los pibes que votan a Milei, o que apoyan a Milei... esos pibes, desde que tienen uso de razón, lo que vieron es una crisis. Entonces, ¿por qué van a querer volver para atrás? Si les seguimos hablando de una realidad que no existe, es lógico que miren para otro lado.

¿Cómo termina Milei, a tu juicio?

Milei va a terminar generando un país mucho más injusto que el que tenía cuando asumió; un país que va a lograr de alguna manera ordenar el tema inflacionario, pero a un costo altísimo. Hoy escuchábamos las nuevas medidas que están proponiendo: reducción más de impuestos. Incluso el superávit fiscal va a estar complicado. Y, centralmente, dejando peor el superávit externo. Yo me acuerdo cuando la Argentina crecía, Néstor hablaba— de superávits gemelos. Superávit fiscal y superávit externo. El superávit externo está cada vez peor. Y un país como la Argentina, si no le vende al mundo, difícilmente puede aguantar. Hasta ahora nos salvó, dos veces, el tío del norte. Pero bueno, ¿cómo se puede generar sobre esa base? Tengo muchas dudas. Lamentablemente me parece que el camino que están emprendiendo, de mantener números, entre comillas, bajos de inflación a cualquier costo, está siendo muy caro en términos de producción, ¿no? Todos los días cierra una empresa, todos los días hay una fábrica que quiebra o despide trabajadores, y le vendemos menos al mundo.

Todo esto pasaba hace dos meses y ganó las elecciones. ¿A qué lo atribuís?

Bueno, a lo mismo que dijimos: “No a Milei”. Creo que hicimos una campaña simplemente de no decir nada, no hagamos olas, que se equivoque solo, y la gente sabía que el lunes, después de la elección, si al gobierno le iba mal, lo pagábamos todos.

A ver, ¿y qué es que lo paguemos todos?

Que la gente no iba a saber cuánto iba a pagar la leche; no iba a saber cuánto iba a costar la leche para darle a sus hijos; que no iba a saber si iba a poder pagar o no la deuda con Mercado Pago. Me parece que nosotros no sobreideologizamos en esa discusión y no pensamos que, concretamente, en elección de medio término, mucha gente decía: “Bueno, no sé si me gusta mucho Milei o no, pero no quiero que la economía explote”. Y algunos compañeros míos, medio como que hablaban felices con que la economía explote. El voto siempre es mucho más racional. Los que estudiamos estas cosas sabemos, en general la gente vota más o menos lo mismo. En la Argentina hay un 30, 35% que siempre vota una opción del peronismo; hay un 30 o 35% que suele votar la opción antiperonista con más posibilidades; y ese otro, el que decide, ese otro es menos ideologizado, piensa mucho en coyunturas.

RM CP