Ganó River, y se ha transformado de manera inobjetable y esperada en el nuevo campeón del fútbol argentino, informó Román Iucht en su columna deportiva para Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (FM 101.9).
Un par de años después de aquel título que logró con Marcelo Gallardo como entrenador y con Julián Álvarez como gran figura, River vuelve a ser campeón.
Incluso después de la derrota frente a Barracas Central, que tampoco fue muy capitalizada por el resto de los perseguidores, sabíamos que River iba a ser el monarca del fútbol argentino, por el peso propio de sus nombres y por la aplastante superioridad que mostró respecto al resto de los posibles competidores en la pelea por el campeonato.
Su vuelta olímpica y su consagración terminan siendo una consecuencia natural de lo que fuimos viendo casi desde el comienzo del campeonato.
Es verdad que en el arranque, y sobre todo con un par de derrotas contra Belgrano de Córdoba primero, en el Mario Kempes, y contra Arsenal en el estadio Monumental, fueron momentos en los que Martín Demichelis debió sacar algunas conclusiones y hacer algunos cambios.
Pero a partir de allí, River puso velocidad crucero y luego, una vez que aceleró a fondo, se transformó en un equipo absolutamente incontrolable, al menos para el fútbol local.
Salud para River que es el nuevo campeón
También fue acomodando las cosas en la Copa Libertadores de América y en lo que resta del año, en el segundo semestre, ese será el gran desafío del conjunto millonario. Pero puertas adentro no hay competidor para este equipo. Le ha sacado 9 puntos de ventaja al segundo, Talleres, que tuvo una gran campaña.
Además, tiene números que lo consagran claramente, no solo como el campeón, sino también como el mejor. Para algunos, una cosa es sinónimo de la otra. A mí, a veces, me gusta revisar esta condición.
Sin embargo, podríamos estar prácticamente todos de acuerdo en que cuando los torneos son largos, la posibilidad de que el campeón también sea el que haya mostrado el mejor juego está bastante cercana.
River ganó 18 partidos, nadie hizo más. Apenas empató tres y solo perdió cuatro. Convirtió 45 goles y solo le marcaron 16. Es decir, triplicó la cantidad de goles que recibió.
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Además, tuvo cuatro o cinco jugadores que descollaron a lo largo de todo el Campeonato, algunos potenciados por el entrenador.
En el partido, Leandro González Pírez fue participe, autor intelectual del primer gol del sábado, que terminó convirtiendo Lucas Beltrán.
Rodrigo, en la mitad de la cancha, se transformó en un verdadero todo terreno en la sala de máquinas de River, donde Enzo Pérez funcionó con su experiencia.
Rodrigo también le dio a River vitalidad, dinámica y recuperación, con esa agresividad tan característica del equipo campeón del fútbol argentino, para recuperar muy rápido.
Y desde la mitad de la cancha, hacia adelante, destacó la habilidad y el desequilibrio en el mano a mano de Ezequiel Barco y el olfato de Lucas Beltrán, quien, con 11 goles, terminó siendo el goleador de River.
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Un festejo en el partido frente a Estudiantes que necesitó tan solo media hora para establecer una distancia de tres goles, con la contundencia como valor agregado. Las conquistas de Lucas Beltrán primero, Nicolás De La Cruz, otra de las grandes figuras que olvidaba mencionar, y la tercera conquista con el penal de Ezequiel Barco.
Con media hora arriba, les alcanzó para decretar una fiesta que era muy esperada por los hinchas y que, en alguna medida, resultaba casi natural.
Pocas cosas se veían más evidentes en un fútbol argentino tan parejo como el River campeón de Martín Demichelis, que se iba a consagrar de un momento a otro.
FM JL