Y las precisa con urgencia, mientras sus negociaciones con el FMI para adelantar los desembolsos previstos para el resto del año por más de 10.000 millones de dólares todavía tienen final abierto.
La primera etapa del viaje de Massa abarcó contactos con la empresa Gezhouba, a cargo de la construcción de dos represas en Santa Cruz, para acelerar la llegada de dólares para esas obras. También buscará financiamiento cercano a los 3.000 millones de dólares para iniciar una segunda etapa del gasoducto Néstor Kirchner y un aval por parte del banco de los BRICS.
El periplo seguirá en Beijing y tendrá el foco en el swap que el Banco Central (cuyo presidente, Miguel Pesce, acompaña a Massa en la comitiva) mantiene con su par chino, el Banco del Pueblo. Allí también hay urgencias: en primer lugar porque en pocas semanas vence ese acuerdo de intercambio de monedas, fijado en 2020 por tres años. Eso se da por descontado.
Máximo Kirchner y Massa ya negocian con los chinos por obras energéticas
Pero además, el Gobierno busca asegurarse e inclusive incrementar la porción del acuerdo de libre disponibilidad, que puede utilizarse para intervenir en el mercado. Un dato clave: en 2020 el BCRA consiguió eliminar del swap la obligación de estar en regla con el FMI, una cláusula habitual en esos acuerdos. ¿Se incluirá en la renovación?
Para darle aún más matices presidenciales al viaje del ministro de Economía, las extenuantes 30 horas de vuelo entre Buenos Aires y Shanghái, con escalas en Valencia, España y en Kazajistán, se realizó en el nuevo avión de la Presidencia de la Nación, que costó 25 millones de dólares y que tuvo su viaje inaugural con Sergio Massa y no con el presidente Alberto Fernández, que viajó a Brasil en otra aeronave.
JL