Mientras crece en Sri Lanka el malestar social y económico que derivó en la dimisión desde el exterior del presidente Gotabaya Rajapaksa tras la ocupación y el incendio de la residencia oficial, su sucesor, el primer ministro Ranil Wickremesinghe, ha declarado el estado de emergencia en el país asiático.
Wickremesinghe, de 73 años, prometió dimitir una vez que se forme un gobierno inclusivo, más allá de que también pidieron durante las protestas que abandone el cargo de primer ministro, que aún conserva. El nuevo presidente será nombrado mañana, miércoles, por el Parlamento.
La rebelión popular precipitó la caída de la familia Rajapaksa, después de que el expresidente Gotabaya forzara a comienzos de mayo a su hermano Mahinda a dejar el cargo de primer ministro en un intento superfluo por aplacar las protestas.
Durante el gobierno de Gotabaya Rajapaksa, que comenzó en 2019, Sri Lanka sufrió su peor crisis económica desde la independencia, en 1948. A finales de 2021, el país no puede financiar sus importaciones esenciales.
Las claves del caos en Sri Lanka
La situación, agravada por la escasez de alimentos, electricidad, combustible y medicinas, empeoró con la pandemia en una isla cuyos ingresos dependen del turismo, golpeado por los atentados terroristas de 2019, y de las remesas.
La ira popular estalló el 9 de julio. Cientos de manifestantes tomaron por asalto la residencia presidencial. Rajapaksa, apodado Terminator por aplastar a la rebelión tamil cuando era ministro de Defensa, se refugió en una base de la marina y luego huyó del país. Era apreciado por la mayoría budista, pero aborrecido por las minorías tamil y musulmana.
Todos los partidos políticos de Sri Lanka apoyan las negociaciones en curso con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para un paquete de rescate. La deuda impaga ascendía a US$51.000 millones a mediados de abril. El país no tiene recursos ni para afrontar las próximas elecciones.
CB PAR