MúSICA
UN REGRESO BRILLANTE

Billy Idol noqueó al Luna Park a puro punk

El cantante británico de 66 años, que también se presentó el domingo en el estadio de Vélez Sarsfield, volvió al país junto al histórico guitarrista Steve Stevens, a diferencia de su última visita en 1991. Un show potente, con nervio rockero, gran sonido y una muy buena performance del carismático vocalista.

Billy Idol Luna Park
Billy Idol cantó varios temas clásicos y dio cátedra de punk en el Luna Park. | Víctor Guagnini

El Luna Park, aquel mítico espacio que albergó veladas boxísticas de alto nivel, vio durante la noche del martes a un artista musical que le dio pelea al tiempo y pareció ganarle por knockout. Billy Idol, con sus 66 años a cuestas y una larga vida de excesos, mostró una juventud musical envidiable, a base de un sólido tono vocal que le dio letra a sus inoxidables clásicos musicales de los años ´70 y '80. Durante una hora y medio brindó un show casi perfecto, más allá del olvido de algunas letras y miradas al prompter o lista de temas.

Su transversalidad artística anida en el cyberpunk y el new wave. Pero, en realidad, la figura del británico William Broad (su nombre real), atravesó generaciones de múltiples vertientes musicales: punk, post punk, pop, rock, heavy, gothic, dark, entre otros. Ese crisol es lo que reflejó su heterogéneo público en las puertas de un Palacio de los Deportes, repleto y expectante.

A puro punk rock Billy Idol y Green Day hicieron vibrar con su música a dos generaciones en Vélez

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Luego de un prolongado suspenso, en donde un telón con luces rojas, en su centralidad, hizo latir un magma musical a punto de hacer erupción y, para el cual, se esperaron unos largos 31 años. Fue la oportunidad en la que Billy y los suyos tocaron en el estadio Monumental teloneando a Joe Cocker, allá por 1991

En aquella descarga veraniega de mediados de enero, hubo un cantante insolado que no trajo a la mejor banda de su carrera, con un Mark Younger-Smith en la guitarra principal. Desde aquel concierto, hasta hoy, la ansiedad se agigantaría al saberse que en 2022, primero, telonearían a Green Day en Vélez (dieron un sólido concierto el 11 de septiembre) para luego agregar la tan ansiada fecha en solitario en el Luna Park y con una enorme frutilla del postre. Tocaría el legendario guitarrista Steve Stevens (ausente en River), la mano derecha de Idol y columna vertebral de los grandes clásicos del artista británico.

Un concierto arrollador

El puntapie del show fue con el inoxidable Dancing With Myself, un clásico punk que sacudió Retiro y Puerto Madero, producto de la descarga grabada por el mítico grupo Generation X (formado en Chelsea) que sólo duró un lustro (1976-1981) y en donde Idol daba sus primeros pasos musicales. Durante aquellos años ´70, Billy fue testigo exclusivo del auge y caída del punk en su cuna, Inglaterra.

Luego de que se disolviese el grupo, el rubio frontman tomó la decisión de volar a los Estados Unidos para incursionar con nuevos sonidos y conquistar el mundo, pero pagando el precio de que varios fans ortodoxos le dieron la espalda por su experimentación con sintetizadores y alejamiento de la raíz punk.

Enfundado de negro, al igual que su comienzo del show en Vélez (en donde hizo 12 temas y en el Luna Park tan sólo cuatro más) la sensualidad y carisma del cantante inglés sigue intacta aunque su voz no tiene la profundidad de antaño y los falsetes están limitados, por el lógico inclemente paso del tiempo.

Billy Idol Luna Park

Idol no para de arengar a su público. Cierra sus manos, mira fiero, entrecierra sus ojos y su cara se transforma en un poster de una habitación de los años ´80, sacando trompa y con medio labio superior levantado. Es su sello de fábrica: la bravura del señor punk rock pero, en esta oportunidad, con algunos retoques faciales.

El festejado Cradle of Love -con pogos incluidos como en varios de los temas más ruteros y gancheros de la factoría Idol- se engarza con otro clásico, Flesh for Fantasy. Antes de ese tema, los fotógrafos ya no están en el foso para retratarlo al milímetro y dejar de ver bien de cerca sus múltiples detalles corporales (NdR: cada foto sacada por la productora del evento debía estar aprobada por el mismo Billy para su publicación).

Billy se saca su camisa y campera para ponerse otra y, arriba, un chaleco de jean que, debido a lo justo que le calza, galopa sobre sus hombros mientras él lucha para que encastre en su humanidad y así deja ver su torso lampiño coronado con cadenas y candados . 

Al grito de "Flesh!", Idol levanta el brazo, puño en alto, y sus acólitos lo replican por miles, mientras la estrella de la noche abre los ojos bien grandes y mira fijo con las pupilas dilatadas. Su show de muecas parecen calibradas al milímetro en un acto con muy poca improvisación, excepto cuando Bill choca de espaldas, y sin querer, a Stevens y le pide disculpas varias veces.

Billy Idol Luna Park

Pasa Cage (tema central del último EP de Billy -The Cage- a editarse el 23 de septiembre en el país) y se ve en las pantallas un videoclip en donde a Idol se lo retrata con un chaleco de fuerza y los nuevos sonidos son recibidos tibiamente por los presentes. No sucede lo mismo con la pesada Speed, muy festejada, por cierto.

Luego sonaría Eyes Without a Face, el etéreo lento a base de sintetizadores que consagró a Idol en 1983 con el disco Rebel Yell. Este tema está basado en la película francesa de suspenso de 1960, Les yeux sans visage, frase que se intercala en el estribillo del tema, a modo de homenaje al filme. La canción suena como un lento e hipnótico mantra en donde varios del público cierran sus ojos y se dejan llevar por una ejecución con más historia que interpretación, donde lo climático se perdió en la estructura de la ejecución en vivo.

El abrasador solo de guitarra de Steve Stevens fue una lección de digitación a alta velocidad y, por si fuese poco.. ¡con guitarra electro acústica! Si estos pasajes instrumentales ya casi estaban afuera de los shows que pasan por estas tierras, la excepción del icónico violero punk (que hasta incluyó un fragmento de Stairway to Heaven de Led Zeppelin) sirvió para tomar aire en un show sin respiro. 

Billy Idol Luna Park

La banda de los años ´60 Tommy James and the Shondells es tributada con el pegadizo Mony Mony, uno de los temas más festejados (y fiesteros) de la cosecha Idol solista. Un hit que luego dejó lugar a Running From the Ghost y One Hundred Punks, otro clásico de cresta y alfiler de gancho de la casa matriz Generation X.

El pogo y la intensidad del campo contagiaba al grupo que se enganchó con cada "olé, olé, olá, es un sentimiento", y coreó cada riff de guitarra para que los músicos se quedasen perplejos. Y festejen tal efusividad, brazos en alto.

Dos banderas argentinas caen en manos de Idol quien se las pone por detrás del cuello y luego las devuelve a sus dueños. Y llega el momento de presentar "la" canción: "Este es mi tema preferido", anticipa Idol y dice que consta de dos palabras, sí, Rebel Yell, la gema acuñada en 1983 que hace temblar, un Luna Park repleto.

A pura arenga de puño y gestualidad, más que efectiva, contagiosa, el prócer rubio deja varias veces su estampa salvaje para las retinas de los presentes: erguido, puño en alto, ojos achinados y su clásica mueca con el labio superior medianamente levantado, en gesto reacio.

Billy Idol Luna Park

Para los bises llegan Born to Lose (el gran cover de The Heartbreakers) y el hiperfestejado White Wedding, cosecha 1982, con esa peculiar letra que le habla a la hermana y va in crescendo musicalmente.

La multitud no para de aullar al ritmo del ícono punk quien resalta que esta fue la segunda vez que visitó el país, lo "grandioso" que es el público local y cómo siente el cariño del respetable. ¿Una muestra? Sus últimas palabras, mientras deja el escenario (luego de la ofrenda de palillos y púas varias), es el cantito "olé, olé, olé, cada día te quiero más", que seguramente rebotaría en su mente, post show, mientras viaja al hotel que lo espera.

El tumulto apresurado del público, para salir rápidamente del Luna Park, empaña un poco el cierre de la velada. El quiebre del maleficio del martes 13, estaba consumado.