El delivery dejó de ser una práctica ocasional para convertirse en una de las principales formas de consumo del sector gastronómico argentino. Según un informe de Page Manager, los pedidos de comida y productos básicos generaron ingresos por más de USD 1.860 millones en 2024, ubicando al país entre los mercados más relevantes de la región, detrás de Brasil (USD 8.400 millones) y México (USD 2.530 millones).
En Argentina, Rappi y PedidosYa concentran el 90% del negocio, extendiendo su alcance más allá de la comida preparada hacia productos de limpieza, bebidas y artículos esenciales. Durante la pandemia, el delivery fue declarado actividad esencial, lo que aceleró su expansión y multiplicó la cantidad de repartidores. Entre 2020 y 2021 se registraron incrementos de hasta 78% en la cantidad de trabajadores activos.
Actualmente, el sector emplea a unas 160.000 personas, consolidándose como una fuente de ingresos clave en un contexto de alta informalidad y desempleo.
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Trabajo flexible, ingresos desiguales
Un estudio del BID, WorkerTech y Civic House reveló que sólo el 10% de los repartidores trabaja de forma full time, con más de 300 pedidos mensuales. El 90% restante lo hace de manera esporádica y sin contrato, sin acceso a vacaciones, aguinaldo o cobertura médica.
El informe, elaborado por Federico Cerutti, CEO de Page Manager, detalla que los ingresos varían considerablemente: quienes trabajan jornadas completas pueden superar el salario promedio de un empleado registrado, mientras que la mayoría apenas cubre sus gastos. “Mientras los salarios formales perdían frente a la inflación, los repartidores de dedicación plena lograban un desempeño mejor, aunque sin derechos garantizados”, señala el estudio. Las propinas representan el 19,3% del ingreso total, y el 61,3% proviene de las órdenes completadas. Los motociclistas obtienen el 66,8% de su ingreso por pedido, frente al 58,2% de los ciclistas.
El perfil también cambió: los jóvenes de 18 a 24 años pasaron de representar el 24% al 33% de los repartidores en apenas un año y medio, y el 80% son varones, reflejando un mercado que combina flexibilidad con precariedad.
Cambios en el consumo y efecto derrame
El auge del delivery responde también a los cambios en los hábitos de consumo. Una encuesta de Kantar Insights mostró que el 76% de los argentinos redujo las salidas a comer afuera por el aumento de precios. Según la AHRCC, el consumo en restaurantes cayó 20% desde marzo, y más del 40% en locales de gama media y alta. Muchos establecimientos gastronómicos encontraron en el delivery una vía de supervivencia, ofreciendo promociones y pagos electrónicos para sostener la actividad y el empleo. El modelo se replica en toda la región: en Brasil, James Delivery amplió su servicio a productos esenciales, tendencia que también adoptan las plataformas argentinas.
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Un sector con deudas y oportunidades
El crecimiento del delivery también impulsó la venta de motos, herramienta de trabajo principal para los repartidores. Según Acara, en agosto de 2025 la Honda Wave 110 lideró con 5.327 unidades vendidas y un acumulado anual de 36.450. El mercado proyecta cerca de 600.000 unidades vendidas este año, uno de los mejores desempeños en una década.
Pero el crecimiento tiene su cara oscura: los trabajadores siguen expuestos a accidentes sin cobertura y a la supervisión algorítmica, que define su rendimiento sin transparencia. En 2021, se registraron 34,5 incidentes laborales por cada 1.000 trabajadores cubiertos, y el 11,1% ocurrió durante repartos.
Los especialistas advierten que el delivery cumple un doble rol: es un sostén económico para miles de trabajadores y un canal estructural de consumo para los hogares urbanos. El desafío, señalan, será avanzar en una regulación laboral moderna que equilibre derechos y productividad en un sector que ya mueve miles de millones de dólares y redefine cómo consumen los argentinos.