En medio del clima electoral, se visualiza la lejanía que hay entre kirchnerismo o macrismo y la sociedad. El enfrentamiento entre militantes, el desencanto, las estrategias mediocres y los fenómenos que cuentan con tierra fértil.
Hace unos años, escuché en un programa televisivo -no recuerdo quién- que la crisis política que hay en Argentina genera las condiciones necesarias para el crecimiento de un líder. Puso como ejemplo distintos momentos de la Historia que en cierto punto acreditaban su argumento.
Hoy en día vemos cómo los partidos tradicionales, hijos del menemismo, no responden las demandas de la sociedad. Son como una página web caída. Así lo demuestra la campaña pobre que está realizando cada partido en cada distrito. Una inquietud: ¿cómo piensan convencer a una sociedad que ya han decepcionado?
Kirchnerismo y macrismo: lawfare a dos puntas
El kirchnerismo demuestra ciertas debilidades, ya no es la fuerza dominante de Néstor y Cristina. Conoce sus limitaciones aunque nunca hay que subestimar sus capacidades. El “albertismo” es más una fantasía que una realidad. La palabra de Alberto Fernández, a dos años de terminar su mandato, ya se devaluó, no tiene peso.
Los errores estrepitosos del Gobierno son moneda corriente. ¿Realmente alguien se asombra cada vez que se equivocan? ¿Con autocrítica pueden dar vuelta la cosa? Aunque eso sea una opción, sabemos que el kirchnerismo nunca fue autocrítico. De hecho, Julio Leiva le preguntó sobre la autocrítica a Victoria Tolosa Paz y su respuesta fue que ella no miraría los errores, sino los aciertos. Fantástico.
El macrismo, viéndolo como lo opuesto al kirchnerismo, es pedante. En ciertas cuestiones, mantiene una visión de la realidad muy similar a su “enemigo”. En otras difiere, pero luego en la práctica tampoco hace mucho. Por ende, son dos fuerzas que tironean y luego van a Tribunales a pelear por quién dio más. No sólo que no se solucionan los problemas de fondo, sino que el sistema como tal, ineficiente y corrupto, se mantiene.
Leandro Santoro: "El macrismo fue derrotado electoralmente pero no culturalmente"
El peronismo perdió su capacidad -fantasiosa o no- característica de “ayudar” a las clases medias. No “saca” gente de la pobreza, sino que la mantiene. ¿Perderá también su capacidad de neutralizar los fenómenos internacionales?
Alain Rouquié, en su libro que trata del peronismo, sostuvo que la llegada de Perón logró que no se geste un movimiento marxista de gran magnitud, como en otros lugares. En otras palabras: frenó lo que para los sectores dominantes era una bomba. No fue la izquierda el movimiento que más atrajo a los trabajadores sino el peronismo. ¿Podrá el kirchnerismo imponerse contra el fenómeno Milei?
Verlo a Javier Milei como el fenómeno internacional de la ultraderecha no es descabellado. No sólo porque él mismo dice sentir atracción por Donald Trump y Jair Bolsonaro, sino porque cumple con todas las características para ser etiquetado como: populista de derecha. Un enemigo, un pueblo víctima y un Rey. La oleada de la ultraderecha hizo daño en Estados Unidos y en Brasil, quizás no tanto como en algún momento se quiso predecir, pero lo hizo. Si el peronismo, en su momento, frenó la expansión marxista, ¿hará lo mismo en la actualidad?
Como dijo Beatriz Sarlo en una charla con Luis Novaresio: hoy la sociedad está sumamente despolitizada e ignorante. ¿Pero qué se le puede pedir a una sociedad donde quienes quieren gobernar no saben ni qué hacer? Jorge Asís, en una de sus columnas de hace alrededor de quince años, dijo que la sociedad siempre es víctima: “la inocencia social siempre está asegurada”.
En todos los países del mundo existen personas enfermas por el poder. Una de las principales diferencias entre los países más pobres y los más ricos, es que cuentan con límites para quienes ostentan el poder. Indudablemente la política pasó de moda y no culpo a quien vote por el look, por las fantasías utópicas, por quienes hablen de los astros, el goce sexual y la pelotudez infinita.