OPINIóN

Drogas: "Ni desfederalización, ni legalización, ni despenalización"

Hoy día existe una dispersión de los recursos en la lucha contra el narcotráfico, una equívoca asignación de prioridades y un erróneo análisis sobre la crucial entidad de esta problemática.

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Operativo antidrogas Captura de "El Paisa" | Gtlza Ministerio de Seguridad de la Pcia. de Buenos Aires

Con la aprobación de la ley 26.052 se traspasó la competencia a la justicia ordinaria para entender en aquellos delitos que convergen en el llamado microtráfico, al menudeo, por tanto la mirada está más centrada en el consumidor, el cual ciertamente es una víctima del narcotráfico, pero que para las estadísticas y la mediatización pública, mostrará que “algo se está haciendo”, cuando lo que verdaderamente debemos atacar es el gran negocio, el tráfico y comercio de estupefacientes a gran escala, la financiación, su organización, el almacenamiento, el transporte; abocarnos al narcomenudeo, es simplemente posar nuestra atención solamente en el consumidor, en la víctima, en el último engranaje del mecanismo de destrucción de la sociedad y de la grave afectación del bien jurídico salud pública, la droga.

En la práctica se observan que algunas jurisdicciones consideran que su trabajo consiste en desmembrar “bandas criminales” pero que confunden a estas con los llamados perejiles del sistema, hacen colapsar todo el sistema carcelario llenando las unidades de adictos, generalmente jóvenes, de estratos sociales bajos, claramente vulnerables, de muy bajos recursos económicos y con una escolaridad a medias, que encontraron en este submundo una forma ilegal de subsistencia, pero donde el Estado Nacional y los demás gobiernos provinciales, no muestran ninguna acción tendiente a generar condiciones propicias para que los jóvenes no caigan en las invisibles manos de las adicciones, no los recuperan si son adictos, no previenen las adicciones, solo se dedican a perseguirlos, judicializarlos y encerrarlos, sin llegar a solucionar el problema de fondo, donde la droga gano la calle y el Estado no sabe cómo modificar esta situación, y el verdadero narcotraficante sigue ahí engrosando sus bolsillos y lucrando con la muerte.

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Como ya lo dejo traslucir, no es menos cierto, que muchos de los consumidores no solo son víctimas sino que son parte del engranaje del negocio y terminan siendo los pequeños distribuidores y comercializadores de las drogas, o bien, el modo al que utilizan quiénes manejan el gran negocio para distribuir la droga o inicializar al consumo a muchos adolescentes, por tanto deben ser detectados y en su caso procesados y condenados, no como meros consumidores sino como tenedores para comercializar, o distribuidores, aún a título gratuito.

Por tanto, debemos ser cuidadosos y distinguir entre víctimas del consumo de estupefacientes y quiénes siendo consumidores integran la cadena de comercialización, respecto de ellos, no hay que desviar la mirada, ni ser contemplativos, debemos ser rigurosos, y si bien deberá aplicarse la ley, se deberá también intentar recuperar a los mismos para la sociedad, resocializándolos, reeducándolos, asistiéndolos, ayudándolos.

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Si so pretexto de perseguir una cruzada patriótica contra la droga se encarcela a los pequeños dealers, gastando los recursos estatales en persecución de criminales de poca monta, para colmo adictos, y nada se hace en materia de prevención y de gasto social, no entendimos el verdadero problema que enfrentamos y no leímos el resuelvo del fallo “Arriola” donde la Corte Nacional hablo de una política integral entre el Estado y la sociedad y donde fundamentalmente deberíamos poner atención en los sectores más vulnerables, en especial los jóvenes.

Hoy día existe una dispersión de los recursos en la lucha contra el narcotráfico, una equívoca asignación de prioridades y un erróneo análisis sobre la crucial entidad de la problemática de la droga, solo cuando generemos una verdadera política de prevención y lucha del narcotráfico, a partir de una visión transformadora de la realidad desde la matriz cultural se podrá tener éxito en cuanto a una verdadera política preventiva desde lo social y preventiva y represiva desde la esfera policial y judicial. 

Con la desfederalización las provincias solo direccionaron su tarea en la persecución y el castigo de los consumidores de sustancias prohibidas, insisto,  pequeños dealers, muchas veces los propios consumidores de la droga.

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Esta situación trae aparejada en principio, una cierta contradicción entre la norma y el espíritu que la impregna, puesto que la competencia en manos de las provincias, atiende a un claro y manifiesto criterio punitivo, cuando deberían ser las provincias quiénes estén a cargo de la tarea prevencional y asistencial en el drama de las adicciones, y no solo en la lucha contra el narcotráfico, menos aún respecto del menudeo, porque este no es el sustrato del problema, el pequeño consumidor, el pequeño vendedor, son a la vez víctimas, están enfermos, y en última instancia en algunos casos pueden llegar a ser delincuentes, cuando se encuentran plenamente conscientes y dedicados a la comercialización o alguna otra actividad relacionada con el narcotráfico, en tanto, los organizadores del negocio se aprovechan de la necesidad del usuario de contar con material adictivo para drogarse, y quién a la postre, resulta ser la última persona integrante del iter de la droga.

No quedan dudas que el consumo de estupefacientes ha crecido año a año, la política de lucha contra el narcomenudeo fracasó y a ello debemos sumarle que no hay mucha determinación en generar políticas que atiendan a la prevención de las adicciones, por un lado el país de tránsito va en camino de ser un país también de consumo importante, pero lo que es más grave se ha comenzado a observar un aumento en la producción local, donde el paco ha tomado aristas alarmantes dado que es el resabio de la elaboración de la pasta base y también un incremento de las llamadas drogas de diseño o sintéticas, incluso se han encontrado plantaciones de marihuana, a este paso sin una política integral de prevención y lucha contra el narcotráfico y las demás adicciones lograremos reunir en nuestro país las tres aristas, el tránsito, el consumo y la producción.

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La permeabilidad de las fronteras nacionales, la poca presencia de las fuerzas de seguridad en las rutas nacionales y provinciales son todas situaciones que favorecen la capacidad de gestión de quiénes actúan dentro del narcotráfico, en ese contexto, las rutas nacionales 9 y 34 como la hidrovía son vías de traslado de la droga y convergen en los grandes conglomerados urbanos de la Argentina, ya de forma directa o bien cercana, refiriéndonos a Rosario, Córdoba y Buenos Aires y por el momento la ausencia del Estado es alarmante.

Por eso pensar en una despenalización o legalización de las drogas resulta hoy un desatino porque no están dadas las condiciones desde el punto de vista cultural para llevar a cabo cierta liberalización cuando el Estado solo demuestra ineficiencia e incapacidad para asumir no solo la lucha sino la prevención de todo tipo de adicciones.

 

 * Alberto Pravia. Ex Fiscal Federal. Ex Camarista Federal – Experto en Narcotráfico.