La pandemia nos puso —y todavía nos tiene— contra las cuerdas en muchos aspectos. Podríamos intentar levantarnos así como estamos, a los tropiezos, inseguros y vulnerables. Pero lo que debemos hacer es lo opuesto: evaluar dónde estamos parados, repensar nuestras opciones y hacer lo necesario para salir más fortalecidos de esta crisis. Estoy convencida que la política de salud ocupa un lugar central para que el segundo escenario sea exitoso.
Un repaso rápido y superficial por las últimas noticias sobre el COVID-19 nos arroja una mixtura que incluye contagios que se desaceleran, médicos que reclaman una mejor oferta en el marco de las paritarias, resultados preliminares alentadores respecto a la efectividad de tres vacunas, segunda ola en Europa, los riesgos de relajar los cuidados y exponernos a un nuevo brote.
Durante los primeros meses de la pandemia ante las consultas de periodistas, colegas, amigos y vecinos (no por mi función pública sino por mi condición de médica) repetía una y otra vez que estábamos lidiando con un virus del que sabíamos muy poco, que debíamos tomar con pinzas cada cosa que leíamos y seguir únicamente la información de los organismos oficiales.
El Covid no cede: en 13 provincias hubo más casos durante la última semana
A un año del contagio del “paciente 1” en la ciudad china de Wuhan, podemos decir con seguridad que si bien la incertidumbre no termina y aún quedan muchas incógnitas por resolver, la ciencia ha avanzado muchísimo, con un esfuerzo internacional mancomunado sin precedentes, y hoy tenemos un panorama mucho más claro de la amenaza que estamos enfrentando.
Esto nos obliga a trascender las medidas de emergencia y a diagramar el sistema de salud que necesita un país como el nuestro, con más del 40% de la población bajo la línea de pobreza. Limitar la estrategia sanitaria a lo que sucede hoy equivale a desprotegernos mañana. En este sentido, es fundamental avanzar en distintos frentes con políticas de estado integrales y ambiciosas, sustentadas en acuerdos multisectoriales transparentes.
Argentina presenta una de las tasas más bajas de la región de enfermeros en relación a su población. Apenas cuatro cada 10 mil personas, detrás de Bolivia, Paraguay, Brasil, Uruguay y Chile. ¿Por qué resalto esto? Simple: porque el personal de enfermería es responsable del 80% de las necesidades de atención. La OMS recomienda, al menos, que debe haber un enfermero por cada médico. Argentina está muy lejos: apenas 0.56 enfermeros por médico.
Argentina presenta una de las tasas más bajas de la región de enfermeros en relación a su población
La promoción y jerarquización de la carrera de Enfermería debe ser una prioridad absoluta desde ahora mismo. Necesitamos más profesionales, especialmente en las unidades de cuidados intensivos (UCI) como ha quedado demostrado en las jurisdicciones donde los hospitales colapsaron no por falta de camas, sino por la escasez de recursos humanos.
El impacto de las transformaciones digitales en la salud es innegable. La recolección de datos en tiempo real y la consecuente producción de información pertinente a partir de ellos es fundamental para tomar mejores decisiones, conseguir resultados mejores y aumentar los niveles de eficiencia de la infraestructura sanitaria: se calcula que el 20% de los recursos de los sistemas sanitarios están desaprovechados porque se utilizan inadecuadamente.
La tecnología no solo impacta en la atención médica sino que empodera al paciente, cada vez más informado y e involucrado con su condición. Es clave seguir de cerca la evolución de las consultas virtuales, el acceso a medicamentos y el uso de datos personales, para regular concienzudamente un área que todavía presenta muchos grises.
La tecnología no solo impacta en la atención médica sino que empodera al paciente, cada vez más informado y e involucrado con su condición
El desafío es invertir más, pero también mejor, destinando los recursos a las áreas prioritarias del sistema y eliminando los gastos superfluos. Ya no quedan dudas de la importancia sideral de la investigación. Impulsar a la ciencia aplicada a la medicina es una condición necesaria para la sostenibilidad del sistema y desarrollar su capacidad de respuesta frente a potenciales riesgos.
La pandemia ha traído nuevamente al centro de la escena un campo que muchos consideraban una pieza de museo: la medicina social. La crisis sanitaria que estamos atravesando expone con crudeza que la condición de salud de una persona, familia o comunidad no depende únicamente de las singularidades de tal o cual enfermedad, sino del contexto socioeconómico en que se encuentran.
Las líneas que esbozadas en este artículo no son de ninguna manera definitivas. Son aportes de alguien que conoce el paño y siente un compromiso enorme con quienes dedican su vida a cuidarnos. La política de salud (y los determinantes sociales que influyen en las posibilidades de que una persona acceda o no a la atención que precisa) debe ser un asunto preponderante en la agenda de cualquier fuerza política que se proponga gobernar el país.
Muchos referentes están gastando saliva en hablar casi exclusivamente de la conveniencia de suprimir las PASO y de las reelecciones indefinidas en los municipios bonaerenses. Harían bien en inyectarle contenido político al armado electoral del próximo año. Sin dudas, ocuparse de la salud de los que estamos hoy y los que vendrán después sería un buen comienzo.
*Diputada provincial PBA. Vicepresidente UCR Nacional.