OPINIóN
Corrupción

Altas esferas bajo el "triángulo de la conveniencia"

Los motivos, la oportunidad y la voluntad son los tres vértices de un triángulo tan frecuente como antiguo que se formula para comprender las “conductas desviadas” de lo público y lo privado.

Corrupción
Los tiempos de la Justicia Argentina. | Imagen de Ivana Divišová en Pixabay.

La gravedad de las conductas desviadas en las altas esferas, sea en el ámbito público o privado, llama la atención desde hace décadas. Pareciera que las condenas (penales) severas sólo tienen chance en la medida en que la gravedad del tema sea capturada por la opinión pública. 

Sin embargo, la condena social varía según la claridad en la culpabilidad, el daño generado, la violación de la confianza y la necesidad de mostrar equidad. Si el acusado tiene éxito en su renuncia pública a la responsabilidad, entonces declina la preferencia social por la sanción penal. 

El infractor puede alegar que no se dieron una o más de las condiciones de una agencia responsable, saliéndose la acción de su control y siendo el o ella una mera bola de billar, impulsada impotentemente a través de diferentes situaciones.

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Lo rápido, fácil, simple y conveniente caracteriza, al menos en el corto plazo, a las conductas desviadas en el ámbito organizacional. Lo utilitario no aparece como necesariamente malo. Por el contrario, la persona puede ser vista como inteligente y racional. 

Además, la conducta puede ser difícil de detectar porque las señales de comportamiento irregular se ahogan o desaparecen en el tumulto. El hecho de ocupar un lugar de poder y el acceso a los recursos permiten formas “convenientes” de cometer delitos. 

 

Altas esferas bajo el "triángulo de la conveniencia"

 

La decadencia, el caos y el colapso organizacional habilitan medios “convenientes” de ocultarlos. La “Teoría de la Conveniencia” desarrollada por Petter Gottschalk, profesor de la BI Norwegian Business School, ayuda a comprender las conductas irregulares que ocurren en la cima de las organizaciones desde tres vértices: los motivos, la oportunidad y la voluntad.

 

Lo rápido, fácil, simple y conveniente caracteriza, al menos en el corto plazo, a las conductas desviadas en el ámbito organizacional. Lo utilitario no aparece como necesariamente malo.

La motivación tiene que ver con una combinación de posibilidades y peligros: a medida que aumenta la codicia personal, las presiones personales, los objetivos comerciales ambiciosos o las amenazas contra la existencia de la empresa, los delitos financieros parecerán más convenientes para la Alta Dirección. 

La oportunidad para cometer el delito se asocia con un status social más alto y una mayor facilidad de acceso a los recursos, mientras que la chance de ocultarlo tiene que ver con la decadencia organizacional –en forma de deterioro institucional–  y el caos organizacional –en forma de falta de supervisión y tutela. 

El peligro de la desconexión moral

El colapso causado por la complejidad de las reglas, los cárteles, las redes criminales y otros factores también se asocia con una mayor conveniencia para ocultar delitos financieros.

El nivel de disposición (voluntad) para involucrarse en conductas irregulares tiene relación con un liderazgo narcisista, la percepción de que los beneficios superan los costos, la asociación con individuos que profesan conductas desviadas y la mayor capacidad para justificar irregularidades.

“Tiempos oscuros y difíciles nos aguardan. Pronto deberemos elegir entre lo que es correcto y lo que es fácil” rezaba Dumbledore en el universo fantástico de Harry Potter. 

En el mundo real, entender las aristas del “triángulo de la conveniencia” permitirá analizar los determinantes y mitigantes de las eventuales conductas desviadas de los niveles más altos de la organización. Este cáliz de fuego, a su vez, nos ayudará a moldear los Programas de Integridad que mejor se adapten a los tiempos que corren.

*Miembro del Comité Académico del Centro de Gobernabilidad y Transparencia del IAE Business School, Universidad Austral.