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Amenazas y derechos en Internet

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Cancelado. Donald Trump, bloqueado en sus cuentas de Twitter y Facebook. | AFP

El bloqueo de Trump por parte de Facebook y Twitter pone arriba de la mesa una discusión apasionante sobre libertades personales, abusos de poder, incitación al delito y censura pública o privada, que debe ser resuelta por la legislación o por tratados internacionales. También se suben a ese tren otros temas, como la protección de la privacidad o los derechos de autor y su remuneración. Internet desarrolla al homo sapiens como nunca, pero no hay desarrollo sin convivencia.

Hacen varios años, siendo diputado, una serie de fallos judiciales argentinos  y extranjeros me llevaron a presentar un proyecto de ley regulando la responsabilidad de los prestadores de servicios de Internet, como los buscadores y las redes sociales. Cuando un señor insultaba a una señora en la calle, la señora podía hacerle un juicio para buscar reparación del daño causado. Pero en un caso, en el que se insultó en un sitio cualquiera, la señora decidió demandar a una compañía telefónica por la que se podía acceder a todos los sitios del planeta. Me dije a mí mismo: “si esto sigue así, va a terminar con Internet, porque ninguna empresa puede hacerse responsable de todas las barbaridades que puedan hacer miles de millones de personas”. Entonces, diseñamos una solución que sometimos a un intenso debate hasta en teatros, con internautas libertarios que no querían que los censuren, con empresas que querían que sus derechos y obligaciones fueran claros y con jueces que le decían al Congreso “legislen algo”.

Las redes pueden potenciar los fenómenos pero las soluciones hay que buscarlas donde la humanidad ya las encontró

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Noté que las mismas personas que les decían a los prestadores de servicios de Internet que bloquearan a aquellos que hablaban mal de ellos, también se oponían a la censura, preguntando ¿quién es Zuckerberg –el jefe de Facebook- para censurar a alguien? Elon Musk, el dueño de Tesla que hace autos voladores y naves espaciales privadas, le echa la culpa a Facebook del ataque trumpista al Capitolio, porque Trump arengaba en sus páginas a sus enajenados. Mientras tanto, Andrés Manuel López Obrador, el presidente de México, alertó contra la dictadura del censor Zuckerberg cuando éste –como Twitter- decidió bloquear al presidente.

Creo que las redes pueden potenciar los fenómenos, pero a las soluciones hay que buscarlas donde la humanidad ya las encontró. En mi primer proyecto (luego lo modifiqué varias veces), decía que cada uno es responsable de su acción (u omisión), pero no de las acciones (u omisiones) de los demás. También destaqué que el único poder de la Constitución que puede decir que alguien tiene o no un derecho, es el poder judicial. Entonces, con mi equipo ideamos un recurso judicial on-line para que los interesados pudieran tener un mecanismo de defensa ultra rápido frente a ataques a derechos por Internet. Los prestadores de servicios sólo debían bloquear ante una orden judicial preventiva de mayores daños.

La inmediatez del daño debe compensarse con velocidad en la respuesta y en la defensa de derechos para la convivencia en paz

El Senado llegó a dar media sanción a un proyecto, pero la solución no satisfizo a quiénes querían que las empresas que operan Internet y los mercados virtuales (como Amazon) fueran más allá y se convirtieran en protectores de sus derechos de autor (escritores, músicos, directores o actores) o compartieran ingresos generados por ellos (periodistas y medios). Algunas medidas protectorias de esos derechos o de prevención de delitos (como el ataque al Capitolio), pueden incorporarse a las condiciones de uso de las redes, como ya sucede en muchos casos en los que las redes se autorregulan, con control judicial. La legislación europea obliga a prestadores y autores a negociar acuerdos entre ellos.

Internet es la herramienta más poderosa de conocimiento, intercambio, democratización y progreso, pero requiere las viejas soluciones: que alguien serio e imparcial resuelva rápido los conflictos, que no se privatice o estatice el poder de censura previa, que nadie sea responsable de aquello en lo que no intervino, que se pague cuando se usa lo ajeno y que se castiguen severamente el abuso de poder y la manipulación de las democracias (tema difícil, que discutimos en la Cámara Nacional Electoral), incluso con inhabilitaciones a futuro para los infractores a las reglas. Las nuevas tecnologías y la formación de consejos imparciales, permiten que la inmediatez del daño en Internet se compense con similar velocidad en la respuesta y en la defensa de derechos para la convivencia en paz.

*Ex presidente provisional del Senado 2015-2019 (PRO) y abogado consultor en telecomunicaciones.