OPINIóN
Desarrollo sustentable

Aprender de los errores y escuchar al planeta (y a sus habitantes)

Una reflexión sobre por qué es importante poner el foco en la sustentabilidad especialmente en plena pandemia.

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América latina. La pobreza está en el centro de la agenda. Debemos sumar el deterioro del planeta. | cedoc y naciones unidas

¿Por qué en plena pandemia, cuando nos estamos jugando no sólo la salud sino también la continuidad de nuestras empresas, ameritaría poner el foco en la sustentabilidad? ¿Por qué cuando a lo largo de Latinoamérica la agenda social urge y la pobreza crece de forma explosiva, deberíamos dar prioridad al cuidado del medio ambiente? Estas preguntas fueron el disparador de las charlas sobre Desarrollo Sustentable en el contexto de la reciente Alumni Week, del IAE Business School. ¿Por qué debemos poner este desafío en pie de igualdad con otros? 

Precisamente por lo que nos pasó y nos pasa. Científicos de todo el mundo, a través de numerosas publicaciones, venían advirtiendo hace tiempo del riesgo de una pandemia mundial ¿Vamos a esperar que pase lo mismo respecto a sus advertencias de la posibilidad de otras tragedias en un futuro nada lejano, relacionadas con el deterioro del planeta?

No deberíamos. Las personas que nos desempeñamos en organizaciones, muchos en el ejercicio de la tarea directiva, hemos tenido la experiencia de que priorizamos mejor y tomamos mejores decisiones cuando llamamos a los desafíos por su nombre, y atacamos sus causas madre.

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Y la pandemia no puede ser la excepción. La emergencia sanitaria y la severa crisis económica que estamos atravesando son la consecuencia de un virus –el Covid-19 – que proviene de una zoonosis, esto es, una enfermedad que se produce en una mala o fallida interacción entre animales y humanos. Y en un sentido y en otro, porque la ciencia está descubriendo en este contexto, que también hay zoonosis reversa, donde las personas podemos enfermar a otras especies.

¿Y por qué falla esa interacción? Falla precisamente al ritmo de la destrucción de hábitats, de la pérdida de biodiversidad y, además, esto está atravesado y magnificado por las diversas ramificaciones que tiene el problema del cambio climático. Lo cual es un caldo de cultivo para que el planeta sea más vulnerable a infecciones, y tenga menos capacidad para sostener la vida y la actividad económica en un contexto sanitario favorable.

Por supuesto, la gestión de la pandemia se complica aún más en sitios como Latinoamérica, por la falta de acceso a infraestructura médica, la falta de acceso a la vivienda y el hacinamiento que esterilizan las medidas de aislamiento y la informalidad laboral que complica la trazabilidad. Todo esto consecuencia de la creciente pobreza y desigualdad.

Esto nos llama a repensar las formas de consumir y producir en todos los sectores de la economía. En particular, nos llama a salir de una lógica de producción y consumo lineal, donde extraigo energía y materiales para usar y tirar; y migrar a una lógica circular en donde se pueda partir de una extracción de energía y materiales más responsable, y se combine con un diseño inteligente, que permita el reciclado y/o la regeneración, no sólo de ese recurso, sino de todo lo que está alrededor, incluyendo las organizaciones y comunidades que rodean esa actividad como stakeholders implicados.

Desarrollo. El desafío del desarrollo sustentable tiene que ver con no comprometer nuestra capacidad de crear valor en el largo plazo promoviendo economías y modelos de negocio regenerativos. Y, nuevamente, apelando a la experiencia de directivos en industrias diferentes, liderando organizaciones de muy distinto tamaño, génesis y realidad cotidiana, en busca de una mirada encarnada, aterrizada de cuáles son los desafíos y también las oportunidades de gestionar con el centro puesto en la regeneración y la circularidad. Entre varios otros posibles, rescato tres aprendizajes clave, cada uno aportando un prisma de análisis único e imprescindible a la hora de “mirar de frente” y llamar por su nombre al desafío de la sustentabilidad ambiental:

l Abrazar las paradojas y la complejidad: Las organizaciones han de reconocerse, al mismo tiempo, fuente tanto del problema como de la solución. Asimismo, en el marco de una economía globalizada, en donde los impactos de la actividad de las empresas, sea que orquestan o participan en cadenas globales de valor, tienen fuentes y ramificaciones complejas, requiere de trabajo colaborativo con distintos stakeholders a lo largo y ancho de redes geográfica y culturalmente dispersas. Esto no se monta de la noche a la mañana, requiere de esfuerzos sostenidos enraizados en la profunda convicción que estamos en la dirección correcta.

l Adoptar un mindset de oportunidad: Mirar a la gestión sustentable del negocio como un mero centro de costos (donde, por ejemplo, extraer responsablemente recursos o trazar el origen de los insumos minaría las ganancias) constituye un sesgo, o por lo menos, una mirada parcial. Hoy por hoy, hay varios factores y tendencias que arrojan este mito por la borda, como la posibilidad de ahorros de costos, la sustentabilidad como driver de innovación y atracción de talento, y los cambios en las preferencias del consumidor y de los inversores (que buscan alternativas de consumo e inversión más sustentables), entre otros.

l Medioambiente y persona humana no son realidades disociadas: La promoción de la economía circular que implica la adopción de modelos de negocio que se apalancan en el compartir, reutilizar, renovar y reciclar recursos y productos creando valor agregado, tienen como correlato la regeneración de los hábitos y los hábitats de las personas y comunidades alrededor de esos recursos. En otras palabras, el escuchar y trabajar por el planeta no puede estar disociado, sino al servicio de sus habitantes.

*Profesora IAE Business School, Universidad Austral.