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Argentina y Alemania: socios en un mundo en transformación

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Llegada. El jefe de gobierno alemán, Olaf Scholz, arribó ayer a la Argentina. | NA

En el contexto de un reordenamiento internacional cada vez más multipolar y volátil, las cuestiones pendientes de la política mundial cobran cada vez más importancia: retos globales como el cambio climático, las pandemias, la paz, la migración, la digitalización y las nuevas guerras demandan más atención política y mejor capacidad de acción.

La visita del canciller alemán Olaf Scholz a la Argentina (y Brasil y Chile) es una excelente oportunidad para repensar, en general, las relaciones europeas-latinoamericanas. Desde la caída del muro de Berlín los vínculos bi-regionales han perdido relevancia e intensidad: las distancias parecen aumentar en perjuicio de ambas partes. Las contradicciones de la geopolítica, especialmente durante la crisis generada por el covid-19, han mostrado la ausencia de solidaridad y el escaso multilateralismo entre Europa y América Latina. Sin embargo, cabe destacar la imagen de Alemania en Argentina: un dato sumamente crucial para repensar la reactivación de las relaciones binacionales. Según una encuesta de Latinobarómetro (https://data.nuso.org/en/opinion-on-countries/) Alemania es, para los argentinos, el país con mejor opinión en comparación con EE.UU., China, Rusia, Irán, Israel, Gran Bretaña, España o Francia.

Cabe subrayar que en la actualidad las democracias de Europa y América Latina comparten un elocuente problema común: el auge del extremismo violento de las derechas, que están sometiendo a nuestras democracias a una presión inquietante e inusitada. Lo que comparten los líderes de ambos lados del Atlántico es que, a pesar de las diferencias existentes, necesitan encontrar respuestas. La pregunta acerca de cómo ampliar, profundizar y proteger la democracia es idéntica en Europa y Latinoamérica: se trata, entonces, de elevar el diálogo y el intercambio entre ambas regiones en condiciones de franqueza y simetría. En un mundo en el que las guerras próximas y el auge del autoritarismo condicionan la política exterior europea, las alianzas de socios orientados por la democracia, la paz y el multilateralismo no sólo son útiles, sino necesarias.

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La visita del canciller alemán Olaf Scholz es una señal significativa para reactivar los lazos con Argentina (y con el Cono Sur) en un sentido más integral, justo en el 40 aniversario de la democracia. Además de una mayor cooperación en el área de la energía renovable y en asuntos comerciales de interés recíproco se requieren relaciones socio-políticas dinámicas e innovadoras para fortalecer la resilencia, la pluralidad y los derechos en nuestras sociedades democráticas. ¿Porqué existen voces radicales y extremas que rechazan el modelo democrático existente? Y ello sucede en Alemania como Argentina, en Francia como Brasil, a pesar de los niveles económicos y de bienestar diferentes. La dimensión social es un factor fundamental para la sobrevivencia de las democracias. En ambos lados del Atlántico podemos observar cómo el tejido social de nuestras sociedades se resquebraja, cómo personas con un trabajo remunerado no sobreviven mensualmente y están cada vez más empujados a los márgenes de la supervivencia, sin ser escuchados en sus opiniones y aspiraciones. En consecuencia, no sólo los gobiernos, sino también los actores no estatales y los movimientos ciudadanos en ambos lados están llamados a reactivar iniciativas y acciones, ya sea en espacios minilaterales, multilaterales o bi-regionales.

El punto de partida para una reavivada relación socio-política entre Argentina y Alemania, entre América Latina y Europa es alentadora: la Unión Europea y los valores que sigue representando son atrayentes para la sociedad argentina y latinoamericana; especialmente en lo que se refiere a cuestiones de “soft power” como los derechos humanos, el cambio climático y la lucha contra la pobreza. A pesar de la percepción limitada del poder blando de la UE, es precisamente esta esfera, y en las cuestiones asociadas a ella, la más acuciante en la escena internacional. Problemas como la desigualdad, la injusticia, la pobreza extrema, las violaciones de los derechos humanos y el deterioro del medio ambiente son las principales preocupaciones de toda América Latina. La encuesta deja claro que la credibilidad de la política exterior europea se basa en su modelo de cohesión social basado en la corresponsabilidad y el pluralismo y que Latinoamérica, en conjunto, prefiere el modelo europeo de desarrollo a otros.

Hay que cultivar las alianzas y los socios y, sobre todo, que se sientan vistos como iguales y tratados con justicia. Europa debería aprovechar mejor el potencial que encierran sus relaciones con Argentina y los otros países del Cono Sur. Si la UE no lo hace, otros actores poderosos darán un paso al frente con base, entre otros, a su poderío tecnológico. Europa debe comprender las oportunidades que ofrece la asociación con América Latina, y no limitarse a repetir los numerosos problemas de la región. Para ello, sin embargo, tendría que ofrecer a América Latina más alternativas para resultar atractiva y eficaz. Los asuntos relativos al modelo de desarrollo, las inversiones y los vínculos comerciales no deben dejarse únicamente en manos del sector privado. La cooperación en materia de salud, ciencia, áreas estratégicamente relevantes de la industria y la agricultura y los nuevos sectores en torno a las energías renovables debe intensificarse y comunicarse con inteligencia.

Además y muy importante, Argentina y Alemania pueden ser socios especialmente en cuestiones de derechos humanos y búsqueda de soluciones pacíficas porque comparten –cada uno en su contexto y con su especificidad– memorias colectivas traumáticas del siglo XX. La cultura de la memoria de ambos países es importante y ejemplar. Puede aportar diplomáticamente a reforzar los derechos humanos, a promover la solución pacífica de las disputas e incluso a una desnuclearización mundial.  

Por todo lo anterior es posible concebir nuevas iniciativas concretas. En esta hora, por ejemplo, Alemania y la Argentina podrían impulsar, en conjunción con otros países de Europa y Latinoamérica, un ideal que trascediera la realpolitik actual. Es el momento de lo geoambiental; esto es de un modo de desarrollo productivo basado en la innovación y la responsabilidad ambiental y social. Además, en momentos en que parece debilitarse lo multilateral sería valioso estimular una suerte de alianza norsuratlántica –para el caso, la Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, Alemania, España, Francia y Países Bajos– por la paz y el multilateralismo con un esquema de consultas periódicas cada seis meses. Estamos persuadidos de que hay espacio (y urgencia) para plasmar compromisos puntuales y realizables a partir de intereses compartidos y complementarios.

*Representante de la Fundación Friedrich Ebert (FES) en Argentina. Directora de la revista Nueva Sociedad.
**Vicerrector de la Universidad Torcuato Di Tella.