El resultado de la primera vuelta en Chile abre un nuevo e intenso período electoral de aquí al 19/12. ¿Quiénes ganaron? ¿Quiénes perdieron? ¿Cuál es la perspectiva de la segunda vuelta?
Algunos datos. En la primera vuelta votaron poco más de 7,1 millones de personas, cerca de un 47% del padrón. Menos que el 51% del plebiscito constitucional. La pregunta es: ¿cuántos votarán el 19/12? Lo primero que resalta es que los dos candidatos mayoritarios incrementaron levemente su voto duro. Si consideramos que los votos de la opción Rechazo representan a la derecha dura, Kast superó esa votación pero por poco, dado que en primera vuelta ganó con 1.961.122 frente a 1.611.606 del Rechazo. Boric, que ganó la primaria de Apruebo Dignidad, donde votaron 1.750.889, esta vez obtuvo 1.814.809. En suma, el voto duro de ambos creció, pero levemente. Dado que a la primera vuelta concurrieron siete candidatos, los electores de los cinco que no calificaron esta vez tienen dos opciones: apoyar a alguno de los dos o abstenerse. En principio, hay perfiles de votantes que quedaron huérfanos para la segunda vuelta:
La derecha liberal, como Evopoli, que logró elegir algunos parlamentarios, pero que seguro se le debe hacer cuesta arriba votar por una derecha como la que representa Kast, aunque este modere su propuesta y perfil.
Los sectores más conservadores de la DC, que ya han dicho que no votarán por Boric, muy probablemente tampoco lo harán por Kast.
Son pocos, pero los votantes de Artes probablemente se desinteresen de una elección en la que se sienten ajenos. Estos y quizá muchos independientes no tendrán grandes motivaciones para ir a votar el próximo 19/12.
Primera conclusión: es altamente probable que el total de votantes que concurrió a la primera vuelta disminuya para la segunda. ¿A cuál de los dos afectará mayormente? Dado que el voto es voluntario, nada impide que a la segunda vuelta concurran a votar ciudadanos que no sufragaron el 21/11. ¿Es posible? Teóricamente sí, pero eso ha sido algo excepcional en nuestra historia reciente.
Estamos en una situación excepcional. Pero requiere una nueva pregunta: ¿por qué concurrirían a votar estos abstencionistas de primera vuelta? Que voten más ciudadanos que en la primera vuelta será efecto de las campañas electorales, del diseño del mensaje que elaboren los comandos y, sobre todo, de cómo los votantes potenciales perciban que su participación es necesaria. Es posible aumentar el número de votantes, pero requerirá de estrategias de campaña diferentes a las de la primera vuelta, porque estas no fueron suficientes para convencerlos de sufragar.
¿Quiénes ganaron? En esta lista están en primer lugar los republicanos de Kast y él mismo. Partieron siendo una alternativa con mucho de testimonio, crítica de la “derecha light”, desdeñada por los partidos tradicionales de su sector, y terminó comiéndole su electorado. Lograron elegir una bancada y su candidato recibe el beso del anillo por parte de la mayoría de los líderes de la derecha chilena.
Aunque no pasó a segunda vuelta, pero sacó cerca de 900 mil votos y eligió media docena de parlamentarios, Franco Parisi cosechó el descontento antipartidos, antielite. Sus votantes desconfían de la política y de los políticos. Su votación se mantuvo casi oculta hasta el escrutinio y les ganó a los dos candidatos del antiguo binominalismo. Su principal desafío será darle una proyección política y programática a esta fuerza, que la cohesione y le proporcione un horizonte mas allá del descontento.
En menor medida, también ganó el PC. Aumentó de 9 a 12 sus diputados, y eligió dos senadores, con todo, aún no llega ni al 10% del Congreso, por lo cual su sobredimensionamiento no tiene base. Pero los comunistas avanzan en su planificación de acumulación de fuerza.
Otro que obtuvo una votación razonable para sus objetivos fue Marco Enríquez, que con cerca del 8% logra mantener una presencia política básica. Durante la campaña instó reiteradamente a Boric y Yasna a firmar un acuerdo de apoyo mutuo para la segunda vuelta. Es de esperar que sus votantes se sumen a la opción Boric.
¿Quiénes perdieron? Claramente las dos coaliciones tradicionales que surgieron con el binominalismo de la transición. Conservan fuerza parlamentaria, pero dejaron de ser los actores principales de la política nacional. Ausentes de la segunda vuelta, les queda apoyar a su candidatura más cercana o abstenerse.
Pero también en esta lista podemos agregar al gobierno y a La Moneda en especial. Ninguna candidatura se identificó con el oficialismo. La derecha rehuyó al presidente, ningún candidato se fotografió con él, su equipo político hace agua a diario. Un dato interesante: José Antonio Kast no fue invitado a las celebraciones de La Moneda al asumir Piñera.
Colateralmente, la Convención Constituyente, si bien no llevaba velas en este entierro, enfrentará a un futuro Congreso que no la verá ni con culpas ni con temor. A partir de marzo veremos actuar dos lógicas políticas que pueden converger… o chocar: la instalación del nuevo gobierno por un lado y el avance constitucional que deberá desembocar en un plebiscito, por el otro.
Si gana Kast o si gana Boric, será muy distinta la relación entre La Moneda y la CC, y sus conclusiones.
El balance de los derrotados nos lleva a una segunda conclusión: se acabó el sistema político basado en dos grandes conglomerados. Tenemos un nuevo sistema, quizá más representativo, pero disperso y fragmentado.
¿Quién ganará? Kast está mejor posicionado, tiene la iniciativa estratégica y solo debe mantener el ritmo. ¿Cuál debe ser su centro de gravedad? Debe sumar cerca de un 20% más, no es poco pero es posible, asumiendo que su voto duro quedó firme el 21/11.
Los analistas indican que debería correrse al centro, lo que suena muy lógico. Abandonar el perfil de derecha dura de sus inicios. Un desafío fuerte será el mensaje que envíe a sus nuevos electores: ¿potenciando el actual o modificándolo?
La tentación de mantener lo que funcionó es amplia, pero en ese relato el discurso del anticomunismo y el de la mano dura forman parte central, y ambos lo llevan a fortalecer su voto duro, pero con ello puede frenar adhesiones de indecisos de centro. Tema para sus estrategas.
Boric tiene que asumir que ganó parcialmente y que perdió la pole position. La juventud es impetuosa, pero a veces peca de inexperiencia. Es claro que el discurso maximalista de sectores del Frente Amplio le jugó en contra, es el caso particular del partido Comunes y de su candidata a senadora. La transformación en épica del estallido sin condenar claramente la violencia vandálica le pasó la cuenta. Por cierto, si lo que el electorado está prefiriendo son opciones nuevas, Boric encarna mejor esa demanda. Deberá despojarse de los elementos que lo frenaron y cosechar la desconfianza de buena parte de la ciudadanía con los partidos y la política tradicional. Boric y sus compañeros encarnan lo nuevo, pero deberán demostrar que, además de ser un producto nuevo, son capaces de gobernar el país con eficiencia.
¿Y el contexto? La segunda vuelta se convertirá en materia noticiosa. Pero la vida continúa, y todos los chilenos (los que votamos y los que no) viviremos, además de la propaganda y las campañas, los desafíos que ya enfrentamos desde hace algún tiempo. Es decir, la inflación seguirá mordiendo los bolsillos, el Banco Central seguirá ajustando la tasa de interés; ergo, el crédito seguirá encareciéndose, al igual que la nafta. En las fronteras, la migración seguirá gota a gota, con picos imprevisibles (viene el invierno altiplánico, lo que afectará la frontera con Bolivia). En la Araucanía es más que probable que la situación persista.
Como ya lo señalamos, ante estos desafíos La Moneda ha mostrado poca eficiencia y la ceremonia del adiós se acelerará independientemente de quién gane en la segunda vuelta.
*Politólogo. Ex subsecretario de las Fuerzas Armadas de Chile y ex embajador chileno en Cuba.