OPINIóN
31 de diciembre

Cómo gestionar las emociones durante la Nochevieja

En la víspera del Año Nuevo se comparte a veces una mesa con personas que no serían nuestra primera elección. ¿Qué debería prevalecer: el respeto por la tradición familiar o la fidelidad a nuestras emociones?

Clima - Navidad
. | cottonbro studio/ pexels.com

Hay cosas que son culturales. Muchas acciones responden a las creencias. El dilema surge cuando el mandato no es compatible con el disfrute. La realidad es que debemos elegir cómo pasar la Nochevieja por nosotros mismos desde el adulto que somos.

Quizás la decisión sea celebrar en un contexto que uno, a priori, no hubiera elegido, pero que vale la pena por hacer feliz a los padres y abuelos. Tenemos que ser conscientes de que somos los grandes generadores de contextos con nuestra propia emocionalidad.

Si actuamos por emoción significa que pudimos integrar la razón con lo que sentimos y negociar. En definitiva, la Nochevieja dura apenas dos horas, es decir que podemos darle mucha alegría a las personas que nos dieron la vida y después del brindis ir a celebrar con amigos, por ejemplo. Tenemos responsabilidad afectiva con el otro así que tenemos que ser cuidadosos y respetuosos.
Por otro lado, tenemos que poder mirar nuestra decisión como un aprendizaje, ya sea haber podido ser amable o haber podido guardar silencio, que no es poco.

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El tema es que debemos aprender a abrir conversaciones. No sabemos ni siquiera conversar con nuestra pareja, con nuestros amigos, con nuestros empleados. Suponemos todo. Somos seres lingüísticos por donde nos miren, hasta cuando nos quedamos callados lo somos con nuestra respiración. Entonces, deberíamos poder decirles a las personas que son valiosas para nosotros lo que realmente sentimos.

Antes de gestionar nuestras emociones, tenemos que aprender a construir nuestras relaciones abriendo la conversación.
En el caso de las familias ensambladas, la dinámica del festejo puede volverse compleja y aparecer la tirantez de los vínculos como la gran convidada de piedra entre los hijos de uno y las ex parejas del otro. ¿Pero es necesario pasarlas todos juntos?

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En ocasiones, la presión social nos impulsa a cumplir con el mandato de pasar las Fiestas en familia, pero corresponde preguntarse si, realmente, estamos eligiendo con libertad.

¿Es mejor ceder a la obligación y enfrentar conflictos, transmitiendo a nuestros hijos una imagen de descontento y desacuerdo? La fidelidad a las tradiciones no siempre se traduce en bienestar emocional; entonces, explorar alternativas es esencial.

Conversar con todas las partes involucradas, acordar y comprender que las elecciones de los hijos no implican menos amor por el otro progenitor.

Integrar a los hijos ensamblados requiere atención: facilitar, pero sin imponer deseos. Es crucial reconocer que, a pesar de la complejidad, el adulto es quien decide.

Mantener el equilibrio en el orden familiar implica que quien ocupa el rol de padre tome decisiones conscientes.

*coach ontológico, docente y speaker.