OPINIóN
Efemérides 25 de diciembre

Navidad significa novedad y fraternidad

Jesús significa Emmanuel, “Dios está con nosotros”, por lo tanto, esta fecha es la oportunidad de encontrarse con todo otro. Como indica San Juan, quien dice que se encuentra con Dios y desprecia a su prójimo, es un mentiroso.

Navidad
Navidad | Agencia Shutterstock

Los primeros cristianos no manifestaron especial interés en determinar el día en que nació Jesús. Prestaban especial atención a la fiesta de Pascua, que rememora todo el misterio de Cristo. Desconociendo el día exacto de su nacimiento se sintieron libres de optar por la fecha más adecuada y eligieron el tiempo del año en que los días en el hemisferio norte comienzan a crecer, hay más luz. Aprovecharon el movimiento de la naturaleza –ya celebrado por los cultos de las culturas en que vivían– para expresar que festejaban una luz nueva, “una luz para las naciones”, como había anunciado el profeta Isaías.

La fiesta de la Navidad en que conmemoramos el nacimiento de Jesús, más allá de cualquier precisión cronológica secundaria, comprende una doble dinámica de novedad y fraternidad.

En efecto, todo nacimiento es una novedad de por sí. Ella se agiganta inmensamente cuando celebramos que Dios se hizo humano. La fe cristiana confiesa que Jesús es el Emmanuel (que significa 'Dios está con nosotros'). Ya no se trata fundamentalmente de buscar a ciegas o por tanteos a Dios, sino que el vino a buscarnos a nosotros para habitar en medio nuestro.

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La Navidad nos indica que no se trata tanto de hacer un esfuerzo para reconocer y agradar a Dios sino comprender que “el amor no está en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Dios nos amó a nosotros”, Dios nos amó primero. Y esto lo constata cualquiera que capta que la vida es un regalo. Por el contrario, quien anda por la vida de modo autosuficiente, auto centrado, no percibe la gratuidad de su existencia, vive como ciego ante la novedad que le sobreviene.

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El relato del nacimiento de Jesús también señala, para sorpresa nuestra, que: “vino a los suyos y los suyos no lo recibieron”. Otra novedad que nos desconcierta. ¿Cómo es posible? Los más preparados, los que creían ser los primeros en observar la Ley y se consideraban superiores a los demás, estaban demasiado concentrados en sí mismos e ignoraron su presencia.

Los pastores no sólo eran gente muy sencilla sino también despreciados, son parte de los últimos. Sin embargo, acudieron rápidamente en medio de la noche al encuentro de María y José, y del recién nacido acostado en un pesebre, pues migrantes forzados como eran no encontraron sitio en otro lugar.

Ahora bien, todo encuentro con Dios en que Él toma la iniciativa, tal como nos indica la dinámica de su nacimiento entre nosotros, no es una invitación al inmovilismo o al quietismo de nuestra parte.

El amor invita a la reciprocidad y esta es la segunda característica de la dinámica esencial de la vida cristiana iniciada en la Navidad. Dios se hace hermano nuestro en Jesús. De ahí en más, todo otro es también mi hermano pues quien dice que se encuentra con Dios y desprecia a su prójimo, nos indica Juan en su primera carta, es un mentiroso. Encuentro con Dios y fraternidad son inseparables.

*Licenciado en Filosofía, Coordinador del Ciclo de Extensión Educación, Etica y Desarrollo en la Fac. de Ciencias Sociales USAL