En un año marcado por la contracción de la actividad, la palabra “achicar” volvió al centro de la conversación empresaria. El 2024 arrancó con caída del consumo, alza de costos y un contexto de incertidumbre que obligó a muchas compañías a repensarse. Mientras algunas empresas todavía logran crecer, otras deben recortar, reorganizar o redefinir su negocio. En ese marco, la famosa metáfora de la “motosierra” se volvió popular: ilustra la urgencia de ajustar estructuras que, en muchos casos, eran insostenibles. Pero también habilita una pregunta clave: ¿es posible achicar sin destruir?
Las cifras son elocuentes. Según datos del INDEC, la actividad industrial cayó un 9,4% durante 2024, el mayor retroceso desde la pandemia. La utilización de la capacidad instalada descendió al 53,4%, y sectores como la maquinaria y equipos (-17%), productos metálicos (-6%), y la industria textil (-4%) muestran retrocesos sostenidos. La construcción, por su parte, acumula una baja interanual superior al 30%, con fuerte impacto en el empleo formal.
Frente a este panorama, muchas pymes enfrentan decisiones difíciles. El dilema no es solo qué ajustar, sino cómo hacerlo. La motosierra, como símbolo, transmite celeridad, pero también brutalidad. Y si bien en algunas estructuras sobredimensionadas puede haber margen para cortar de forma drástica, en la mayoría de los casos la salida no pasa por amputar, sino por reconfigurar. Lo que está en juego no es solo la rentabilidad de hoy, sino la viabilidad de mañana.
No se trata de romantizar el ajuste. Nadie quiere tener que reducir su equipo, cerrar una unidad de negocio o postergar inversiones. Pero hacerlo sin diagnóstico, sin método y sin una visión de largo plazo puede llevar a errores costosos. Despedir personal clave, frenar áreas que generan valor o desfinanciar procesos críticos son errores comunes cuando se actúa por impulso o desesperación.
El dilema no es solo qué ajustar, sino cómo hacerlo"
En este contexto, hay tres preguntas que cada empresa debería hacerse antes de tomar decisiones estructurales:
1. ¿Qué parte del negocio sigue siendo rentable o estratégica, y cuál no?
No todo lo que deja pérdida hoy es prescindible. Y no todo lo que genera caja es sostenible.
2. ¿Dónde están los costos ocultos, las ineficiencias, los procesos mal diseñados?
A veces lo que parece un exceso de personas es, en realidad, una falla de organización.
3. ¿Qué estructura necesita la empresa en este nuevo contexto?
Es probable que la estructura de 2022 no sirva para 2025. Pero la nueva estructura no se improvisa: se construye con datos y objetivos claros.
Podar no es lo mismo que talar. Y aunque la metáfora de la motosierra puede ser tentadora, muchas veces lo que se necesita es bisturí: un instrumento quirúrgico, que sepa distinguir entre lo que es grasa y lo que es músculo. Porque si se corta a ciegas, no solo se pierde eficiencia: también se pierden capacidades, saberes y cultura organizacional.
*Ingeniera industrial y consultora especializada en la profesionalización de PYMEs.