Gobierno Abierto (GA) es un nuevo paradigma de gestión pública basado en la apertura, la transparencia, la participación ciudadana y la colaboración en el diseño e implementación de las políticas públicas. Aunque hace muchos años se habla de la necesidad de apertura de los gobiernos; fue en 2009 con el memorándum de Obama sobre transparencia y gobierno abierto que el tema adquirió un nuevo empuje. En este marco, a lo largo y ancho del mundo democrático, prosperaron iniciativas para la publicación de datos y la facilitación del acceso a la información pública; la agilización de trámites y servicios, la generación de canales de escucha y participación ciudadana y el establecimiento de plataformas de colaboración público-privada.
Mientras tanto, la aceleración de la revolución digital y la masificación del acceso a las TICs impulsaron transformaciones socioculturales, que tornan “insuficiente” el modelo delegativo de decisión política mediante el sufragio (democracia representativa). Los ciudadanos quieren incidir en lo público, buscan hacer oír su voz. El acceso a un diálogo más horizontal y directo con las autoridades vía internet y redes sociales, y el modelo de autocomunicación de masas, donde cada persona puede producir un mensaje potencialmente masivo (viralización), dejaron atrás las asimetrías comunicacionales entre gobernantes y gobernados e imprimen un nuevo ritmo a los intercambios necesarios para los consensos que legitiman el hacer público.
No es novedad que la democracia representativa y sus lógicas están en crisis. Los presupuestos del gobierno abierto y las herramientas tecnológicas disponibles más el empoderamiento ciudadano generan la potencialidad para transitar hacia una democracia conversacional, donde los gobiernos deban no solo rendir cuentas de su accionar sino incluir a los interesados en el diseño de soluciones políticas a los conflictos.
En este contexto, el rol de la comunicación, o más específicamente del comunicador como facilitador de esas conversaciones, adquiere una nueva dimensión. Hasta no hace tanto, los comunicadores en los gobiernos se encargaban principalmente de la difusión de las noticias a través de los medios masivos. Claro, estábamos en la sociedad de masas, caracterizada por una comunicación unidireccional. En los últimos años, las áreas de comunicación gubernamental crecieron exponencialmente, al ritmo del desarrollo de los medios sociales para pelear bit a bit por la atención de las audiencias desencantadas de la política.
Ahora bien, dadas las características del paradigma de GA, donde un mejor gobierno resulta de la generación de conversaciones fluidas entre gobernantes y gobernados y las condiciones tecnológicas y culturales de la sociedad actual, ¿no habría que repensar el rol de comunicadores en el gobierno? ¿No deberían ser estos los que colaboraran en el diseño de dispositivos para la generación de canales de diálogo? La comunicación ya no es un área de soporte de la gestión, es un área estratégica en tanto tiene un rol definitivo en la construcción de los consensos necesarios para legitimar los rumbos del gobierno, pero además la ciencia de la comunicación y sus herramientas pueden generar un aporte concreto para habilitar canales de escucha ciudadana y, más importante aún, para generar corrientes dialógicas directas que permitan abordajes participativos y construcciones colaborativas de soluciones a los problemas complejos a los que nos enfrentamos como sociedad.
*Mg. Asesoramiento de Imagen y Consultoría Política.
**Esp. en comunicación política.