OPINIóN
Ciencia y Coronavirus

Controlar la pandemia

Mientras alrededor del mundo se están desarrollando al menos 115 vacunas para hacerle frente al Covid-19 las mejores medidas que mejor nos protegen son el distanciamiento social y el lavado de manos.

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En foco. El Laboratorio de Seguridad Biológica donde se realiza el diagnóstico de coronavirus. | juan obregon

Aún antes de que el Covid-19 se expandiera a todos los continentes, los ojos del mundo se depositaron sobre la comunidad científica internacional, solicitándole el desarrollo de estrategias que permitan controlar a esta nueva enfermedad.

En respuesta a ello, médicos y científicos comenzaron un arduo trabajo, enfocándose en dos estrategias bien diferenciadas. Por un lado, la búsqueda de tratamientos que permitan curar a los pacientes que cursan la enfermedad y, por otro, el desarrollo de vacunas que puedan proteger a las personas sanas de la infección. En ambos casos, los caminos y tiempos requeridos son muy distintos.

Para el desarrollo de tratamientos se ha planteado la utilización de plasma obtenido de la sangre de pacientes que han superado la enfermedad. Éste, llamado “hiperinmune”, podría poseer anticuerpos capaces de neutralizar a los virus, eliminándolos del cuerpo. La estrategia ha sido utilizada previamente en otras enfermedades (como la Fiebre Hemorrágica Argentina), pero en el caso del Covid-19 no se ha avanzado lo suficiente en las técnicas de detección que permitan determinar si el plasma extraído posee la cantidad de anticuerpos necesaria.

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En el caso del Covid-19 no se ha avanzado lo suficiente en las técnicas de detección que permitan determinar si el plasma extraído posee la cantidad de anticuerpos necesaria

Por otra parte, ensayos clínicos evalúan medicamentos que se utilizan para otras enfermedades, método conocido como “reposicionamiento de fármacos”. En el caso del Covid-19, más de veinte medicamentos están siendo probados en pacientes; entre ellos, la hidroxicloroquina (utilizada en el tratamiento para la Malaria y el Lupus, entre otras) que ha sido mencionada por médicos e investigadores como una “potencial terapia” para esta enfermedad.

Generar una vacuna que proteja a la población de enfermarse es más complejo que desarrollar tratamientos que curen o mitiguen los síntomas del Covid-19, debido a que estas terapias se basan mayormente en fármacos que ya han realizado los ensayos de seguridad correspondientes y, además, cuentan con cadenas de producción y distribución.

Una nueva vacuna requiere no sólo determinar su eficacia en prevenir la infección causada por el coronavirus, sino también su seguridad y potenciales efectos secundarios. Un ejemplo es lo que sucede en el caso del HIV1 -virus causante del SIDA- para el cual, después de más de 30 años de investigación, aún no se dispone de una vacuna protectora.

A pesar de las dificultades, nos encontramos en un escenario alentador en tanto se podría disponer de una vacuna para el año 2021 y, aunque la espera pueda parecer desoladora, debe considerarse que, normalmente, el desarrollo de una vacuna suele llevar de 5 a 10 años.

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Si bien el cuerpo humano está preparado para generar defensas contra la mayoría de las enfermedades, este proceso suele demandar de 10 a 14 días y, muchas veces, eso significa llegar demasiado tarde. El objetivo de cualquier vacuna es inmunizar, es decir, desafiar al sistema inmune de una persona para que “aprenda” a defenderse de futuras infecciones en forma rápida. Esto se logra exponiendo al cuerpo para que “crea” que es blanco de una infección y, en respuesta, su sistema inmune reaccione como si estuviese cursando la enfermedad aunque así no lo sea. De ese modo, ante futuras infecciones, dichas defensas permiten al organismo no enfermarse, o bien hacerlo con síntomas mucho más leves.

Actualmente, alrededor del mundo, se están desarrollando al menos 115 vacunas con el fin de conseguir la ansiada protección frente al Covid-19. Todas las iniciativas se han visto enormemente beneficiadas por investigaciones previas en coronavirus y desarrollo de vacunas. Y es allí donde hay que destacar la respuesta de los científicos. En las últimas semanas, siete estudios clínicos (cuatro en China, dos en EE.UU. y uno en Inglaterra) comenzaron a reclutar voluntarios sanos para realizar las primeras pruebas de seguridad de las vacunas.

La comunidad científica trabaja en conjunto y a toda velocidad. Y mientras se aguarda la llegada de nuevos tratamientos y vacunas, resulta imprescindible tomar consciencia de la necesidad de continuar con aquellas medidas que mejor nos protegen: el distanciamiento social y el lavado de manos.

*Doctor en Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral. Investigador de CONICET en el Laboratorio de Terapia Génica del Instituto de Investigaciones en Medicina Traslacional (Universidad Austral-CONICET)