OPINIóN
Pandemia

Coronavirus en Argentina: el cuidado en un país enfermante

"El panorama es dinámico" es la frase en off que más se escucha en el Gobierno. Aunque es cierta, no alcanza a explicar las demoras en la adopción de ciertas medidas de prevención. Lo que queda es la responsabilidad ciudadana.

La gente mayor de 60 años son más susceptibles de contraer el coronavirus.
La gente mayor de 60 años son más susceptibles de contraer el coronavirus. | Imagen ilustrativa piqsels

En muchas situaciones, negar la realidad o proyectar nuestros defectos hacia otras personas es una vía de escape efectiva para no hacernos cargo de lo que nos toca. Las dos reacciones son, para la psicología freudiana, un mecanismo básico de defensa: reaccionamos cuando no podemos lidiar en el cortísimo plazo con lo que deberíamos enfrentar y asumir en un proceso más constructivo. Algo así como decir que todo está bajo control mientras nos golpeamos la cabeza contra la pared. En una crisis, esas incapacidades quedan más que expuestas. 

¿Qué se necesita para enfrentar los riesgos del coronavirus sin entrar en pánico? Información clara y acciones en línea con los discursos. Eso dice la capacitación brindada por la Secretaría de Medios y Comunicación Pública junto a la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud para la cobertura periodística de la pandemia de COVID-19. Un mensaje ciertamente contradictorio respecto a la recomendación del presidente Alberto Fernández de ingerir bebidas calientes para combatir el virus. Una sugerencia que tiene la misma evidencia científica que el bronceado con Coca Cola o el uso de jugo de limón para aclarar el color de ojos. Ninguna hasta el momento.

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Una semana después de que se confirmara el primer caso de un paciente con coronavirus en Argentina, Fernández convocó a una reunión de gabinete a la que se sumarían científicos y expertos. El mandatario recalcaba la importancia de “que la población tenga información adecuada y que se garantice la respuesta adecuada del sistema de salud”. Para ese entonces, los casos confirmados llegaban a 19. Los sospechosos superaban los 50. El ministro de Salud, Ginés González García, apartado de los micrófonos después de sus últimas declaraciones periodísticas. Su reacción ante la emergencia provocó la desaprobación en privado de algunos de sus pares, aunque todavía cuenta con respaldo presidencial. El jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, desdibujado tras las últimas desmentidas. ¿Quiénes se pusieron a la cabeza de la comunicación gubernamental? La secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti, y dos de los médicos argentinos con mayor consenso en la comunidad científica nacional e internacional: el infectólogo Pedro Cahn y la directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Mirta Roses. Los tres reiteraron que las medidas adoptadas son las correctas para el período de contención e insistieron no sólo en el cuidado de higiene personal/ambiental y el aislamiento preventivo sino también en la aplicación de la vacuna antigripal, prioritaria para los mismos grupos de riesgo que son afectados por el coronavirus: mayores de 60 años, inmunodeprimidos y pacientes con afecciones cardíacas o respiratorias. De momento, PAMI no adelantó el calendario de vacunación para sus afiliados ni modificó su circuito administrativo para evitar la confluencia de adultos mayores en sus dependencias. Con la confirmación de tres casos locales “a partir del contacto estrecho de otros confirmados” -esto es, alguien contagiado en el país por su contacto con un portador de coronavirus que lo hubiera contraído en el exterior-, es de esperar que las medidas sean más severas.

Mientras se oficializa el decreto de necesidad y urgencia que precisa más medidas obligatorias a nivel nacional, los gobiernos nacional y provinciales reaccionaron de forma espasmódica y con escasa interacción con otras áreas. Algunos ejemplos de lo que fue esta semana. En el Ministerio de Deportes se filtran comunicados con medidas que todavía no fueron adoptadas pero están en evaluación. Días atrás, el de Seguridad dispuso el envío de fuerzas para ayudar a las direcciones de Sanidad en los 160 puestos fronterizos del país, sin precisar la cantidad de efectivos ni de dónde los movilizan. Mientras parte de la opinión pública se sorprende por la escasa practicidad de la entrega de las declaraciones juradas en Ezeiza, algunos pasos del norte del país no tienen siquiera zona de aislamiento o métodos rigurosos para desinfectar los vehículos de transporte de pasajeros. Educación y Trabajo recomendaron aislamientos de 15 días para quienes hayan viajado a los países más golpeados por el virus, cuarentena que también aplica al entorno cercano de esas personas. Lo que para algunos era una sugerencia, se convirtió en una indicación obligatoria después de que el presidente Alberto Fernández calificara como "delito" en FM Delta. ¿Si el Estado no toma medidas contra el movimiento antivacunas, habiéndose probado el daño que producen a la salud pública, cómo sancionará a quienes no respeten el aislamiento? ¿Quién los denunciará? ¿Ante qué autoridad? La prevención parece quedar en manos de la población, que debe autorreportarse con urgencia en caso de tener síntomas, autoaislarse y denunciar a las empresas que no vendan alcohol en gel a precio congelado.

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Fuera de las resoluciones ministeriales, el coronavirus comienza a partidizarse: Cambiemos se pone a disposición para colaborar en la contención de la pandemia y destaca las medidas adoptadas por “el Gobierno Nacional y muchos gobiernos locales, como los de Mendoza, Jujuy y la Ciudad de Buenos Aires”. Llamativamente, los gobiernos locales nombrados son gobernados por la coalición hoy opositora. Mientras desde el Ministerio de Educación demoran la suspensión de clases en todo el país, Jujuy anunció este jueves una pausa de 15 días para todos los centros educativos de la provincia. Horas más tarde, se sumó Misiones. Algo similar ocurre en la Ciudad de Buenos Aires, que dispuso la postergación de espectáculos y eventos deportivos que impliquen una concentración masiva (podrán realizarse, pero sin público). Otras actividades quedaron en una zona gris que se discute minuto a minuto: cines y teatros se mantendrían abiertos pero con restricciones. La única conocida hasta ahora: que no tengan un público que supere las 40 o 50 personas. ¿Cómo se implementaría esa condición? No se sabe. ¿Acaso sentándonos butaca de por medio? En el mismo contexto, está en duda la continuidad de las clases y otros eventos educativos. Si se desaconseja la aglomeración de gente en la Ciudad de Buenos Aires, ¿qué hacemos con la red de subterráneos? ¿Esa medida aplicaría también para la Universidad de Buenos Aires? Hace apenas 24 horas, el presidente Fernández dio clases en la Facultad de Derecho y participó de una pasarela de saludos, abrazos y selfies con alumnos. Un momento muy cálido entre el jefe de Estado y algunos de sus representados, en el que no se respetaron dos de las recomendaciones básicas de prevención: ni alcohol en gel ni distancia de un metro entre una persona y otra. Algo parecido a las últimas conferencias de prensa del jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta. La imagen del funcionario estornudando sobre su mano y tocando todo lo que lo rodeaba bien podría volverse viral (sin "corona", claro). ¿Qué cambió de ayer a hoy?

La enfermedad acapara gran parte del debate público pero también se mete en las decisiones diarias y anónimas, las de todos los días. Funciona como un “blanqueo de la mugre cotidiana” y la desconsideración. Dos de los casos confirmados de coronavirus importado demoraron 6 días en concurrir a un centro de salud: tenían síntomas y no se aislaron. Mientras tanto, en un consultorio, una mujer tose sin tapar su boca y se sonroja: quienes la rodean empiezan a alejarse sin disimulo. Las autoridades de un colegio privado envían, con aparente orgullo, una notificación a los padres de la comunidad, en la que anuncian que han puesto jabones en los baños y alcohol en gel en las áreas comunes. En un colectivo, un nene llora mientras se resiste a que su madre le aplique sanitizante en las manos. Acongojado, se limpia la nariz y sus manos sobre el respaldo del asiento, y apoya su cara en el pasamanos. Todas postales reales de un país enfermante, donde la responsabilidad social se convierte en una actitud desconsiderada y poco saludable. Lo vamos viendo. Después de todo, “el panorama es dinámico”.