OPINIóN
Vínculos siglo XXI

Crisis institucional del amor

“Ghosting” y “orbiting” son solo dos de las formas de vínculos fantasmales y superficiales que nacen en tiempos de IA. La existencia absurda de las nuevas tecnologías que nos desconectan cada vez más.

Inteligencia Artificial
Inteligencia Artificial | Freepik

En febrero de 2023, escribí una columna titulada Amistad en tiempos de likes, donde reflexionaba un poco sobre cómo las redes estaban transformando nuestras relaciones personales. Después de un año, sigo reflexionando y trabajando nuevamente sobre el impacto de la tecnología en nuestras vidas, pero ahora en un mundo donde la IA generativa, entre otras tecnologías exponenciales, están redefiniendo los límites de lo posible. 

En mi tercer libro publicado el mes pasado, Postecnológicos: Habilidades para recuperar lo humano, exploro cómo podemos seguir agregando valor en nuestras vidas en un mundo dominado muchas veces por la tecnología. Esta dominación resulta  esencial para comprender fenómenos como el ghosting y el orbiting, para nombrar algunos. 

El ghosting, esa práctica de desaparecer de la vida de alguien sin explicación alguna de un día para el otro, y el orbiting, donde alguien sigue tu vida digital sin involucrarse directamente, son síntomas de una crisis más profunda en nuestras relaciones. 

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Eric Fromm, en su obra sobre el amor y la psicología de las relaciones humanas publicada en 1956 y más vigente que nunca, nos advierte sobre la deshumanización en la era moderna. Fromm argumenta que el amor verdadero requiere esfuerzo y dedicación, cualidades que parecen diluirse en la superficialidad de las interacciones digitales. 

Adiós al matrimonio: cómo cambiaron los vínculos en las parejas modelo siglo XXI

Zygmunt Bauman un par de décadas después también señala cómo la modernidad líquida ha facilitado relaciones superficiales y efímeras. Generar relaciones sexoafectivas y de amistad son cosas que llevan tiempo. 

Las cosas verdaderamente importantes en la vida en general llevan tiempo. 

Hace muy poco, Bumble sufrió una crisis con un cambio de CEO y un rebranding para intentar atraer a la Generación Z, que desconfía de las apps de citas y no quiere conocer gente a través de ellas. Esta falta de confianza ha llevado a que todas las aplicaciones de citas enfrenten desafíos. 

Las nuevas generaciones, aunque en contra de vincularse por apps, sufren los mismos problemas de conexión que las anteriores y carecen de las herramientas humanas para hacerlo. Abordar a alguien en la calle les parece “creepy”. Además, la sensación de un inventario humano ilimitado en las aplicaciones de citas casuales afecta el compromiso. 

Si estamos expuestos a un supuesto inventario humano ilimitado, ¿por qué nos vamos a comprometer con alguien? Al mínimo descontento, siempre hay otra teórica opción deslizando hacia la derecha. 

La droga digital destruye la subjetividad

Björn Jullhans y Judith Duport-Dale han señalado ya hace varios años cómo la tecnología facilita el stalking, un fenómeno que va más allá de la mera curiosidad, invadiendo la privacidad y generando ansiedad en las relaciones. 

Como describe la popular y reciente serie Bebé Reno de Netflix. En mi segundo libro, El Dilema Humano: del Homo Sapiens al Homo Tech, ( 2021), exploro las tensiones entre nuestra humanidad y la tecnología. 

La inmediatez y la superficialidad de las interacciones digitales han socavado un poco la capacidad de formar y mantener relaciones auténticas"

Tres años después sigo sosteniendo que estamos viviendo una crisis institucional en las relaciones mediadas por tecnología. Las amistades y las parejas, ahora más que nunca, dependen de interacciones digitales que carecen de la profundidad y autenticidad necesarias para sostener vínculos significativos.

Y aunque a mí, por ejemplo, las redes me permitieron conectar nuevamente con viejos amigos de otros continentes, también tenemos que comprender cómo estas conexiones muchas veces carecen de la profundidad que solíamos tener en las interacciones cara a cara. La inmediatez y la superficialidad de las interacciones digitales han socavado un poco la capacidad de formar y mantener relaciones auténticas.

Más allá de mi experiencia personal, esto es algo que observo como un viejo millennial. En este 2024, con la IA generativa avanzando rápidamente, estamos más cerca que nunca de conversar con una inteligencia artificial de la misma manera que Iron Man lo hacía con JARVIS. 

Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Estamos perdiendo nuestra humanidad en el proceso? ¿Puede la tecnología realmente replicar la profundidad de las conexiones humanas? ¿Estamos dispuestos a sacrificar la autenticidad por la conveniencia digital? ¿Qué tipo de relaciones queremos cultivar en el futuro? ¿Cómo afectará esto nuestra capacidad de empatía y conexión genuina? ¿Estamos preparados para las implicaciones éticas y emocionales de estas relaciones con IA? 

Solo el futuro nos lo dirá, solo esperemos que no sea como cuando la IA controla la casa de los Simpsons y espía a Marge, y si lo es, que sea bondadosa dentro de todo.