En el marco de la pandemia, observamos que era necesario generar evidencia que demuestre las tensiones existentes en los hogares en relación a las nuevas tareas que se debieron asumir, sea tanto de limpieza, por los cuidados requeridos por el coronavirus, como cocinar y hacer las compras en un contexto donde las salidas estaban restringidas. Además, en los hogares con hijos/as se sumaron otras tareas que asumieron una mayor intensidad, como la administración de los tiempos de ocio y la educación, sin ninguna red de contención que diera apoyo en estas responsabilidades.
En ese contexto es que desarrollamos una encuesta online, que estuvo abierta desde el 1ro de abril al 31 de julio, para que las personas de manera voluntaria respondieran como era la distribución de las actividades en un día, y cómo se organizaban las responsabilidades dentro del hogar.
El principal hallazgo es que la distribución de las tareas tiene un sesgo de género, así como era en el contexto pre-pandemia. Sin embargo, hubo una mayor distribución: en un contexto pre-pandemia el 83% de las mujeres con hijos/as realizaba tareas de cuidado y solo el 13% de los varones realizaban estas tareas (ENES, 2015), mientras que, según nuestra encuesta, el 78% de los varones y 84% de las mujeres con hijos/as le dedican tiempo al cuidado.
Pero ese tiempo sigue siendo desigual: en promedio las mujeres le dedican 10h 24’ por día y los varones le destinan 6h 48’. En hogares con hijos/as menores de 12 años, esta dedicación se intensifica para ambos: las mujeres le dedican cerca de 13h y los varones 9h 24’. ¿Qué hacen los varones en ese tiempo extra? Duermen 1h más, trabajan de manera remunerada 1h más y le dedican al ocio 1h más.
Quisimos indagar en por qué se dan esas diferencias, y observamos, según quienes respondieron la encuesta, que los varones perciben en mayor medida que las mujeres que niños/as se cuidan solos/as, mientras que las mujeres sienten que son ellas quienes tienen la mayor responsabilidad de cuidar. Hay una especie de “invisibilización” de las tareas de cuidado. Por el contrario, en el caso de las tareas escolares, los padres (varones) reconocen que hay “otra persona” que se responsabiliza de esa actividad y que recae generalmente en las mujeres.
Si bien como se mencionó antes, en este contexto hay una mayor distribución del cuidado, aún estamos muy lejos de que sea equitativa. Es necesario que los varones se comprometan en el proceso de crianza de sus hijos/as y ejerzan paternidades activas, no solo para que las mujeres puedan dedicar tiempo a otras actividades, sino también para garantizar el derecho de los/as niños/as a ser cuidados/as por ambos progenitores.
Analizamos las licencias parentales vigentes en la región para problematizar sobre los lazos que pueden construir madres y padres con sus hijos/as. En Argentina en el sector privado, las mujeres tienen 90 días de licencia por maternidad, mientras que los varones y personas no gestantes, solo 2 días. Esta diferencia en los números muestra que además del compromiso de los varones, es necesario un compromiso institucional que vaya hacia un incremento de los días de licencias. El Estado, las organizaciones empleadoras y los sindicatos deben promover acciones destinadas a que los/as trabajadores/as puedan conciliar la vida laboral y la familiar.
*Cofundadora de GROW, género y trabajo. www.generoytrabajo.com