OPINIóN
Tecnología ¿para qué?

Datos: el “nuevo petróleo” de la IA cambia incluso nuestros vínculos

La tecnología debe estar al servicio de toda la población y a la inversa. Enfocarse únicamente en la búsqueda de rentabilidad sólo amplía la brecha entre ricos y pobres, y subraya sesgos que dividen a las personas.

Las redes sociales fomentan la pobreza
Las redes sociales fomentan la pobreza | Telam

Nos encontramos en un período de profunda transformación en la historia, caracterizado por la aparición de tecnologías emergentes como plataformas, Big Data, fabricación aditiva, robótica avanzada, aprendizaje automático, Inteligencia Artificial (IA) e Internet de las Cosas (IoT). 

Estos avances definen la época en la que vivimos, y su impacto es tan significativo que han dejado de ser simples bienes de uso en nuestra vida cotidiana, para convertirse en intermediarios en las relaciones entre individuos

Estas transformaciones conllevan consecuencias sociales significativas que deben alertarnos, impulsándonos a dirigir los avances tecnológicos y la generación de nuevos conocimientos hacia un desarrollo humano integral. La tecnología debe estar al servicio de toda la población y no enfocarse únicamente en la búsqueda de rentabilidad extraordinaria, que sólo amplía la brecha entre los diez hombres más ricos del mundo y el resto de la humanidad. 

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El escándalo de Cambridge Analytica, que demostró cómo se utilizaron los datos de Facebook para influir en las elecciones presidenciales de EEUU en 2016 parece haber quedado en el olvido tapado por capas de discusiones posteriores. 

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Incluir estas cuestiones en la agenda pública es fundamental para tomar control de nuestro destino. Los recientes debates sobre la IA representan una parte -aunque importante- de las discusiones esenciales que la sociedad moderna debe abordar. 

Sin embargo, a pesar de que estos debates son relativamente nuevos, las redes sociales llevan largo tiempo influyendo en nuestras vidas, a menudo sin que seamos conscientes del daño que pueden causarnos. 

 

El “nuevo petróleo” de la IA 

Para concretar la extracción de la nueva materia prima de este siglo, los datos, se busca mantener nuestra atención enfocada en una pantalla durante el mayor tiempo posible. Este insumo ha permitido también el avance de la IA, que se presenta como oportunidad pero también como amenaza. 

Aunque existen diferentes tipos de plataformas que se dedican a la obtención de datos, todas comparten el interés en este negocio basado en el valor estratégico de la información. Se trata de un activo intercambiable, que se comercializa para diversos servicios promoviendo el desarrollo de cadenas globales de valor. 

La supremacía de grandes compañías monopólicas motoriza la extracción y procesamiento de una enorme cantidad de datos. La información de cientos de millones de usuarios, proporcionada de manera gratuita, es procesada a través de algoritmos y monetizada mediante la venta de publicidad segmentada por perfiles.

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Una de las características más importantes de este "nuevo petróleo" es su crecimiento exponencial, ya que a medida que se acumula más información, los algoritmos funcionan con mayor precisión, mejoran sus predicciones y aprenden de sí mismos. En otras palabras, todo el proceso está orientado hacia la acumulación y concentración. 

 

Datos: el nuevo petróleo

El modelo de negocio requiere una mayor cantidad de información que los usuarios proporcionan de manera gratuita, y a medida que se obtiene, la extracción de datos se vuelve más eficiente, lo que dificulta la entrada de nuevos competidores en el mercado.

El uso creciente de las redes sociales y el tiempo promedio que una persona pasa frente a una pantalla también aumenta y alimenta la efectividad del sistema. 

Más allá de la evidente relación entre las redes sociales y las adicciones, no es necesario aceptar esa premisa, sino reconocer que su uso es lo suficientemente frecuente como para ocupar un porcentaje de tiempo significativo. 

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En 2022, el uso promedio diario de las redes sociales por parte de los usuarios a nivel mundial fue de aproximadamente 151 minutos por día, mayor que los 148 minutos de 2021. 

El tiempo promedio en redes sociales es de alrededor de 2 horas y 31 minutos al día, lo que representa un porcentaje significativo de nuestro tiempo diario. 

La aparición de los datos como materia prima obliga a los países a tomar una decisión respecto a su uso, explotación, refinamientos y protección. Entonces, el rol del Estado tiene múltiples facetas: no sólo debe regular, también debe planificar y avanzar institucionalmente para garantizar la seguridad y la transparencia. 

La economía basada en los datos tiende naturalmente a la concentración, esto hace evidente que tal nivel de acumulación debe alertar sobre abusos de posición dominante en el mundo.  

 

Datos: el “nuevo petróleo” de la IA que cambia vínculos

Las consecuencias sociales de nuestras relaciones mediadas no solo por la tecnología, sino también por la transformación de los objetos relacionales, son significativas. A lo largo de la historia, los vínculos han cambiado debido a transformaciones estructurales que han dado lugar a diversas culturas y formas sociales. 

Sin embargo, hoy en día, estamos presenciando una transformación en la base material que conforma nuestras relaciones y la estructura de la sociedad. El terreno en el que las ideas fluyen y evolucionan está cambiando debido al uso acelerado de las redes sociales.

Es clave avanzar en regulaciones, promover la colaboración entre la sociedad civil, el sector privado y gobiernos para encontrar soluciones más efectivas y equitativas a los desafíos planteados por la tecnología, que fomenten la inclusión y la diversidad, y que no perpetúen los sesgos y las desigualdades existentes en la sociedad. Poner en debate público estas cuestiones es tomar la decisión de qué camino queremos recorrer hacia adelante.  

* Director del Observatorio de la Cámara Argentina de la Formación Profesional y la Capacitación Laboral