Todos los 20 de noviembre, la Argentina rememora la batalla de la Vuelta de Obligado, emblema de su soberanía nacional, un concepto que implica la autonomía de las decisiones políticas y económicas junto a la autoridad y la capacidad para ejercerlas. Efectivamente, esa capacidad de decisión fue lo que se puso en cuestión el 20 de noviembre de 1845, contradiciendo los planes de las dos potencias navales de la época: las flotas de Gran Bretaña y Francia, unidas. Lo que culminó como una victoria pírrica bélica de anglos y galos, se transformó en poco tiempo en una derrota política de los intereses de los hegemones marítimos europeos, que debieron renunciar a sus pretensiones de imponer la “libre navegación de los ríos interiores”… de un país ajeno.
En el Día de la Soberanía los argentinos celebramos precisamente aquello que hoy más nos falta, en una etapa histórica en la que las principales determinaciones políticas y económicas se toman en instancias plutocráticas supranacionales. Sin embargo, a mediados del siglo XIX, la situación también distaba de ser sencilla para estas tierras. La tan mentada “relación de fuerzas” era absolutamente desigual. El enemigo se presentaba infinitamente superior en cuanto a su poderío bélico, lo que queda demostrado en la composición de las bajas: tras once horas de un gallardo combate, hubo 276 muertos, de los cuales 250 eran argentinos. A pesar de esta disparidad de fuerzas, Lucio Norberto Mansilla supo arengar a sus tropas: “¡Vedlos, camaradas, allí los tenéis! Considerad el tamaño del insulto que vienen haciendo a la soberanía de nuestra Patria, al navegar las aguas de un río que corre por el territorio de nuestra República, sin más título que la fuerza con que se creen poderosos. ¡Pero se engañan esos miserables, aquí no lo serán! Tremole el pabellón azul y blanco y muramos todos antes que verlo bajar de donde flamea”.
20 de noviembre: por qué se conmemora el "Día de la Soberanía Nacional"
El impedir que la armada anglo francesa navegara libremente por el Río Paraná no era un capricho de Rosas: del respeto a la Ley de Aduanas, que disponía aranceles a aquellos productos extranjeros que eran producidos en Europa con costos mucho más bajos, dependía la supervivencia de las incipientes manufacturas nacionales. Si bien las potencias europeas lograron superar el escollo bélico, lo hicieron a un precio demasiado caro: no solo no pudieron concretar su fin comercial, sino que tuvieron que volverse a sus tierras desechando la metodología como inútil ya que, si cada vez que tuvieran que comerciar iban a tener que necesitar un despliegue militar de esa envergadura, finalmente el costo económico terminaría siendo muy superior al de pagar los aranceles que disponía la Ley de Aduanas de Rosas.
Las ideas económicas que Inglaterra propugnaba en Hispanoamérica eran la contracara de la división internacional del trabajo que planteaba: mientras la potencia industrial comercializaba “libremente” sus productos manufacturados con valor agregado, los recientemente creados países “independientes” solo podrían exportar “libremente” sus materias primas. La tristemente conocida libertad de la que gozan las gallinas junto al zorro dentro del gallinero.
Retornando a nuestro siglo XXI, el ingeniero Horacio Tettamanti, ex Subsecretario de Puertos y Vías Navegables de la Nación, ha venido advirtiendo sobre las consecuencias del Decreto 949 del año 2020, el que habilita en la práctica la entrega de soberanía sobre el Río Paraná, con consecuencias sobre el Río de la Plata y el Atlántico Sur. La autopista fluvial, conocida como “Hidrovía”, reúne a buena parte de las exportaciones argentinas, tanto legales como ilícitas. Su control estratégico viene siendo codiciado por empresas de EEUU, China, Bélgica y Holanda.
Se disputan la misma: la firma china CCCC Shanghai Dredging Company, las belgas Dredging International y Jan de Nul y las holandesas Boskalis Dredging International y Van Oord, entre otras. Como si esto fuera poco, sobre los márgenes del río se encuentran los puertos de las estadounidenses Cargill y Bunge; del grupo chino Cofco (Nidera y Noble); de la francesa Dreyfus; y del grupo global ADM/Toepfer de los Estados Unidos.
En febrero de 2021, Tettamanti cuestionó la visión geopolítica de la dirigencia y militancia argentina, al tiempo que expresó que es imposible que “sigamos con nuestros ríos troncales como el Paraná, el Río de la Plata y el Atlántico Sur, entregados a los monopolios extranjeros y a las cerealeras”. En tiempos en el que el acceso a los alimentos se vuelve cada día más crucial en el mundo, el ingeniero también alertó que “el próximo conflicto en la Argentina va a estar en torno al Río Paraná y al Río de la Plata”, una hipótesis nada menor, en una etapa histórica en la que, según sus palabras, “el poder de fuego desplegado por Inglaterra en Malvinas es superior al de todas las FF.AA. Argentinas”. A la soberanía, más que declamarla, hay que ejercerla.
*Fausto Frank es periodista, director del sitio de análisis geopolítico, Kontrainfo.com.