Cuando toda la atención del mundo se centra en las elecciones del martes en los Estados Unidos, un país en especial aguarda con ansiedad a los resultados que apuntan al demócrata Joe Biden como el 46vo presidente de la potencia occidental: el Brasil de Jair Bolsonaro se verá ante un dilema si las tendencias apuntadas por las encuestas se confirman en el Colegio Electoral norteamericano. La perspectiva del gobierno brasileño de convertirse en un huérfano de Donald Trump, aislado y sin padrino en el movimiento populista internacional en debacle, exigirá un significativo cambio en la política exterior brasileña en favor de los intereses nacionales. Desde Brasilia, sin embargo, todo se puede esperar, incluso ninguna reacción efectiva en este sentido.
Una medida despunta en política exterior, hasta ahora reflejada en rumores y discretas señales emitidas por Bolsonaro.
En la víspera de las elecciones en los Estados Unidos, crece la tensión entre los candidatos
El reemplazo del canciller Ernesto Araújo parece inevitable, en especial por cuenta del empeño del presidente en apoyar sin ningún elemento crítico a la política del ultraconservador a lo largo de sus casi cuatro años de administración. Nadie olvida su artículo Trump y el Occidente, de 2017, en el que subrayaba que la visión del presidente norteamericano no se basaba en el capitalismo y en la democracia liberal, sino “en la recuperación del pasado simbólico, de la historia y de la cultura de las naciones occidentales”.
Araújo basó su gestión en Itamaraty en el combate al multilateralismo, la defensa de los valores morales, el acercamiento a los Estados Unidos aun en situaciones contrarias a los intereses nacionales y el desmonte de lo que considera como agenda de carácter “socialista” de la política exterior. Actuó y sigue actuando como uno de los pilares del grupo ideológico del gobierno, seguidores de un gurú obtuso radicado en el estado de Virginia, Olavo de Carvalho. No hay razones para imaginar que, por decisión de Bolsonaro, toda su obra en el Itamaraty sea interrumpida. Pero, sí hay enormes probabilidades de que, más por maquillaje que por convicción, sea enviado a una embajada del primer mundo y deje el sillón de Rio Branco a un sucesor con más capacidad de diálogo con la administración de Joe Biden.
Araújo basó su gestión en Itamaraty en el combate al multilateralismo, la defensa de los valores morales, el acercamiento a los Estados Unidos
Bolsonaro ya ha emitido algunas señales. Al final del más reciente discurso de Araújo en la graduación de los nuevos diplomáticos, deslizó que el canciller "puede tener sus defectos", pero es un patriota.
La elección del posible sucesor de Araújo no va a ser fácil. En principio, están excluidos los nombres de los defensores de la línea de las "relaciones carnales" con los Estados Unidos de Trump, liderados por el diputado Eduardo Bolsonaro, el hijo presidencial conocido como “número 03”.
La posibilidad de que sea un militar no está descartada. A final, el Ministerio de la Defensa ya fue comandado por dos diplomáticos en los últimos gobiernos, lo que los uniformados jamás se olvidarán. Pero el reciente desplazamiento de los militares contrarios a las convicciones autoritarias del gobierno restringe las opciones del presidente y sugiere un nombre tan polémico como el de Araújo: el general Augusto Heleno, ministro del Gabinete de Seguridad Institucional y fiel servidor de Bolsonaro y buena llegada a los ideológicos.
De confirmarse el martes el más grande fracaso del populismo internacional, Brasil deberá recomponer sus relaciones con los Estados Unidos desde cero
En las apuestas figura también la ministra de Agricultura, Teresa Cristina, cuyo pragmatismo se refleja en su desempeño mucho más diplomático que el Araújo, sobre todo en sus esfuerzos por apagar los múltiples incendios en el exterior provocados por sus colegas ideológicos.
De confirmarse el martes el más grande fracaso del populismo internacional, Brasil deberá recomponer sus relaciones con los Estados Unidos desde cero, como resumió el embajador Rubens Ricupero. En qué bases esta misión empezará, todavía no se sabe. Pero es seguro que, con el hermano del Norte, Bolsonaro no podrá decir lo que le venga en mente, como seguirá haciendo con la Argentina de Alberto Fernández, sea quién sea su canciller y sea cual sea la nueva dirección de su política exterior.
*Desde San Pablo.