OPINIóN
Desde Madrid

Diario de la peste: encender la luz

La vida cotidiana no difiere con estas nuevas disposiciones y al caer el sol, en las terrazas se podrá seguir viendo que las relaciones de los madrileños se asemejan a las mismas que se practican en la Casa Blanca pero sin Trump.

madrid coronavirus 20201006
Madrid | AFP y AP

Ayer, cerca de la medianoche, estábamos, una vez más, sorprendidos –a esta altura, al menos, hay que reconocerle el mérito: son cuatro años que lleva trabajando la sorpresa– ante la "cura" a la que fue sometido Donald Trump. Según informa el New York Times se trata de un cóctel de anticuerpos experimentales desarrollado con células originalmente derivadas del tejido fetal. El asombro reside en que esta práctica ha sido explícitamente restringida por la administración que preside.

Un rato antes, había anunciado otra noticia difícil de asumir: el sábado piensa asistir a un acto electoral, es decir mañana, a solo diez días de haber contraído la covid-19 y sin que se haya anunciado aún si ya da o no negativo. Aún están colgadas en el New York Times una serie de fotos tomadas en la Casa Blanca en las que se puede ver, en diferentes reuniones, al presidente con sus colaboradores habituales, entre ellos el exalcalde de Nueva York, Rudy Giuliani, todos sin mascarillas, sentados unos junto a otros y en contacto de piel directo. Un pequeño círculo rojo señala con una P a todos aquellos que están contagiados: más de la mitad contribuye a que el resto pueda compartir con ellos el virus. Que no falte.

Anoche, ya digo, al final de la jornada estábamos leyendo, escuchando, siguiendo toda la información procedente de Washington, ese hilo de reality show que fluye incesante, cuando desde la Moncloa informaron que hoy se declararía el Estado de alarma en Madrid.

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España: La Justicia rechazó el confinamiento de Madrid por afectar "libertades fundamentales"

El lunes aquí, como en muchos países de Latinoamérica, es feriado, con lo cual, estamos ante a un puente. Esto lo enrarece todo ya que ayer por la mañana el Tribunal Superior de Justicia de Madrid había declarado nula la decisión del Gobierno central de confinar la comunidad que imponía el cierre perimetral de varias ciudades de la región, entre ellas Madrid.

La secuencia es la siguiente (es difícil de seguir: tanto para ustedes que leen esto en Argentina como para quienes vivimos aquí). Primero la comunidad y el Gobierno central se sentaron, al fin, a discutir un protocolo. Las conversaciones se rompieron y las autoridades de Madrid decidieron confinar los barrios más afectados, los del sur de la ciudad, pero con licencia para salir del área marcada pudiendo concurrir a los sitios de trabajo, los centros educativos y realizar todas las diligencias básicas. La medida era absurda ya que la mayoría de los habitantes de estos barrios deben cruzar toda la ciudad, de sur a norte, para ir a trabajar. El detalle hilarante es que, en muchas calles, en una acera estaban confinados y en la de enfrente no, con lo cual, con solo cruzar se podía tomar un café en el bar de siempre.

Así las cosas, intervino el Gobierno central y tomó, asumiendo sus competencias, el confinamiento de toda la región, permitiendo solo los movimientos básicos que incluyen las tareas laborales y educativas, apertura de bares y restaurante con aforo limitado, cerrando toda la actividad a las 22.

La OMS dice que el 10% de la población se contagió coronavirus

Ayer, por la mañana, la Justicia regional anuló esa orden. Al levantarse las restricciones, los habitantes de Madrid podrían desplazarse por toda España para disponer de tres días de vacaciones. El problema es que, como es público y notorio, somos la región con más incidencia de Europa y, en particular el 40% del total de los contagios en España. La medida representa una expansión rápida y radial de la covid-19 por todo el territorio nacional.

Así las cosas, entonces, cuando estábamos atendiendo el reality de Trump, se notifica, desde el Gobierno central, que hoy se declarará el Estado de alarma. La presidenta de la comunidad, Díaz Ayuso pidió a Pedro Sánchez un margen de tiempo para discutir la decisión mediante medidas alternativas y presentar una propuesta propia. La respuesta de la Moncloa fijó ese margen para hoy a las 8:30 am y, según avanzó la noche, se dilató unas horas y el límite será al mediodía. En este momento, cuando aún amanece, no sabemos a ciencia cierta en que situación acabaremos la jornada. Eso sí, para comenzar a sintonizar con el dislate que ya empieza a ser aquí la crisis sanitaria, el último trascendido es que la Moncloa limitaría el Estado de alarma a recuperar las medidas que el Tribunal madrileño anuló pero que, por esta nueva vía, quedarían exentas de su competencia por tener un encuadre jurídico diferente. O sea: más de lo mismo. Es decir, nada. Ya que, como apuntamos, la vida cotidiana no difiere con estas nuevas disposiciones y al caer el sol, en las terrazas se podrá seguir viendo que las relaciones de los madrileños se asemejan a las mismas que se practican en la Casa Blanca pero sin Trump. Aquí con unas autoridades regionales que no son lo mismo pero que cada vez se le parecen más.

Ayer, entre tanta desidia, hubo al menos un instante luminoso: el Nobel a Louise Glück. Escribe en un poema: "Algunos creamos nuestra propia luz: una hoja plateada/ como un sendero que nadie puede recorrer, un lago de plata/ poco profundo bajo la oscuridad de los arces". Todos, en estos días, estamos abocados a buscar una pequeña luz. Una y otra vez, cada día, se empecinan en apagarla.

 

MR/DS/FF