PRETORIA – El comercio transatlántico de esclavos sigue siendo una de las atrocidades más terribles de la historia humana. Entre 1450 y 1888, las potencias imperiales europeas —Gran Bretaña, Francia, Portugal, España, los Países Bajos, Suecia y Dinamarca— trasladaron entre 12 y 15 millones de africanos esclavizados a través del Atlántico. Esa mano de obra forzada fue esencial para la industrialización de Occidente, sostenida a su vez por el saqueo colonial de los recursos naturales africanos.
Paradójicamente, cuando la esclavitud fue abolida, los gobiernos occidentales indemnizaron a los dueños de esclavos, no a las víctimas. En 1833, el Reino Unido pagó 20 millones de libras esterlinas (unos 3.000 millones actuales) a 46.000 propietarios, una deuda que se terminó de saldar recién en 2015.
Desde hace décadas, África y su diáspora en América, el Caribe y Europa —conocida como el Atlántico Negro— buscan reparación por los daños persistentes de la esclavitud. En 1993, la Organización para la Unidad Africana emitió la Proclamación de Abuja, reclamando reparaciones por la esclavitud y la colonización. En 2014, la Comunidad del Caribe (CARICOM) presentó su Plan de Diez Puntos para la Justicia Reparadora, y en 2023 la Unión Africana (UA) publicó la Proclamación de Accra, que reafirma su compromiso con la justicia histórica.
El panorama geopolítico actual, sin embargo, no parece favorable. El expresidente Donald Trump, quien calificó a África y Haití como “países de mierda”, atacó los programas de diversidad, intentó borrar el legado de la esclavitud en Estados Unidos y amenazó con recortar fondos al Museo Nacional de Historia y Cultura Afroamericana. En Europa, las antiguas potencias coloniales adoptan un tono más conciliador, pero endurecen sus políticas migratorias y permiten el avance de la extrema derecha xenófoba.
Aun así, la UA designó 2025 como el “Año de la Justicia para los Africanos y los Afrodescendientes mediante Reparaciones”, una meta que busca impulsar durante la próxima década junto a CARICOM. Ambas organizaciones, junto con activistas de la sociedad civil, reclaman compensaciones monetarias, cancelación de deudas y restitución cultural, incluido el retorno de artefactos saqueados.
Los defensores de estas reparaciones citan antecedentes históricos: Alemania pagó más de 90.000 millones de dólares a Israel y a las víctimas del Holocausto, y Estados Unidos compensó con 1.600 millones de dólares a los japonés-estadounidenses internados durante la Segunda Guerra Mundial.
Aunque el reclamo pueda parecer utópico, ha tenido avances. En 2020, el movimiento Black Lives Matter movilizó a millones tras el asesinato de George Floyd, impulsando la retirada de monumentos coloniales. En 2021, Alemania pidió disculpas y acordó pagar 1.100 millones de euros a Namibia por el genocidio cometido hace un siglo. Un año después, Países Bajos hicieron lo propio y crearon un fondo de 200 millones de euros.
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En Estados Unidos, donde el legado de la esclavitud sigue afectando todos los ámbitos de la vida, las desigualdades persisten: en 2019, la riqueza media de los hogares negros era apenas el 10% de la de los blancos; durante la pandemia, los afroamericanos murieron por COVID-19 casi el doble que los blancos; y aunque representan solo el 14,4% de la población, constituyen el 40% de los presos.
Ciudades como Evanston (Illinois) aprobaron leyes de reparación local, y California intentó hacer lo mismo, con propuestas que incluían pagos de hasta 1,2 millones de dólares para algunos afrodescendientes mayores. Sin embargo, el gobernador Gavin Newsom vetó la ley, pese a haber pedido disculpas públicas. En Maryland, el gobernador Wes Moore, el único afroamericano en el cargo, también rechazó un proyecto similar.
A pesar de los obstáculos, los gobiernos africanos y caribeños, junto a la sociedad civil, mantienen el reclamo. CARICOM exige disculpas oficiales, programas de desarrollo indígena, repatriación voluntaria, devolución del patrimonio cultural, apoyo psicológico, transferencia tecnológica y la anulación de la deuda.
El reciente encuentro África–CARICOM de la Comisión de la UA reafirmó que las reparaciones no se limitan al dinero, sino que también incluyen restitución, memoria y el fin del racismo. Avanzar hacia esa justicia histórica —por difícil que sea— sigue siendo una lucha imprescindible.
*Adekeye Adebajo es profesor e investigador sénior en el Centro para el Avance del Conocimiento de la Universidad de Pretoria. Sirvió en misiones de la ONU en Sudáfrica, el Sahara Occidental e Irak. Autor de El espléndido tapiz de la vida africana: ensayos sobre un continente resiliente, su diáspora y el mundo (Routledge, 2025) y editor de La triple carga del Atlántico Negro: esclavitud, colonialismo y reparaciones (Manchester University Press, 2025).
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