Inesperadamente Europa se encuentra otra vez en guerra. Ucrania fue invadida por Rusia y al instante toda la comunidad europea entró en pánico, no sólo por el recuerdo de las Guerras Mundiales sufridas, sino –y en paralelo- por la incertidumbre de su futuro económico.
Saben que las bases esenciales de sus países desarrollados, de la Europa progresista, llámese energía y alimentos, se verán seriamente afectadas. Ucrania es una importante productora de granos y Rusia de gas y petróleo.
Por eso, además del tremendo daño humanitario, la guerra dejará enormes pérdidas materiales debido a la falta de energía y alimentos. Este desabastecimiento no sólo se sentirá en la región, sino también en Asia y en África, continentes superpoblados y en crecimiento sostenido, los que también necesitarán de otros mercados para abastecerse.
Ucrania es una importante productora de granos y Rusia de gas y petróleo
Frente a esta cruel realidad, son pocos los países en el mundo en condiciones de dar hoy una respuesta sólida a esas situaciones. Podemos mencionar a EE.UU, Brasil y Argentina como los grandes productores de alimentos y energía.
Debido a su densa población y consecuentes exigencias de un país altamente desarrollado, Estados Unidos tiene una relativa capacidad exportadora. Si hablamos de Brasil, también cuenta con una importante población demandante, y si bien es competidora nuestra en algunos rubros, tiene sus claras limitaciones.
Y acá estamos nosotros. La Argentina, un país visiblemente subutilizado, es el que cuenta con las mayores posibilidades a nivel agroalimentario y energético capaz de transformarse en el principal protagonista a la hora de dar las soluciones que parte del mundo necesitará frente a los graves momentos que están aconteciendo.
Lograrlo, ayudaría a la reactivación de nuestro país. Frente a la preocupante situación económica por la que estamos atravesando, habría generación de empleo genuino, un crecimiento con justicia social y una estimulación de la actividad productiva para tanta gente que lo necesita.
En energías renovables y no renovables la Argentina está en condiciones de dar soluciones importantes. Vaca Muerta y su producción de gas y petróleo posibilitan soluciones propias y una capacidad exportadora indudable. Para ello, insistimos, necesitamos decisiones estratégicas y realización de obras de infraestructura, gasoductos y oleoductos de veloz realización.
La producción de litio, en el norte argentino, es un claro exponente de la energía del futuro con la que contamos. Si hablamos de las energías renovables, hidráulicas y eólicas -además de no ser contaminantes- darían sustento para la actividad industrial de los procesos de valor agregado para la agroindustria.
Hoy los mayores demandantes que tenemos son del Asia Pacífico, nuestro nuevo cliente, a los que deberemos sumar a Europa, ya que necesitará indispensablemente de los alimentos elaborados y las energías que nosotros poseemos.
La Argentina nuevamente quedó ubicada frente al resto de los países en una posición estratégica a nivel económico
Para alcanzarlo deberemos realizar definiciones estratégicas muy claras contundentes y permanentes. Hablamos de políticas de Estado que se sostengan en el corto, mediano y largo plazo, sin perjuicio de los diferentes gobiernos y como resultado de acuerdos plenos entre todos los protagonistas de nuestra sociedad.
Todo lo dicho deja en claro que -como sucediera durante la Segunda Guerra Mundial- la Argentina nuevamente quedó ubicada frente al resto de los países en una posición estratégica a nivel económico. Una esperanza frente al espanto y una obligación en función de lo que tenemos y debemos dar.
*Director del Banco de Inversión y Comercio Exterior (Bice). Director Ejecutivo del Movimiento Productivo Argentino (MPA).