El escenario conservador/restaurador
Si la pandemia se terminara a fin de año, no habría que descartar la restauración de los viejos dispositivos escolares. Allí están las cosas de la escuela (las aulas, los reglamentos, etc.) y las expectativas y modos de hacer las cosas de los agentes sociales (familias, maestros, etc.) como esperando su reactivación. Pero cabría decir que el sistema escolar no es la catedral de Notre Dame de Paris. Esta es un objeto cultural mundialmente valorado y todos esperan que sea restaurada tal como era antes del incendio. El sistema escolar hace tiempo que no goza de la misma legitimidad. Por el contrario, es una institución social criticada, cuestionada (incluso por la mayoría de los docentes) y sometida a múltiples intentos de reforma.
El escenario tecnocrático mercantil
Los tecnócratas ven en las escuelas cerradas por pandemia una “ventana de oportunidad” para insistir con un proyecto que ya tiene décadas y que en última instancia busca transformar la institución escolar, intensiva en fuerza de trabajo, en otra donde predomine la tecnología. “Para destrabar el embotellamiento de la era del saber –escribía Lewis Perelman en 1995- existe una sola solución: reemplazar el imperio burocrático de las instituciones pedagógicas por una industria comercial de punta”. La misma “permitirá, abrir los diques de una expansión económica internacional y generar miles de millones de dólares de volumen de negocios y beneficios adicionales para sus accionistas.” La finalidad mercantil de la estrategia es explícita y no se oculta detrás de los eufemismos. Pocos años antes (1992), el mismo autor había escrito un libro con un título provocador: Se acabó la escuela: hiperaprendizaje, la nueva tecnología y el fin de la educación, donde desmiente lo que él denomina algunos de los mitos más comunes sobre las escuelas y el aprendizaje, entre los cuales citaba los siguientes: el que afirma que “la gente aprende mejor en las escuelas” y que “la escolarización es buena para la socialización”.
El escenario humanista igualitarista
Las pretensiones de los portavoces del modelo tecnocrático mercantilista son contrarrestadas por los que tienen interés en concebir a la educación y al conocimiento como un bien público, cuyo acceso no puede estar determinado por el poder adquisitivo de las personas y/o por una ideológica concepción del mérito. Desde esta perspectiva, el conocimiento no sirve solo para insertarse en el mundo del trabajo y favorecer el crecimiento económico sino que es un componente necesario para actuar en todos los ámbitos de vida de las personas.
Para apropiarse del conocimiento y la cultura se necesita la intervención de agentes humanos especializados (los docentes, los directivos) que interactúan cuerpo a cuerpo con alumnos y familias en un espacio físico e institucional: las escuelas.
Todas las tecnologías de la información y la comunicación deben ser concebidas como recursos o herramientas en manos del maestro y los aprendices y no como estrategias para deshumanizar la pedagogía. Es al docente que le corresponde decidir cuándo y cómo las usa. Es obvio que todas las tecnologías son bienvenidas, desde la clásica lección hasta la tutoría, la tiza, el pizarrón y las más sofisticadas y novedosas tecnologías de la comunicación y la información socialmente disponibles. Es más, educar siempre fue una tarea compleja, pero lo es más en las sociedades actuales. Pero más difícil aún es educar y lograr que todos los miembros de las nuevas generaciones logren una serie de aprendizajes básicos, a los cuales tienen derecho. Por esta razón es necesario desarrollar permanentemente nuevos recursos pedagógicos, dadas la renovación permanente de desafíos que los docentes deben enfrentar y resolver en las aulas. Es más, una educación para la igualdad requiere un “mix pedagógico”, que articule más y mejores maestros con más recursos tecnológicos.
El campo de la política educativa es un escenario de lucha entre partidarios de diferentes proyectos educativos. Los desenlaces de estas luchas son imprevisibles y dependerán, entre otras cosas, de las relaciones de fuerza que se establezcan entre diferentes actores sociales interesados.
Por Emilio Tenti Fanfani (Profesor e investigador titular en la Universidad Pedagógica Nacional)